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Cinco claves para enseñar a pensar a los niños

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Las edades claves para crear hábitos de estudio, para enseñarles a pensar y a razonar, van desde los 6 a los 12 años, es decir, en Primaria. Por lo tanto, en esta etapa, el interés educativo de padres y profesores tiene que centrarse en las capacidades o habilidades básicas de pensamiento y en el conocimiento y razonamiento moral, es decir, las virtudes humanas.

Claves para enseñar a pensar a los niños

Para ayudarles a desarrollar las habilidades del pensamiento y crear hábitos intelectuales, debemos centrarnos en cinco áreas, que son las bases biológicas del conocimiento .

1. La atención

El niño, al igual que el adulto, solo retiene en su mente los estímulos a los que atiende. Por otro lado, solo atendemos a aquello que nos interesa. Según esta noción biológica, debemos explicar a nuestros hijos la importancia de atender bien en clase a las explicaciones y estar atentos a los deberes, sin pensar en otra cosa.

Con la atención se desarrolla la capacidad de concentración, es decir, fijar voluntariamente la atención en una sola cosa o actividad. Los niños tienen una gran capacidad de concentración en lo que hacen si les gusta.

Una respuesta frecuente de nuestros hijos será: “Es que me aburro, no me interesa”. ¿Cómo despertar entonces su interés? Motivándoles, buscando con ellos razones que les sea de su agrado: “Porque aprender cosas nuevas es divertido, porque te sentirás contento y alegrarás a papa y a mamá, etc.”

El peligro de la atención es la distracción, propia de niños. Debemos descubrir, hablando con ellos, las causas de sus distracciones: “En lugar de atender al profesor pienso en el partido de fútbol, en lo que voy a hacer en el patio, en como se ha peinado mi compañera, etc”. Hay que animar a nuestros hijos lo bien que sienta concentrarse en el trabajo y luego, en los ratos libres, distraerse con estas cosas. A la hora hacer los deberes, podemos establecer con ellos cada media hora o tres cuartos de hora, un ratito para hablar juntos de esas distracciones.

Algo esencial que evita la dispersión es un ambiente de estudio adecuado: una mesa de estudio ordenada, lejos de ruidos, libre de objetos que puedan distraerles, con un horario de estudio etc. El cansancio o la falta de sueño provocan también la falta de atención.

La atención es algo que debe adquirirse como hábito. Todos podemos atender a cualquier cosa que nos interese, pero la capacidad de concentración es un hábito, que se adquiere por repetición, constancia y fortaleza.

2. La percepción

La percepción es la condición del pensamiento, una forma de intuición sensible de la realidad física. Percibimos los objetos a través de señales visuales (el tamaño, el movimiento), de señales musculares, del tacto, los ruidos etc. Lógicamente, solo se percibe conscientemente aquello a lo que se atiende.

Uno de los ejercicios que podemos hacer con nuestros hijos es preguntarles diariamente, (con gracia, sin que suene a examen), para analizar su capacidad de percepción es qué ha sido lo que ha despertado más el interés de lo explicado o aprendido en clase. Además, también podemos ejercitar el hábito de la percepción preguntándoles, en qué han puesto más voluntad para atender mejor en las clases más aburridas. Seguro que se sentirán muy bien al haberse esforzado y exigido en aquello que no les apetecía.

3. El aprendizaje

Si ayudamos a nuestros hijos a percibir mejor lo que se enseña, poniendo atención e interés, hemos andado la mitad del camino para lograr un aprendizaje óptimo. Pero la atención no es suficiente. Necesitan desarrollar las destrezas y los hábitos verbales.

Tanto unos como otros, se adquieren por repeticiones y por estrategias de trabajo. Podríamos resumir que la lectura, escritura y cálculo, junto a la atención, la observación y la memoria, son las bases de todo aprendizaje.

Estrategias de aprendizaje

a) Recoger datos e información: anotar, contar, observar diferencias y semejanzas, escuchar, preguntar y sobre todo, leer, leer y leer.

b) Organizar la información: comparar, ordenar, clasificar, etc.

c) Elaborar la información: analizar, interpretar, resumir, sintetizar, identificación de la idea principal, subrayados, esquemas, etc.

d) Comprensión y Expresión: lectura comprensiva, rendimiento lector, expresión oral y dramática, escritura, ortografía, redacción, composición, vocabulario, comprensión significativa de conceptos, consultar el diccionario, etc.

e) Cálculo: mental, operaciones, planteamiento y resolución de problemas, iniciar y formular hipótesis sencillas sobre aconte­cimientos, explicación de problemas, razonamientos, buscar varias soluciones etc.

f) Hábitos y técnicas elementales de estudio: horario de estudio, uso de agenda, distribución del tiempo de estudio, ordenar las tareas, técnicas sencillas de memorización mecánica y comprensiva etc.

g) Actitudes ante el aprendizaje: curiosidad intelectual, indagación, asombro, emoción ante el descubrimiento, aprender de los errores, afán de saber las razones de las cosas, satisfacción por el trabajo bien hecho, cuidado y limpieza en la presentación de los trabajos, afán de superación, esfuerzo

Los hábitos de esfuerzo, no rendirse enseguida ante la menor dificultad, la exigencia en casa y en el trabajo, son las claves principales para un buen aprendizaje.

4. La memoria

ha publicado varios artículos sobre la memoria y próximamente, volveremos a incidir. Recordar en este número que el olvido es lo contrario a la memoria y que ésta última se ejercita con la repetición de actos, acompañado de las imágenes (fotografías mentales) que los niños retienen en la mente con toda nitidez y detalle. La memoria también se adquiere cuanto más hábito lector tengan nuestros hijos.

5. La imaginación

Un hombre que creciera aislado, se encontraría con una imaginación atrofiada. Por lo tanto, la imaginación está muy relacionada con las relaciones sociales, con los nuevos conocimientos visuales, auditivos, etc. La imaginación debe haber alcanzado un desarrollo suficiente al llegar a la edad de la razón (hacia los 10/11 años). Por este motivo, también hay que educar la imaginación, proporcionando al niño imágenes formales, o bien, que su cabeza imagine acciones que lee o escucha. Sin imágenes formales no hay abstracción.

Solo se puede recordar a través de imágenes. Por eso, proporcionar riqueza perceptiva y creatividad imaginativa, deben estar permanentemente presentes en la vida de los niños. La forma práctica de hacerlo es estar en contacto con la naturaleza, los juegos, la vida escolar. Sin imaginación no hay inteligencia; y la imaginación se desarrolla imaginando.

Por lo tanto, jugar y practicar con nuestros hijos actividades creativas, imaginativas, imaginar lo que uno va a hacer, quiere hacer, buscar soluciones imaginativas etc., es el camino adecuado para desarrollar su inteligencia.

Así, debemos eliminar en lo posible todo lo que lleve a nuestros hijos a la inmovilidad y pasividad.

Más información en el libro: Los Estudios y el Desarrollo Intelectual, de Carlos Ros Amador (Ediciones Palabra)

Patricia Palacios
Asesoramiento: José Antonio Alcázar, director Pedagógico del Instituto Europeo de Estudios de la Educación

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