Seguro que cuando estabais en el colegio teníais un compañero que siempre se dejaba las tareas, no traía los exámenes firmados, perdía los libros, hablaba en clase o estaba frecuentemente perdido en las musarañas. El trastorno de déficit de atención ha existido siempre.
Sin embargo, no estaba catalogado, bautizado ni ampliamente difundido como lo está ahora. A pesar de esto, abundan los padres desconcertados, los profesores desbordados y los niños estigmatizados como malos, vagos o descuidados.
Independientemente de la controversia sobre si usar medicación o no, o si el trastorno de déficit de atención está sobre diagnosticado, el TDA (con y sin hiperactividad) existe. Los niños que lo sufren no son ni menos inteligentes ni menos esforzados que el resto de sus compañeros, simplemente necesitan métodos diferentes y ayudas específicas. Sus padres, que lo sufren más todavía, muchas veces se encuentran perdidos entre la incomprensión de los centros educativos y la presión para un tratamiento exclusivamente farmacológico. La medicación es, en muchos casos, adecuada y recomendable, pero es solo una ayuda. Hay que educar a estos niños para que lo que parece una desventaja, se convierta en una ventaja.
Cazadores vs Agricultores: así funciona el cerebro
Para entender mejor cómo funciona el cerebro con TDA, es importante saber de dónde evolucionó. En 1995, Thom Hartmann expuso una teoría que ha ido ganando terreno y reconocimiento al ser avalada por estudios clínicos y moleculares. Según Hartmann el TDA es el resultado de un tipo de conducta adaptativa.
Remontémonos a los albores de la humanidad, cuando la alimentación dependía de dos actividades: la caza y la agricultura. La supervivencia del agricultor dependía de su paciencia, de su capacidad de concentrarse muchas horas en una actividad repetitiva con orden, en no descuidar día a día el riego, las malas hierbas, dejar madurar los frutos, cosecharlos a tiempo, etc. En prever los cambios atmosféricos y predecir el clima, en estudiar las características del medio y escoger los productos adecuados para sembrar. En estas sociedades, el individuo que triunfaba y sobrevivía para transmitir sus características era metódico y disciplinado. El cerebro del agricultor es estudioso y perseverante.
Los cazadores, por el contrario, debían tener en cuenta todos los estímulos al mismo tiempo. Era importante seguir la presa y tenerla a la vista, mantenerse en contra del viento para que el animal no sintiera el aroma del cazador, evitar pisar ramas secas y hacer ruido, estar atento a cualquier movimiento en el follaje, encontrar el mejor lugar para atacar, calcular la distancia, el viento y, por ende, la fuerza con la que debía lanzar su lanza o flecha. Debía poder reaccionar rápidamente cuando las circunstancias lo ameritaran, pensar y actuar instintivamente. Todo esto mientras evitaba ser él mismo devorado por depredadores. El cazador que era capaz de atender a todas estas cosas simultáneamente sobrevivía para transmitir sus características. El cerebro del cazador es ágil, alerta y decidido.
Cuando las sociedades nómadas evolucionaron hacia la agricultura y se asentaron en poblados, los cazadores no desparecieron y son sus rasgos los que hacen que los niños cazadores tengan dificultad para desenvolverse en un sistema educativo pensado para niños agricultores.
La hiperatención centrada de los niños con TDA
Todos nos hemos encontrado alguna vez mentalmente a años luz de la aburrida conferencia que estamos escuchando pero solemos poder mantener la atención la mayor parte de las veces, por lo que es corriente pensar que el niño con TDA sencillamente no tiene disciplina intelectual y que el TDA no existe. Una característica peculiar del TDA que paradójicamente refuerza el prejuicio es la hiperatención. Las personas con TDA son capaces de concentrarse en un tema que les interesa de tal manera que todo lo demás desaparece. Cuando los ven tan enfrascados en algo, los padres se preguntan cómo puede tener ese niño déficit de atención, pero lo tiene. Si la hiperatención está centrada en algo que tiene que hacer trabajará de manera obsesiva en ello.
Hay niños TDA que pueden pasar horas leyendo, por ejemplo. En este caso será una fuerza positiva que se puede canalizar de manera admirable para encausar los estudios. Si el niño tiene dificultad para estudiar formalmente un tema, proporcionarle un libro que de alguna manera toque el tema, los ayudara a encontrarle interés y concentrarse en el estudio.
Si la hiperatención se centra en algo negativo, como un problema, se convierte en un obstáculo porque no pueden olvidarse de la pelea que tuvieron en el patio, por ejemplo, y pasar a otra cosa. Su concentración se queda atascada y hay que resetearlos, como a los ordenadores cuando se congelan. Una actividad física que necesite concentración, como hacer una carrera, etc, puede apartar su mente de los pensamientos negativos.
El TDAH: mejora con ejercicio intenso
Los niños que además tienen hiperactividad, es decir TDAH, son como un perro dálmata viviendo en un piso. Necesitan quemar ese exceso de energía. Lo mejor para ellos es el deporte o su hiperatención se fijará en salir, en moverse. Una señora de Baltimore estaba desesperada con su niño TDAH y su pediatra le recomendó ejercicio intenso. La señora comprobó con alivio que el programa de natación en el que enroló al niño era un acierto. Su hijo hacia largos sin parar, no parecía cansarse nunca. Su conducta mejoró y sus notas subieron y creció para convertirse en el famoso nadador Michael Phelps, varias veces campeón mundial y olímpico.
Es muy importante trabajar con el colegio. Los padres se quejan de que los profesores no pueden manejar a los niños. Los profesores se quejan de que los padres no colaboran, que se ponen a la defensiva. Es importante entender que ambos están en el mismo bando y trabajar al unísono.
Conversar mucho y escoger objetivos comunes; «Este mes vamos a insistir en no interrumpir», por ejemplo. Escoger cada mes un objetivo concreto, simple y con un tiempo determinado, claramente definido, que el niño comprenda perfectamente cual es.
Nita Aspiazu
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