Los celos entre hermanos son habituales y están considerados como algo natural, ya que son consecuencia de la rivalidad que se establece entre iguales. La rivalidad entre hermanos está potenciada por la necesidad de atraer la atención de los padres o de tener más atención que otro u otros hermanos, la comparación con el hermano y la necesidad de sentirse superior al otro y el deseo de conseguir más cosas o privilegios que el hermano.
Aunque muchos padres se sienten culpables cuando viven los celos de sus hijos, lo cierto es que los padres no podemos evitarlos ya que éstos dependen directamente de la manera de ser de cada uno y de su capacidad para tolerar la frustración. Sin embargo, lo que si pueden hacer es potenciar una relación sana entre hermanos, desde el comienzo, y a medica que van creciendo reducir sus discusiones hasta un nivel aceptable.
Celos entre hermanos: ¿qué podemos hacer los padres?
Antes del nacimiento de un hermano
Para evitar los celos del príncipe destronado desde el nacimiento de su hermano, los padres deben empezar a prepararle para su llegada desde el embarazo.
La mejor manera es haciéndole partícipe hablándole de él, haciendo que colabore en los preparativos, como el arreglo de la habitación, escoger algo de ropa, etc.
Intentar que lo viva como algo suyo o que intente apreciar el concepto de todos, familia, sin efectuar expresiones de diferencia de sentimientos hacia la novedad, siempre adaptado a la edad del o de los hermanos.
Cuando ya ha nacido
Cuando el bebé ya ha nacido es bueno que el mayor ayude en el cuidado del bebé siempre bajo la vigilancia de los padres. Durante este periodo inicial, es muy importante reservar un tiempo de dedicación exclusiva para el hermano mayor y llenarlo con actividades para que sienta que respecto a él las cosas siguen igual, que la dedicación y el cariño de los padres es el mismo.
Cuando se hacen mayores
Hacer de árbitro para que las discusiones no vayan a más es fundamental, ya que es importante aprovechar estas ocasiones para educar en el respeto.
Lo ideal es dejar que discutan entre ellos sin intervenir porque esta actitud de los padres favorece que los hermanos aprendan a entenderse.
Con el objetivo de mitigar esta situación de celos y reconducirla, lo más importante es no dar la razón a uno u a otro, sino como padres mantenernos imparciales.
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Errores que cometemos los padres
– Hacer comparaciones entre los hermanos. «Pedrito, porque no haces como tu hermanito y te duermes ya. ¿No ves que bueno es y como no da guerra?».
– Crear un ambiente competitivo, pues normalmente ganará el más mayor, aunque nuestra intención sea reforzarle. Al contrario, debemos fomentar que jueguen junto y que el «destronado» se sienta útil de poder enseñar cosas a su hermano más pequeño.
– Fomentar la rivalidad en lugar de la fraternidad. Esto ocurre cuando magnificamos a un hijo e infravaloramos a otro, incluso les creamos inestabilidad emocional, por ejemplo, con comentarios del tipo: «Creo que a Juanito lo quiero más porque siempre me obedece a la primera».
– Manifestar preferencias hacia uno de los hijos. Aunque el carácter de un hijo nos sea más fácil de llevar o de entender, no podemos demostrarlo: «Prefiero que Andrés se vaya con papá y yo me quedo con Marta que me entiendo mejor». El niño interiorizará que quieres más a Marta.
– Querer hacer mayor de la noche a la mañana al que fue el pequeño de la casa, exigiéndole tareas que no realizaba hasta entonces.
– No reírle las gracias cuando antes sí lo hacíamos.
– Prohibirle que se acerque al pequeño por miedo a que le haga daño.
– Atender exclusivamente al bebé cuando llegan visitas, olvidando al resto de los hermanos.
– No hacerle partícipe de las atenciones que requiere el bebé. «Ahora déjame sola que debo bañar a tu hermano y solo haces que incordiarme».
– Mandarle justamente a la guardería el mismo día o mes en el que nace el hermanito. El celosillo creerá que es por culpa del recién llegado.
– Decirle que tiene un nuevo juguete, puesto que se trata de su hermanito y no podrá hacerle «gamberradas».
María Lucea
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