A la hora de poner un castigo, acuérdate siempre de qué tipo de acción se trata y que castigas por justicia, no por fastidiarle. A partir de los 9 ó 10 años puede ser conveniente que propongan ellos qué castigo merecen por su comportamiento. Quedarán más comprometidos.
Cuando nuestros hijos han hecho una mala acción, el castigo debe buscarse en el mismo nivel que surgió, recurrir a otro nivel no lo soluciona. La eficacia de la educación no puede apoyarse en la fuerza de los gritos, sino en la evidencia de las razones.
La mayor parte de los problemas educativos se ubican en tres niveles o en la combinación de ellos. Vamos a profundizar algo en el conocimiento de las motivaciones. ¿Qué sentimiento interno nos mueve a hacer algo?
Niveles en los problemas educativos
Cuando nuestros hijos han hecho una mala acción, el castigo debe buscarse en el mismo nivel que surgió, recurrir a otro nivel no lo soluciona. Concretando más: un problema en el área de los estudios (nivel 2) no se arregla quitándole la paga (nivel 1) o un problema en el nivel 3 (miente, contesta, se porta mal, desobedece) no se arreglará sin regalos (nivel 1). Porque portarse bien por dinero o por una recompensa, degrada el valor de la acción.
Ejemplos de la vida real y tipos de castigos
PELEAS ENTRE HERMANOS
Lo primero es pensar por qué razón se producen las peleas entre hermanos y analizar a qué nivel corresponde de los que hemos hablado antes. Al pertenecer al nivel 3 los castigos podrían ser: hacer un servicio a la familia en la casa, por ejemplo de limpieza, hacerle un favor a su hermano, quedarse fuera de una reunión familiar…
No trates de buscar el culpable, pues nuestros hijos deben ser constructores de paz. Más bien, hay que hablar de lo bien que nos sentimos cuando nos llevamos bien con nuestros hermanos. Piensa, como padre, en tu actitud: si siempre defiendes al pequeño, o si eres el padre defiendes a la niña (porque es una «princesita débil») o si eres la madre defiendes al niño, (porque es «tan cariñoso conmigo»).
MALAS CONTESTACIONES Y FALTA DE RESPETO A LOS PADRES
Esta situación es claramente de nivel 3 y debe de cortarse de raíz, pues nadie puede querer a quien no respeta al otro. En este caso, lo primero que hay qué decir siempre es que ese no es el trato que se le da a un padre, con mucha firmeza y seriedad. Convéncete de que es más importante ganarte el respeto de tu hijo que su amistad. Tu hijo no es tu igual, tu colega, eres mucho más para él. Igualarse con él no es elevar al hijo, es más bien estropearle.
Este es el típico caso en el que se te puede escapar un cachete, tras varias contestaciones. Además, te has dado cuenta de que tu hijo puede llegar a ser un perfecto descarado… Aquí deberías preguntarte cómo vas de autoridad. Ante las malas contestaciones, el castigo podría ser: si no respetas a tus padres, o a los adultos, tampoco puedes participar esa noche en la tertulia familiar. No consientas nunca las faltas de respeto ni le digas: «No me trates así que yo no te trato así». El respeto de los hijos a los padres está por encima de todo y esto no significa autoritarismo, sino autoridad. El respeto que nos deben nuestros hijos no está reñido con la confianza que podemos establecer con ellos.
MALAS NOTAS
Esta situación es de nivel 2 (inteligencia). Tu hijo llega a casa con las notas y solo ha aprobado el deporte, el inglés y la religión. Entonces decides quitarle el fútbol, pero tu hijo no es nada menos que el portero de su equipo, es donde se siente feliz y pretendes que quitándole lo mejor que tiene, estudie.
Piensas: «Hay que darle donde más le duele». Esto es una equivocación. Siempre hay excepciones, pero como norma es mejor apoyarse en sus puntos fuertes (es deportista, tiene buen corazón, me quiere) para tirar de los débiles (estudia poco, ordena menos, llega tarde…). La idea es transmitir al niño que no es él contra su padre, que es su comportamiento lo que tiene que cambiar. Que él se autocastiga con su comportamiento, que no querríamos castigarlo y que sufrimos al hacerlo. Que debe servirle para reparar, para reflexionar y hacerle cambiar.
Ante esta situación, el castigo siempre debe ir encaminado a remediar la situación: primero, reflexionar con él por qué saca malas notas y segundo, el mejor castigo es poner un tiempo para el estudio, horas, dedicación y calidad.
DESORDEN
Otra típica escena: «Hoy sábado tuve que salir pronto de casa y dejé a todos en la cama. A mi vuelta esperaba que se les ocurriera…lo normal: hacer la cama, ordenar el pijama, los libros, los juegos… Pero nada, ¡no habían hecho nada! Estaban viendo la televisión tranquilamente y además, sin desayunar». En este caso el nivel es el 3 y el castigo adecuado es ponerse a ordenar hasta acabar.¿Por qué? Porque una hábito como es el orden se corrige a base de repetición de actos, no de charlas ni de gritos, ni de reproches.
COME MAL Y SOLO LO QUE LE GUSTA
«Es desesperante, todo tiene que ser con «ketchup». Pues podría estar muy bien alimentado… pero muy maleducado. Nos encontramos en el nivel 1. Por lo tanto, el castigo irá dirigido a que si no come lo que no le gusta, tampoco puede probar lo que más le apetece porque de lo contrario le encapricharíamos y no le estaríamos fortaleciendo su voluntad. Por lo tanto, no hay helado, o no hay postre que le gusta.
CUANDO ROMPEN ALGO O NO CUIDAN SUS COSAS
Es otra situación del nivel 1 (nivel material) aunque también tiene parte de nivel 3 si han desobedecido. «Aquél sábado fuimos de cena y les prohibimos a los niños poner las películas de cuando eran pequeños pero les hacía tanta gracia que desobedecieron y la película se rompió: se atascó con el adaptador. Recordé aquella famosa anécdota de Gandhi cuando después de haber robado dinero a su padre y acercándose a pedirle perdón éste como repuesta le contestó llorando. Lo recordó siempre y nunca volvió a robar.
En nuestro caso decidimos ponernos muy tristes y notamos que estaban realmente arrepentidos, y es que para un niño la mejor motivación y el mejor premio es la alegría de sus padres». Estos padres decidieron castigar a sus hijos con la decepción (este castigo corresponde al nivel 3 por desobediencia).
Otra forma de castigarles, centrados en el nivel 1, es por ejemplo, comprar con su dinero otra cinta de vídeo, o limpiar la camiseta que han ensuciado por descuido, y por su puesto, no comprarle otra pelota inmediatamente después de perder la que tenían, porque no valorarán las cosas. Lo que nunca se puede hacer es la sustitución rápida.
HA HECHO ALGO MAL PERO LO HA RECONOCIDO
“Mamá, pero te he dicho la verdad”. Los padres nos preguntamos: ¿le castigo o no? “Mira que le he dicho mil veces que no salte en la cama que la va a romper, y al final la ha roto”. Lo correcto es explicarle que le castigas por su desobediencia, porque si además hubiera mentido, el castigo sería doble. Se le reconoce su sinceridad para que lo vuelva a repetir pero tiene que ser consciente de su acto. Ha roto la cama, pues dormirá con la cama “torcida” unos cuántos días para que sea consciente de su actuación.
Ideas para reflexionar sobre los castigos
1. No caigas en la tentación de levantarle el castigo ante sus súplicas. Además de perder toda la autoridad, tu hijo se acostumbra a no enfrentarse a lo que se ha merecido en justicia.
2. Los padres siempre tienen que estar de acuerdo con el castigo que han impuesto. Tu hijo no puede ver que “mamá le castiga y papá le levanta el castigo” o viceversa.
3. No aplastes a tu hijo cuando le veas caído. Puede que la mala acción o actitud se repita, o la incapacidad de hacer lo que queramos. Todos pasamos malas rachas, y en ese momento lo que necesita tu hijo es que le tiendas una mano brindándole la oportunidad de recuperarse.
4. Deja a tu hijo que se explique antes de castigarle y siempre reflexiona con él acerca de su actuación. Sin embargo, ante las faltas de respeto, recuerda que tu actitud tiene que ser de firmeza. No tengas miedo en perder la amistad de tu hijo, porque si no te respeta, nunca podrá quererte.
5. Acuérdate de los elogios. En vez fijarnos solo en las cosas mal hechas tendremos que esforzarnos también en ver y alabarle por esa camiseta bien doblada (aunque las otras seis estén de cualquier manera).
6. Relaciona el castigo con la acción castigada. Tu hijo siempre tiene que sacar en conclusión que lo que buscas es que sea responsable y consecuente con sus actos.
Maite Mijancos. Orientadora familiar
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