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El bullying y la violencia en clase, ¿cómo afecta a los profesores?

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Aprender a convivir y conseguir unos centros libres de agresiones no es tarea fácil en los tiempos que corren. La falta de disciplina, la pasividad y permisividad de algunos padres y la falta de recursos por parte de los profesores hace que la situación educativa sea cada vez más improductiva y violenta en muchos centros.

El bullying y la violencia escolar, ¿cómo afecta a los profesores?

El bullying es el maltrato físico y/o psicológico deliberado y continuado que recibe un niño o un profesor. Cada vez son más los docentes que se quejan de sufrir, o haber sufrido, algún tipo de bullying, violencia en clase o conducta agresiva en sus centros de trabajo. Por este motivo, muchos de ellos no pueden realizar su labor docente de manera productiva, debido a las constantes interrupciones y actitudes irrespetuosas a las que se ven sometidos.

La violencia y bullying contra los profesores presenta diferentes opciones, las más habituales son las agresiones físicas, los daños indirectos a sus coches u otras pertenencias, los insultos, la indisciplina y las amenazas y denuncias por parte de alumnos y padres.

Ante esta situación, el colectivo docente muchas veces se encuentra indefenso por falta de asesoramiento al respecto y por falta de apoyo por parte de la Administración.

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Plan especial contra la violencia

Para conseguir la disminución de estas conductas violentas en clase, el sindicato ANPE ha creado un plan especial contra la violencia y el bullying a profesores, documento que han presentado ante el Congreso, la Comunidad de Madrid y los diferentes grupos parlamentarios. La propuesta de normativa reguladora de la convivencia plantea:

– Enseñar y aprender en contextos normalizados de respeto mutuo.
– Tipificar explícitamente las conductas graves: agresiones físicas, amenazas, atentados contra la propiedad…
– Nueva normativa de derechos y deberes (de profesores, alumnos y padres)»
– Protección y atención a las víctimas.
– Creación de aulas de atención individualizada para mejorar la convivencia.
– Nuevo sistema sancionador adecuado a los grados de violencia e indisciplina.
– Reconocimiento del profesorado como autoridad pública en el ejercicio de su función.
– Medidas preventivas y sancionadoras realistas y eficaces: suspensión inmediata de asistencias a clase, cambio de grupo o centro, etc.
– Consideración de delito al acoso escolar.
– Implicación absoluta de la Administración educativa.

Medidas a adoptar por parte de los docentes ante la violencia

Entre las principales medidas preventivas, las más destacadas son:

1. Crear un buen clima de trabajo. Es importante que los profesores intenten crear en sus aulas un clima de trabajo y cooperación entre los alumnos, de manera que sean precisamente esos alumnos los que exijan su derecho a la educación y contribuyan a mantener el orden en las aulas.

2. Establecer límites. Actualmente vivimos en un clima de permisividad generalizada que debemos atajar tanto los padres como los docentes.

3. Recuperar los valores. Es fundamental contribuir a la recuperación y restauración de valores como el respeto, la tolerancia y la disciplina. Y fomentar el compromiso del alumnado con el esfuerzo en el trabajo.

4. Mejorar el clima de convivencia. Los docentes muestran cada vez mayor preocupación, frustración y desánimo por el ambiente que se vive en determinados centros educativos. La amenaza de daños físicos, psíquicos y psicológicos por parte de los alumnos problemáticos produce un impacto muy negativo.

5. Redefinir valores y objetivos de la Educación en una sociedad multicultural y multilingüe.

6. Restituir al docente el prestigio profesional, social, el respeto y la autoridad.

7. Potenciar una nueva cultura del rigor y del esfuerzo. Debemos sustituir la mediocridad por la exigencia, por la cultura del esfuerzo, de lo riguroso y de lo bien hecho.

8. Disminuir el excesivo índice de fracaso escolar. El índice de fracaso escolar es alto y el rendimiento escolar no es el adecuado. El problema de los alumnos desmotivados es grave. Los datos estadísticos conocidos hasta ahora confirman estos hechos: más del 25% del alumnado de edades comprendidas entre 14 y 16 años no alcanzan los niveles mínimos de conocimientos, lo que sitúa al fracaso escolar del sistema educativo español por encima de la media del resto de países de la Unión Europea.

9. Fomentar y desarrollar la empatía con los alumnos partiendo del respeto mutuo. Se debe intentar prestar la misma atención a todos los alumnos independientemente de la mayor o menor afinidad con cada uno.

10. Corregir de manera individual. Una buena medida para evitar situaciones violentas consiste en corregir con serenidad y comprensión, y en la medida de lo posible sin poner al alumno en evidencia delante de los demás.

Entre las principales medidas activas a adoptar, destacamos las siguientes: 

1. Actitud activa. Es fundamental que los docentes mantengan una actitud activa ante los casos de violencia y no se sientan impotentes. Es cierto que las situaciones, en ocasiones, son extremadamente violentas y eso produce angustia y desesperación en los docentes. Pero, no por ello, los profesionales de la educación se deben callar y dar por vencidos.

2. No combatir la violencia con más violencia, porque esa actitud sólo conseguirá encrespar más los ánimos del agresor.

3. Ante una situación violenta, es necesario que el docente intente entablar una conversación fluida con el alumno y le explique que su actitud no es correcta. Si el alumno persiste en su conducta, el docente citará a los padres para idear con ellos un plan de actuación. Para desarrollar con éxito esta medida, será necesaria la colaboración de los padres. Son, precisamente los padres los encargados de robustecer la autoridad del profesor y prestigiar su figura ante los alumnos.

4. Recurrir al equipo directivo. Si por último, el alumno no atiende a este plan creado por padres y profesores, éstos últimos deben recurrir al equipo directivo que tomará las medidas sancionadoras oportunas, atendiendo al reglamento interior del centro y a las normas de convivencia.

5. Contarlo rápidamente. Es imprescindible que los docentes den a conocer a los responsables del centro cualquier situación de violencia o agresión por parte de los alumnos.

6. Participar en los distintos procesos y protocolos de actuación ante cualquier agresión.

7. Reivindicar la actuación directa de los representantes de la Administración Educativa en defensa de sus administrados.

Inmacualada Suárez

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