Llegan las vacaciones tan esperadas por los escolares y esto es motivo de alegría para la mayor parte de los menores, pero aún más para aquellos que han vivido situaciones de acoso escolar.
Sin embargo, estos jóvenes cuyas vidas en los institutos han sido, en muchos casos, un infierno, pueden volver a enfrentarse a hostigamiento, burlas, humillaciones y discriminaciones en campamentos de verano o en actividades extraescolares propias de los meses estivales.
El bullying durante las vacaciones escolares de verano
Estas situaciones de bullying se producen por diferentes vías, incluso en época estival.
1. Bullying en vacaciones. En primer lugar, el acoso que se inició durante el curso escolar, puede incrementarse en vacaciones, ya que los acosadores disponen de más tiempo libre y sin unos horarios definidos.
En estos casos, el bullying suele continuar a través de las redes sociales y aplicaciones de mensajería del teléfono móvil (vejaciones, insultos por WhatsApp, creación de perfiles falsos para mofarse de la víctima, etc, etc…) con más intensidad si cabe que durante el curso escolar.
2. Bullying en campamentos de verano. En segundo lugar, el acoso escolar también puede producirse en los campamentos de verano o colonias, en los que se dan más actividades menos supervisadas por los adultos, fuera del alcance de los mismos, produciéndose espacios o puntos potencialmente peligrosos para sufrir situaciones de acoso.
En este sentido, el acosador simplemente mantiene los mismos patrones de conducta que ha desarrollado y ejecutado en el centro educativo, trasladándolos en este caso a los campamentos de verano.
Por tanto, el problema se agudiza si el menor acosado coincide con su agresor o grupo de agresores en los campamentos, algo que, por otra parte, es bastante habitual, porque suelen ser los mismos centros los que organizan estas actividades extraescolares.
En este sentido, está produciéndose un aumento de las peticiones y consultas de los padres, relacionadas con menores que se sienten acosados por compañeros en algunas de las actividades que organizan los centros y suelen realizarse por esta época, que están preocupados porque sus hijos conviven con los mismos niños que en las escuelas y continúa el hostigamiento, por lo que piden asesoramiento en estas situaciones.
Además, en estas actividades los menores disfrutan de más tiempo solos, moviéndose y relacionándose en zonas menos concurridas, con lo que existe una mayor probabilidad que se reproduzcan episodios de acoso; acoso que, por otra parte, lleva a cabo el acosador y/o su grupo de participantes o cuando el propio acosador ha establecido su núcleo de amistades y pone al grupo en contra del recién llegado.
3. Bullying por aislamiento social. En tercer lugar, puede darse el caso que el menor llega nuevo al campamento y no conoce a nadie, despertando la atención del potencial agresor por el motivo que se trate, comenzando a realizar acciones de aproximación e indicios de hostigamiento.
Esta persecución que comienza a experimentar la víctima no tiene que ser necesariamente física, a través de golpes, empujones o agresiones, sino más sutil y, por tanto, más difícil de detectar.
El ejemplo más característico de este tipo de acoso es el aislamiento social, más propio de las niñas, pero que también llevan a cabo el género masculino. Una muestra de ello son las burlas referentes a la ropa, marcas o vestimenta utilizadas, ya que los menores están muy influenciados por los dictados de la moda e imagen.
A los ojos de los adultos esto puede parecer una nimiedad, pero para los menores no lo es, en absoluto. De hecho, este tipo de comportamiento o conductas que también se observan en el año lectivo, continúan en el verano en su paralelismo: zapatillas de marca, bañadores, shorts, complementos, etc.
Problemas para construir la identidad adolescente
Ahora bien, no solamente eso, la construcción de la identidad adolescente, miedos e inseguridades también se manifiestan en el período estival, aspectos que son utilizados por los agresores en las actividades de campamentos o colonias de verano: miradas y burlas sobre el propio cuerpo del joven, risas, comentarios malintencionados, exagerados o sobredimensionados sobre «supuestos defectos», más visibles o apreciables con escasa o menos ropa, etc.
Así pues, los campamentos de verano que son una buena opción para potenciar las relaciones sociales, búsqueda de nuevos grupos y una experiencia positiva para convivir con otros jóvenes, pueden convertirse en espacios potencialmente peligrosos, especialmente si en el grupo se encuentra el presunto acosador del menor o no se ha fomentado suficientemente la autoestima del niño.
En estas actividades los niños pasan más tiempo solos y ellos no suelen tener formación específica sobre bullying, pero en muchas ocasiones tampoco los colegios que las organizan no están familiarizados ni especializados en el tema.
En este sentido, aunque en los campamentos de verano y actividades extraescolares existe un buen control por parte de los monitores y profesores, es necesario que reciban una formación específica en medidas de prevención e intervención ante el acoso, cursos de sensibilización y capacitación, para identificar y regular estos comportamientos abusivos, que pueden desembocar en acoso psicológico o físico.
Formación que, por otra parte, debe ser también extensiva a las familias, facilitando de esta forma una actuación coordinada entre éstas y los profesionales, ante cualquier indicio o sospecha de señales de alarma, que hagan prever una posible situación de acoso hacia los menores.
Ricardo Lombardero Calzón. Abogado, Mediador y Coach. Cofundador de Lomber Soluciones Cyberbullying
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