El acoso escolar o bullying es un problema creciente y para frenarlo necesita prevención. Antes de llegar a las aulas, hay mucho por hacer en casa, dentro de nuestra propia familia para evitar el aislamiento y fomentar la socialización de los niños desde pequeños, ya que la ausencia de contacto con los demás puede contribuir al desarrollo de la fobia social y al rechazo por parte de los demás, y como consecuencia convertirse en potencial víctima del acosador/a.
El psicólogo Jorge López Vallejo asegura que «tener una adecuada socialización durante la infancia va a actuar como protección, como fuerza para el niño frente al miedo al rechazo y a la fobia social. El aislamiento, la sobreprotección, el control sobre los hijos por los padres con escaso contacto con el exterior, en cambio puede facilitarlo».
Conductas de los padres que favorecen la fobia social
Los niños deben ganar seguridad en sus relaciones sociales y los padres son los que deben garantizar oportunidades para que sus hijos se relacionen con otros niños de su edad, y así favorecer el intercambio de emociones y pensamientos.
Sin embargo, como explica el psicólogo López Vallejo, «es de vital importancia conocer las conductas de los padres que, bajo ciertos estados emocionales, pueden desfavorecer este contacto social. Por ello es importante intervenir terapéuticamente sobre los padres para que el problema de la fobia social, miedos y rechazos, no aparezcan en los hijos. Con ejemplos claros se pueden ver estas conductas y sus resultados».
1. Vergüenza. Existen padres excesivamente preocupados por la opinión de los demás, que no promueven el contacto social. Estos padres pueden usar la vergüenza como método de control para sus hijos. En consecuencia evitarán socializarse o alertarán a sus hijos de los posibles desastres si se relacionan. Anticiparán el fracaso creando profecías que se auto-cumplen: «que vergüenza, harás el ridículo…»
2. Depresión. Cuando uno de los padres está deprimido y el niño pasa con él la mayor parte del tiempo, éste podrá llegar a presentar más dificultades en sus relaciones sociales. Un niño que es ignorado la mayor parte del tiempo por sus padres empezará a manifestar una falta de reacción ante el entorno o, por el contrario, podría presentar lloros contantes y conducta agresiva.
3. Hermanos. Las familias con varios hijos, en sí mismas, generalmente facilitan el contacto con los demás, porque son niños que desde la más tierna infancia comparten y viven en grupo. Una familia con un solo hijo necesita esforzarse más para estimularle y relacionarle con otros niños. Resulta muy beneficioso, en el segundo caso, favorecer su sociabilidad con la guardería, las actividades deportivas y culturales en grupo etc.
4. Enfermedades. La presencia de enfermedades que afectan al aspecto físico o mantienen a los niños ingresados largos tiempos en el hospital favorece la hiperprotección de los padres, pero siempre va a depender de cómo se afronten dichas limitaciones.
Por ejemplo, en el caso de sufrir acné, sobrepeso, cualquier diferencia con el resto puede aislarse del grupo evitando situaciones o por el contrario puede interactuar con los demás, fortaleciendo así su autoestima.
Si el aislamiento es forzado, por ejemplo, el niño que padece una enfermedad y debe estar en cama durante mucho tiempo, tendrá menos oportunidades de socializarse, ya que no podrá ir al colegio, ni realizar deportes, ni salir con los compañeros. Normalmente, en este caso habrá que facilitarle el contacto en casa con reuniones de amigos.
En general, los problemas que sufren los padres pueden reducir las oportunidades de los niños para ser felices, en nuestra mano está la responsabilidad de pedir ayuda psicológica para superar nuestros límites.
El bullying puede facilitar la fobia social y la fobia social alimentar el bullying
Un niño que es rechazado por el grupo siente miedo, vergüenza, ansiedad, tristeza, rabia; todas ellas son emociones muy destructivas si no las comparte con un adulto para obtener ayuda. El bullying provoca un aislamiento forzado que aumenta el que los padres habían creado.
El niño mantendrá con su aislamiento una constantemente burla, insultos, vejaciones por sus compañeros, con el tiempo se va debilitando, creyendo a sus verdugos, incluso llega a creer que se lo merece. El niño acosado intenta pasar más desapercibido, como mecanismo de defensa se aísla más del grupo, dejándose de relacionar por miedo a ser humillado, por lo que se reducen sus oportunidades de hacer amigos.
«Un niño que sufre de acoso en la escuela debido al aislamiento incial o la fobia social, en casa empieza a comportarse de manera diferente, por ejemplo, está más agresivo o más pasivo, está triste, tiene miedo a dormir solo, no quiere ir a clase, se queja de dolores antes de ir al colegio, se hace pis en la cama etc, y es aquí cuando debemos alarmarnos», aclara Jorge López Vallejo
Estos síntomas conductuales y físicos son mensajes que deben ser escuchados, ya que en la mayoría de los casos los niños no verbalizan que les pasa algo hasta que el acoso se ha instaurado. Y añade, «si detectamos cambios bruscos de conducta o ciertos síntomas en el niño, debemos descartar que pueda sufrir, fobia social o peor, una involución que ha provocado el acoso escolar».
Marina Berrio
Asesoramiento: Jorge López Vallejo. Psicólogo.López Vallejo Psicología
Te puede interesar: