Han conseguido el gran logro de superar con acierto el Bachillerato y la Prueba de Acceso a la Universidad. Pero muchos de esos buenos estudiantes que acrisolan un sinfín de calificaciones positivas en su etapa escolar, ven caer drásticamente sus notas cuando empiezan la universidad. ¿Cómo evitar que ocurra esto?
De repente, un mes de junio acaba la vida escolar y un mes de septiembre empieza la universitaria. Todo es nuevo para los jóvenes. Es nuevo el centro de estudios, posiblemente mucho más grande, con aulas más impersonales, abierto, sin ese concepto de ‘patio’ en el que han vivido su infancia y su adolescencia. Se acabó la ruta escolar o el ir andando a clase. Lo más probable es que haya que usar el transporte público para llegar a la universidad. Y eso requiere tiempo, esfuerzo, puntualidad.
Nuevos también son los amigos. Es uno de los mayores cambios que se producen al entrar en la etapa universitaria. Habitualmente, los amigos del colegio comparten no solo aficiones, sino estrato socioeconómico y zona de residencia. La universidad saca a los jóvenes de esa pequeña burbuja.
Son nuevos los profesores, y desconocidos por completo, como los alumnos para ellos. Los chicos entran a clase sin referencia alguna de a quién se van a encontrar en la tarima, cómo serán sus clases, sus exámenes, su forma de calificar.
El método de trabajo y de estudio de la universidad
Pero lo que más nuevo resulta es el método de trabajo propio de la universidad, distinto para los alumnos y también para los padres que, posiblemente, estudiamos en el sistema tradicional de exámenes parciales en febrero, finales en junio y recuperaciones en septiembre. Ahora, todo ha cambiado y el conocido como Plan Bolonia, el Espacio Europeo de Estudios Superiores, requiere una forma distinta de trabajo para la que los alumnos de Bachillerato están aún poco preparados.
El trasfondo que impregna Bolonia desde el punto de vista pedagógico supone menos horas de clase presenciales, un mayor trabajo personal y un sistema de evaluación continua que sustituye a aquel antiguo «jugárselo todo el día del examen». Esta transformación requiere de una modificación en las actitudes de estudio para que los alumnos puedan afrontar el reto del nuevo sistema y sacarle partido.
La idea actual implica un mayor trabajo por parte del alumno. Los profesores mantienen algunas de las clases con el formato tradicional para sentar las bases de la materia, pero tratarán parte del contenido a través de lecturas obligatorias, proyectos personales, trabajos en grupo, exposiciones en público y otros sistemas que permitan a los alumnos ir adquiriendo personalmente sus conocimientos. El profesor se convierte en un guía en el aprendizaje propio.
Y además participan de una libertad que no siempre saben gestionar correctamente. El problema para muchos de ellos es que no se adaptan a la forma de estudiar que exige esta nueva etapa.
Claves para que llegar a la universidad no sea un problema
1. La biblioteca, un espacio nuevo
En esas horas de trabajo que los alumnos tienen que aprender a gestionar en sus propios horarios, es muy conveniente que aprovechen las instalaciones de su Facultad o Escuela para trabajar, puesto que descubrirán la utilidad de la biblioteca, aulas abiertas de informática, y laboratorios y aulas de acceso libre.
Uno de los propósitos del sistema actual consiste en trabajar con los alumnos su capacidad investigadora, por eso es fundamental que se familiaricen con las fuentes primarias de conocimiento: los libros. Es verdad que hay mucho en Internet, pero también es cierto que hay mucho en papel y que necesitan aprender a manejarlo.
2. Internet también es una biblioteca
La red se ha convertido en sinónimo de conocimiento ilimitado, pero cuando los chicos alcanzan la enseñanza universitaria, es fundamental que sepan discernir qué materiales de los que les ofrece Internet son útiles y fiables y cuáles no. Y en Internet hay demasiados materiales poco fiables. Precisamente para evitar este problema, han surgido diversas bases de datos de artículos académicos o divulgativos de alto nivel. De esa manera, el alumno garantiza que el material que está leyendo no procede, por ejemplo, de un plagio, o de trabajos no corregidos de otros alumnos, o de autores no acreditados. Los filtros necesarios para publicar un artículo académico en una revista especializada son garantía suficiente de calidad.
En plataformas digitales como Google Académico (scholar.google.es) o Dialnet (dialnet.unirioja.es), tenemos la garantía de que todo el material que encontramos está bien contrastado. Además, Google tiene un servicio con libros o fragmentos de libros que se pueden consultar en red.
3. ¿Cómo escribo un ensayo?
Una de las grandes lagunas de los sistemas de enseñanza hispanos frente a los anglosajones es que se potencian poco tanto la redacción como la oratoria. Son modelos en los que prima la memoria, aunque esta tendencia está cambiando poco a poco. Pero nos sigue sorprendiendo comprobar en cualquier película norteamericana cómo los estudiantes de colegio, desde sus primeros años, están acostumbrados a entregar trabajos para los que han tenido que investigar por su cuenta, proponer hipótesis, buscar argumentos, plantear una estructura y extraer conclusiones propias.
En la universidad van a exigir a los alumnos este tipo de trabajos y tendrán que aprender a llevar a cabo la metodología propia de toda investigación, además de desarrollar destrezas para la redacción y la exposición en público. Hay numerosos libros editados que pueden ayudar a los jóvenes a conocer estas técnicas básicas de argumentación y retórica.
4. Las tutorías personalizadas
Tener menos horas de clase de las que tuvo nuestra generación no significa trabajar menos las asignaturas. Al contrario, la idea, infrautilizada por muchos alumnos universitarios, es que su trabajo personal se vea complementado con el apoyo constante del profesor.
En la mayoría de los centros de estudios superiores los docentes cuentan con un horario de tutorías prácticamente tan amplio como el horario de clases y están disponibles en ese periodo para resolver cualquier duda o ahondar en cuestiones que hayan podido quedar poco claras.
Algunas universidades están implementando plataformas digitales que permiten, además, mantener tutorías en línea, mediante chats, foros de debate e incluso videoconferencias. Pero los alumnos tienen que tomar conciencia de la necesidad del trato cercano con el profesor, que siempre estará disponible para guiar ese trabajo personal con el que se completan las exposiciones académicas en el aula.
Alicia Gadea
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