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Los beneficios de la inteligencia emocional para los compañeros del niño

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La inteligencia emocional repercute positivament en todas las áreas del niño.

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El psicólogo estadounidense Daniel Goleman define la inteligencia emocional como «la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones». Este término hace referencia por tanto a la capacidad para manejar y regular las emociones que tiene cada persona para saber desenvolverse en un contexto social.

Mucho se ha hablado de los beneficios que reporta a la persona la inteligencia emocional, especialmente a los niños, ya que de este modo consiguen una habilidad social muy importante para su desarrollo. Sin embargo, aquellos que potencian esta capacidad no son los únicos que logran efectos positivos. Todos aquellos que rodean a los menores también obtienen importantes beneficios.

Empatía y buen entendimiento

Tal y como se explica desde la Universidad Politécnica de Valencia la inteligencia emocional supone desarrollar la empatía en los niños. Una capacidad que les permite ponerse en el lugar de sus compañeros de colegio y de este modo resolver posibles conflictos que aparezcan en sus relaciones con ellos. Entender por qué los demás se sienten como se sienten, constituye el fundamento básico de la capacidad para establecer relaciones sociales exitosas.

Además, la inteligencia emocional también otorga un autocontrol sobre los sentimientos. Algo muy importante a la hora de forjar amigos ya que durante las discusiones entre compañeros el niño puede encenderse y decir algo de lo que posteriormente se arrepienta. Potenciar esta capacidad en los más pequeños les permitirá mantener la serenidad.

Potenciar su inteligencia emocional también contribuirá a que en un futuro pueda afrontar los retos de la vida. Si desde pequeño es capaz de identificar las necesidades afectivas de sus compañeros, al formar una familia podrá gestionar los problemas que puedan surgir entre sus hijos o las discusiones con su pareja, creando un ambiente excelente para el buen desarrollo.



Educar en la inteligencia emocional

Nadie nace no nacen sabiendo gestionar sus emociones. A los padres corresponde trabajar en estas capacidades en sus hijos. Hasta los 6 años, el cerebro de un niño no está completamente desarrollado como para poder regular sus emociones, por lo que es normal que las emociones les desborden.

Para poder ayudar a los hijos a canalizar sus sentimientos o resolver problemas, es necesario:

– Reconocer y gestionar las emociones como padres

– Ayudarle a calmarse, desde mi calma, poniéndonos a su altura, mirándole a los ojos y buscando el contacto físico, sin tratar de reprimir su emoción.

– Ayudarle a poner nombre a sus emociones: «Qué te pasa hijo, estás enfadado/triste o tienes miedo? ¿Qué te molesta/ preocupa/ da miedo?»

– Escuchar al niño mirándole a los ojos, asintiendo, utilizando expresiones cortas.

– Demostrarle que se entiende sus emociones, ampliar su perspectiva ayudándole a ver la situación desde otros puntos de vista y ofrecerle nuestra ayuda: «Entiendo que te sientas enfadado, pero, ¿sabes lo que pasa?, ¿quieres que te ayude a sentirte mejor?»

Damián Montero

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