El hecho de vivir en la llamada era de la información ha provocado que el debate sobre cómo debemos educar a los niños se extienda ya no solo a profesores y expertos de la educación, sino también a una mayoría de madres y padres motivados por ofrecer a sus hijos e hijas las múltiples oportunidades de potenciar su talento durante la etapa de educación infantil.
Entre los principales aspectos de la educación temprana destacan un conjunto de técnicas educativas que se caracterizan por estar dirigidas a los bebés y niños más pequeños (desde los 3 meses a los 6 años) y que tienen como principal objetivo, precisamente, potenciar las distintas capacidades de los niños y contribuir a su desarrollo cognitivo social y emocional.
De esta manera, si hablamos ya de las nuevas generaciones como «las más preparadas de la historia», la educación temprana se correspondería con la primera etapa de una formación que comienza a los pocos meses de vida y que finaliza, potencialmente, en la universidad.
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Las raíces de la educación temprana
Las raíces de la educación temprana se encuentran en los estudios del norteamericano Glenn Doman, que popularizó sus métodos de enseñanza en los años 50 por medio de los Institutos para el Logro del Potencial Humano.
El método Doman considera que los primeros seis años de vida son los años de mayor plasticidad neurológica y psicológica de los niños, esto es, el tiempo durante el cual su disposición al aprendizaje es mayor y se asientan además los cimientos de su desarrollo. Esta disposición para el aprendizaje va a depender tanto de las características genéticas del niño como de los llamados factores ambientales, sobre los que van a actuar las distintas actividades y programas propuestos por los principales expertos de la educación temprana.
Hablar de los factores ambientales en torno a los niños equivale a pensar en las distintas dimensiones de su educación anterior a los 6 años, y cómo éstas pueden fomentar un mayor desarrollo y expresión de sus capacidades del tipo que sean.
El desarrollo infantil y los beneficios de la educación temprana
Desde la educación temprana se pone entonces el énfasis en trabajar con todas las vías de acceso al cerebro, así como sobre sus formas de interacción con el mundo que los rodea. Y siempre sin olvidar lo más importante, un entorno altamente afectivo y con una metodología lúdica, pues es la única forma de aprender del niño.
Esto explica, de hecho, la amplia oferta educativa con la que suelen contar la mayor parte de los centros basados en el modelo de la educación temprana, comprometidos con ofrecer todas las herramientas necesarias para acompañar esos primeros 6 años de formación. Uno de los pilares habituales de esa oferta y sobre el que se insiste especialmente es aquel que tiene que ver con el aprendizaje de lenguas extranjeras. Más allá de la educación bilingüe en inglés, bastante común en nuestros días, ya hay algunos colegios que ofertan, además, programas de francés, portugués o chino mandarín, buscando sentar las bases necesarias para que niños y niñas aprendan estas lenguas en el futuro con una mayor naturalidad y rapidez.
Otro tipo de programas dentro del espectro de la educación temprana van desde la música hasta el ajedrez, pasando por otros más específicos como la filosofía o el cálculo mental. De nuevo, el objetivo de los distintos programas es estimular las capacidades intelectuales de los pequeños, pero también fomentar el desarrollo de su memoria, imaginación o creatividad. Asimismo, no hay que olvidar que todo ello, en cualquier caso, habrá de tener lugar en un entorno -sea doméstico o escolar- afectivo, que impulse las relaciones entre niños y niñas y contribuya también a desarrollar sus habilidades sociales.
En suma, podemos ver que la educación temprana se corresponde con un método de aprendizaje adaptado a nuestros tiempos, donde la formación emocional, social e intelectual es más importante que nunca. Impulsar la educación temprana de los más pequeños es impulsar no solo su futuro individual, sino el futuro de todos.
Emma Pérez Madorrán. Directora del Colegio Europeo de Madrid y la Escuela Infantil Europea BEBIN
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