La regulación emocional es una facultad que podemos enseñar a nuestros hijos a partir de los tres años, para que crezcan como adultos sanos y felices. El autocontrol de las emociones puede entrenarse mediante estrategias positivas como la identificación y la expresión de las emociones, con el fin de desarrollar la inteligencia emocional.
Regular las emociones: un proceso lento, pero posible
La inteligencia emocional es una aptitud de la que depende el sano desarrollo de nuestros hijos. Y, el autocontrol es una de sus carácterísticas. Normalmente, relacionamos este rasgo como algo propio de los adultos, pero la regulación y gestión de las emociones puede comenzar a entrenarse en niños desde los tres años, como señala Begoña Ibarrola, psicóloga y experta en Educación Emocional.
El autocontrol es una habilidad que depende del córtex prefrontal del cerebro. Usualmente, esta termina de madurar cuando las personas tienen alrededor de veinte años. Pero, su desarrollo puede comenzar a potenciarse desde la infancia, a partir del momento en el que los niños controlan sus esfínteres. Es posible, entonces, entrenar a nuestros hijos en la canalización y gestión de las emociones, con el fin de que desarrollen su inteligencia emocional y crezcan como adultos sanos y felices.
Sin, embargo, no podemos esperar que nuestros hijos sean maestros de la inteligencia emocional. «No podemos exigirles que se controlen y sepan comportarse en todo momento», declara Ibarrola. No hay que olvidar que sus cerebros están en proceso de maduración, por lo que debemos ir poco a poco. A continuación, te ofrecemos algunos consejos para que comiences a educar a tus hijos en el autocontrol, para que en el futuro puedan ser expertos en la regulación emocional.
Legitimar las emociones e identificarlas
Es muy importante legitimar la emoción, enseñar a los niños a identificar lo que sienten y hacerles entender que las emociones no son algo negativo. «Los niños son mucho más listos de lo que pensamos. Saben perfectamente que la emoción no es un estado indefinido, sino un lugar de paso, un elemento cambiante», señala Ibarrola.
Expresar las emociones con palabras
En segundo lugar, debemos animar a nuestros hijos a expresar las emociones con palabras. «Una de las más explosivas es el enfado«, establece la psicóloga. Los niños suelen patalear, llorar, morder, etc. como forma de dar a conocer lo que sienten. Es bueno recordarles que, aunque es normal que se enfaden, es mucho mejor y más productivo manifestarlo mediante palabras.
Podemos utilizar frases de ejemplo para que ellos las puedan imitar, como: «estoy enfadado porque…». También podemos hacer uso de juegos para que nuestros hijos practiquen expresar sus emociones, usando juguetes y personajes de cuentos para interpretar escenas en las que se deban utilizar palabras para exteriorizar lo que sienten.
De hecho, Ibarrola opina que los cuentos son un recurso de primer orden en el desarrollo de la inteligencia emocional. «A través de un lenguaje simbólico y metafórico, los niños entienden muchos procesos que a veces son complejos de explicar con palabras. El cuento es como un entrenador emocional, porque el niño se identifica con los personajes y sus experiencias, pero con una distancia de seguridad, que le permite anticipar situaciones que él en su día a día no esta viviendo, pero los personajes del relato sí».
Una estrategia positiva para educar
Otra forma de educar la regulación emocional, nos dice Ibarrola, es siguiendo una estrategia positiva. Es decir, enfocarnos en ofrecer y enseñar qué se puede hacer ante una emoción, en lugar de resaltar lo que se debe evitar. Solemos hacer énfasis en lo que el niño no debe hacer: «no te enfades», «no chilles»; pero hay que sugerirles que es lo que sí pueden hacer cuando, por ejemplo, se enfadan.
Esto también debemos aplicarlo a la hora de solucionar problemas de conducta. En lugar de únicamente establecer castigos y prohibiciones, debemos intentar encontrar una alternativa positiva. Por ejemplo, si un niño presenta una actitud agresiva cada vez que comienza un juego porque quiere ser siempre el primero en participar, podemos hacer una lista en la que quede por escrito quién tendrá el primer turno cada día. Así, se evitarán batallas innecesarias.
Mucha paciencia para conseguir el autocontrol de las emociones
Por último, es esencial ser pacientes. La estructura cerebral encargada del autocontrol de nuestros hijos estará en desarrollo hasta que tengan alrededor de veinte años. Por este motivo, tendremos que repetir las reglas y consejos una y otra vez, con calma, para que nuestros hijos puedan desarrollar su inteligencia emocional.
El autocontrol sí es una cosa de niños. Como padres, aspiramos a que nuestros hijos crezcan para convertirse en personas sanas y felices, y comenzar a formarlos en la regulación emocional es posible a partir de muy tierna edad. Así, los niños podrán comprender qué son las emociones y aprender a expresarlas de la mejor manera posible, mediante palabras, cuentos y juegos. Una estrategia de enseñanza positiva servirá como entrenamiento para que puedan desarrollar el autocontrol que tan útil les resultará en su vida adulta.
Isabel López Vasquez
Asesoramiento: Begoña Ibarrola, psicóloga especializada en Inteligencia Emocional.
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