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Ares González: «Teletrabajar no es la solución a la conciliación familiar que reclamamos desde hace tiempo»

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Ares González, maestro y formador de Educación y Crianza, especializado en acompañamiento respetuoso a la infancia, innovación pedagógica, familia y crecimiento personal, nos invita a tirar el GPS por la ventana y disfrutar del camino, porque la crianza es un viaje apasionante. Como padre de tres hijos nos descubre la necesidad que tienen los hijos de abrazos, caricias y contacto, y los padres de paciencia para mejorar el bienestar familiar.

Educar sin GPS es un libro que nos empuja a disfrutar de nuestros hijos y, sobre todo, a aprender a combinar su educación con nuestra propia vida. Aunque el sistema nos empuja a vivir con prisas y no está hecho para tener hijos porque los permisos por nacimiento no son suficientes, las medidas de conciliación son prácticamente inexistentes y cada día hacemos malabares para compaginar vida personal, familiar y profesional, no debemos renunciar.

El exceso de información sobre cómo educar, no saber distinguir lo importante de lo secundario y el síndrome de la madre perfecta son los tres grandes problemas que nos afectan. Lo que tu hijo realmente necesita es tu presencia, alguien de referencia que lo atienda, lo escuche y lo acompañe.

El sentido común en la educación de los hijos

¿Qué es el GPS en la educación? ¿Cómo decirles a esta generación de padres sobreinformados que se olviden de él?
Ahí es donde reside en la gran dificultad ya que ahora mismo tenemos muchísima información que nos llega constantemente. Pero además, nos llega información de nuestros amigos, que nos dicen cómo lo hacen con sus hijos, de nuestras madres… El pediatra nos dice una cosa, el psicólogo otra y al final no educamos desde lo que nosotros pensamos o nuestra familia necesita. En este libro, intento mostrar el camino para que lo puedas hacer cada uno, construyendo los cimientos de la educación tu familia, y utilizando el sentido común.

¿Por qué crees que es tan importante el sentido común en la educación?
En realidad, el sentido común, a veces es el menos común de todos los sentidos. Y digo esto porque para cada uno es diferente y debe aplicarlo a un modelo de familia distinto. Debemos profundizar en las necesidades que tienen los niños y en las necesidades que tenemos como familia. Cuando educamos ponemos a nuestros hijos en la línea del centro, pero a veces se nos olvida que como padres somos personas y que nuestra familia es lo que sostiene a estos niños que están en crecimiento. El sentido común que nos hace mirar con una visión global a todo, la crianza de los niños, la familia y todo lo que está alrededor.

Dices que los límites son esenciales porque no enseñan a obedecer, ¿estamos hablando de una educación a la inversa? ¿de qué forma podemos marcar límites a los niños?
Venimos de un patrón educativo en el que teníamos que obedecer y de ese modo sabíamos exactamente qué era lo que lo que tenemos que hacer. Creo que de ese modo no se respetaba a los niños. Después, la educación emocional explosionó en las vidas de muchas familias y ahora estamos viviendo en un tránsito de modelo en el que los padres tratamos de escuchar a los niños y así vemos lo que está pasando.

Los niños necesitan unos límites para vivir y estar seguros.

Y esa es la clave: para estar seguro cualquier persona debe saber qué puede hacer y qué. Yo siempre digo que los mejores límites son los que no hace falta poner porque algo más importante que los límites es el marco de acción, que consiste en que sepan lo que se puede hacer en cada momento y en cada lugar, y lo que no. Nos ahorraremos muchísimas discusiones si hacemos esto. Por poner un ejemplo, si en tu casa tienes dos figuritas de porcelana que se pueden romper y las pones al alcance de tu hijo vas a estar todo el día diciéndole que no las toque por seguridad, cuando en realidad lo que puedes hacer es subirlas. Por lo general, los niños necesitan tres años para integrar los límites, es decir, no es porque lo digo y lo hago ahora. Se entiende mejor con el tema del inglés, no aprenden a hablar de hoy para mañana, ni andar de hoy para mañana, ni aceptar un límite de hoy para mañana. En realidad, cuesta muchísimo. Y por otro lado, no se trata solo de poner el límite, sino adaptarlo al marco de acción.

¿Cuál es el verdadero peligro de una paternidad no presencial? ¿Qué han ganado las familias con la nueva estructura del teletrabajo?
Para mí la presencialidad paternal tiene dos ámbitos. Uno, es el tiempo que estamos con nuestros hijos y otro, como nos relacionamos con ellos. Pasar tiempo con nuestros hijos es fundamental, tan fundamental que muchas de las dificultades que atravesamos hoy en día las familias es porque a veces no pasamos el tiempo suficiente con nuestros hijos o lo pasamos de forma discontinua. Al final, ellos lo que necesitan es continuidad en la presencia para poder estar bien. He llegado incluso en el aula a recomendar, en plan de broma, curas de presencia para algunos niños, que no es otra cosa que sus padres pasen más tiempo con ellos. Hemos visto mucho en la pandemia, que esos niños y niñas que tenían dificultades han mejorado muchísimo porque su padre o su madre podían estar más con ellos. Hoy en día, las dificultades que tenemos para conciliar la vida laboral y familiar son dificilísimas, y el teletrabajo lo ha resuelto solo en parte, ya que cualquiera que haya teletrabajado con niños en casa, sabe perfectamente que eso ni es educar ni es trabajar. Creo que, claramente, no se puede hacer dos cosas la vez. No se puede estar a medias, no puedes estar trabajando y a la vez cuidando a tus hijos. No se puede y si lo haces, lo estás haciendo mal y no pasa nada porque nos ha tocado hacerlo, pero debemos ser conscientes del precio que se paga. Teletrabajar no es la solución a la conciliación laboral que reclamamos desde hace tiempo. Hay que buscar otras medidas en las que podamos estar con una presencia real con nuestros hijos, sin educar desde la distancia.

¿Por qué crees que es necesario que lloren los niños en contra de lo que se nos ha enseñado siempre?
Yo digo que los niños tienen que expresar las necesidades que tengan. Si son de llanto que lloren. Pero se nos ha educado pensando en que la solución no es llorar y luego hemos visto otras corrientes donde se defendía que había que dejarles. Yo creo que debemos acompañar las emociones de nuestros niños, y aprender a distinguir el llanto en cada momento, no tomarlo como una regla fija: no le puedo dejar llorar. Bueno, si el niño está aprendiendo a andar y se cae, es normal que llore porque está aprendiendo. Aparece una frustración y tenemos que empezar a distinguir si es un llanto de rabia, de frustración, de ausencia, de abandono… A veces, es necesario vivir esa frustración de caerse al suelo, que volverá a vivir más adelante cuando no le salga un ejercicio que está haciendo o cuando quiera pintar alguna cosa. Y esa frustración forma parte del desarrollo necesario para crecer.

Ese llanto puede ser positivo, siempre que estemos acompañando esa frustración, y les demos las herramientas para que cuando le vuelva a ocurrir, sepa cómo resolverlo.

No es necesario detener el llanto, pero tampoco podemos dejar a los niños abandonados y que lloren, porque aunque según algunas tendencias estamos limpiando, estamos purificando. El llanto tiene un sentido emocional y no aceptamos un llanto que no sabemos contener. Debemos permitir que ocurra y dar las herramientas para controlarlo.

¿El amor incondicional se conoce a base de mimos, abrazos y caricias?
Se llama amor incondicional porque se nutre del vínculo, de la relación que tenemos y expresamos con caricias, con mimos, con cariño*, pero también con esa mirada que te sostiene en la distancia cuando consigues algo o cuando ha hecho algo que no podía hacer por el contexto en el que estamos y le pones un límite con amor y con cariño. Ese amor incondicional aparece también en el parque, cuando ha pegado a otro niño y a ti no te gusta y tú sigues estando allí o cuando nos despierta por las noches y sigues estando allí. Expresar ese amor incondicional, independientemente de lo que ocurra, es fundamental porque demuestra a tus hijos que tú estas ahí para ellos, y esa es la fuente de su seguridad.

¿Qué tipo de amor hay cuando hay gritos y castigos? ¿Por qué los gritos y castigos están ahora en el ojo del huracán de psicólogos y pedagogos?
Cada vez que castigamos, estamos ocultando el problema, porque éste va a salir una y otra vez y va a ser más difícil controlarlo. Ahora, en lugar de castigar, aplicamos consecuencias educativas, que tienen como contrapartida que son lógicas desde el punto de vista del adulto, pero también están matizadas por el enfado, es decir, la emoción que tenemos como personas que somos. De manera que, al final son castigos encubiertos. El objetivo que tenemos como padres es reconducir una conducta, es decir, que nuestros hijos aprendan y eso se consigue buscando soluciones.

Otro tema que preocupa mucho a los padres es el de la autonomía, ¿cómo saber cuándo un niño es autónomo?
Vivimos en una sociedad de padres sobreprotectores y yo siempre digo que la autonomía es lo único que depende exclusivamente de ti como padre o madre. Lo veo cada día y además es algo en lo que tenemos que pararnos a pensar, porque lo fácil es no darles autonomía. Lo fácil es vestirles, lo fácil es darles de comer, lo fácil es hacerles los ejercicios. Pero cada vez que lo fácil entra en su vida, más tarde tendrás que reeducarle porque querrás que tu hijo o tu hija te ayude la cocina o a recoger los platos o sea responsable de hacer sus tareas o sus trabajos de la escuela. Por tanto, la autonomía es algo que tenemos que trabajar cada día, poco a poco, y sólo se consigue si tú, como madre, como padre, le das la oportunidad de hacerlo. Hay algo maravilloso, que podemos hacer y es sentarnos y observar a ver qué puede hacer nuestro hijo, porque nos va a demostrar que puede hacer mucho más de lo que pensábamos. Y eso poco a poco, poco a poco construye una personalidad, ya que cuando una persona se siente capaz y tiene todas las posibilidades para hacer lo que necesita, le proporciona una gran seguridad a la hora de crecer. Sin embargo, por otro lado, cuando decimos al hijo que no es capaz, le estamos dando la información que seguramente no quieras para su futuro, porque va a depender de un tercero, para todo, incluso para atarse los zapatos. En este sentido, la relación de los niños con la comida también es un factor relacionado con la autonomía.

¿Cree que la obesidad está vinculada con la falta de autonomía?
De hecho, la obesidad crece cada día más porque no se respeta algo tan natural como la sensación de saciedad. Solo tengo que hablar de mi familia y de lo que yo he vivido. Vivimos en la cultura que ha vivido una posguerra. Había que acabarse todo el plato porque no sabemos cuándo íbamos a comer de nuevo y esto ha quedado grabado en varias generaciones.

Pero ahora lo que necesitamos es comer lo que necesitamos comer y saber cuál es nuestro límite.

Hablamos de educar la sensación de saciedad que se produce cuando empiezas a comer y llega un momento en el que el cuerpo dice hasta aquí. Sin embargo, a los niños les ponemos el plato y no les dejamos levantarse hasta que lo terminan. En cambio, si comiendo tranquilamente nos hacen algún gesto si son pequeños como quitar la cara o apartar el plato, o si han empezado a hablar nos dirán no quiero más y nosotros decimos: sí, hombre que queda un poquito más, lo que estamos haciendo es que se empiece a obviar esa sensación de saciedad y le estamos dando al cuerpo mucho más alimento de lo que necesita. Entonces generamos una sociedad sobrealimentada, una sociedad de sobrepeso y obesidad. Es una pandemia invisible que estamos viendo en España, las cifras son exhorbitadas y es un problema muy grave.

¿Por qué cree que la mente de los niños usa el método científico de forma natural?
Los niños utilizan el método científico en el juego, porque lo primero que hacen es explorar todas las posibilidades que hay. Su mentalidad es la de no saber qué están haciendo y lo maravilloso es que no tienen un previo de histórico para relacionar. Así, cogen una pieza, la exploran, piensan en sus posibilidades, la prueban de varias maneras una y otra vez, simbolizan y juegan. Todo esto es el método científico. Paso a paso, comprueban la hipótesis, vuelven a probar, y vuelven a hacerlo. Y así van construyendo su aprendizaje, empiezan a andar, se caen, se vuelven a levantar, y de este modo preparan su cuerpo y su desarrollo. Vivimos en una sociedad en la que el fracaso es un error que se ha castigado muchísimo. Cada error es una oportunidad de aprendizaje porque nos va a dar la posibilidad de reinventarnos, cambiar y hacer las cosas diferentes. Lo mismo ocurre con tus hijos, cada vez que se equivoquen tendrán la posibilidad de volverlo a hacer de nuevo.Para terminar hablamos de amores.

¿En qué manera determina la felicidad de los niños la relación amorosa de los padres, si se quieren, si se respetan…?
En realidad, lo que los niños y las niñas necesitan es que el vínculo como padres este fuerte. Esto incluye a familias que viven juntos y a familias separadas. Las familias están separadas y tienen un vínculo fuerte entre ellos, que les une como padres, no como pareja, benefician en gran medida el desarrollo de sus hijos. Normalmente, cuando hablamos de la crianza se nos olvida que la parte fundamental es que la pareja esté fuerte. La felicidad de los niños depende de la relación de los padres y de si se quieren y se respetan. El vínculo de pareja lo vamos a tener el tiempo que la pareja considere necesario porque la pareja se puede romper, pero el vínculo que tengo como padre o como madre es para toda la vida, y los niños necesitan que el vínculo sea fuerte para estar bien. Normalmente, no lo tenemos en cuenta. Tenemos en cuenta los límites, la autonomía, el sueño, pero necesitan que sus padres estén bien como personas. Y si están en pareja, que estén bien como pareja dentro las posibilidades porque todas parejas tenemos subidas y bajadas, como es normal.

Marisol Nuevo Espín

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