¿Nativo o no nativo? Muchas veces debemos ir más allá de esta pregunta y plantearnos que, lo que realmente importa, es que el profesor de idiomas sepa guiar al alumno, sea consciente de sus capacidades y consiga animar su progreso.
El hecho de que estudien lenguas vivas, al contrario que el Griego o el Latín, significará que el idioma mute y evolucione, porque lo que siempre resultará beneficioso contar con un profesor atento a estos cambios.
Aprender un idioma fuera de su contexto es, en muchas ocasiones, complicado y está demostrado que una lengua se aprende verdaderamente pasando tiempo en el lugar de origen de la misma. Y si Mahoma no va a la montaña, la montaña vendrá a Mahoma en forma de profesor nativo.
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Profesores nativos: los interlocutores extranjeros
Queremos que estén lo mejor formados que sea posible y más aún si se trata en cuestión de idiomas. Contar con un profesor nativo durante su formación es un aspecto a tener en cuenta, ya que le aportará una preparación complementaria a la que pueden aprender de un no nativo.
El concepto de aprender idiomas está más que asentado. Lo que antes eran unas tímidas clases de dos horas a la semana se han convertido rápidamente en nuevos modelos educativos que, a su vez, han desembocado en colegios bilingües en los que dan hasta ciencias naturales en inglés u otro idioma.
Por supuesto, acaban aprendiendo el vocabulario, la gramática y se sueltan a hablar en lenguas que no son las suyas con sus compañeros, sin ningún problema, durante las clases. Sin embargo, todo cambia cuando tienen la oportunidad de ponerse a prueba con auténticos interlocutores extranjeros.
Estos se expresan tan deprisa que no nos da tiempo más que a captar un par de conceptos. Su pronunciación es cerrada o emplean tantas florituras que hay que estar un rato rumiando hasta que descubrimos a qué se refieren. Por no hablar del slang o esa jerga que, al final es lo que más se usa, pero que nosotros descocemos al haber estudiado en un ambiente más académico.
Es por eso que, en caso de que no cuenten con un profesor nativo en su centro habitual, podamos facilitar a nuestros hijos algún tipo de experiencia, a través de la cual puedan practicar otro idioma con ellos. Acudir a campamentos de verano, pasar un corto periodo de tiempo en el extranjero, e incluso únicamente acudir a una academia por las tardes, significará un nuevo enfoque en el aprendizaje, mucho más real.
Aprender con un nativo: ventajas
Aprender de un nativo supone ventajas de entendimiento. Y es que no se trata solo de aprender a hablar un idioma, sino de poder conocerlo e interiorizar la cultura de la que proviene para que el proceso de enriquecimiento sea completo. Un profesor nacido aquí no podrá explicar las costumbres y manías tan bien como alguien nacido en el país de origen.
Otro de los aspectos positivos que presentan estos profesores es que contarán con recursos propios para la enseñanza, ya sea con juegos, canciones típicas o ejemplos reales de su cultura. Por no hablar de que practicarán con ellos expresiones coloquiales y serán más naturales en cuanto al lenguaje que emplean habitualmente en su país.
El reclamo de los profesores nativos
Como en casi todas las cuestiones de la vida, hasta si dejamos a nuestros hijos en manos de un profesor nativo genera un bando de partidarios y otro de detractores. No se trata de establecer si son mejores que los, más que preparados, docentes en nuestro país. Podemos considerarlo como una enseñanza complementaria e igual de beneficiosa.
Por supuesto, y al igual que los demás profesores se han formado para aprender a dar clase, se espera lo mismo de uno nativo. No es cuestión de que, simplemente, domine mejor el idioma de forma oral, sino que sepa transmitir y adecuar sus conocimientos en los diferentes aspectos exigidos en las pruebas de examinación oficiales.
Es cierto que consiguen que las clases sean más relajadas y divertidas, ya que se sienten cómodos con el idioma. Asimismo, presentan un mayor control de expresiones y conceptos coloquiales, así como de la pronunciación real a la que nuestros hijos pueden llegar a enfrentarse. Esto mejorará el oído y la expresión de los alumnos, corrigiendo y practicando listenings más informales.
Ana Cemborain
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