Saber otros idiomas es tremendamente útil en nuestras vidas. Nos facilita situaciones tan cotidianas como trabajar, investigar, viajar… Pero parece que conforme nuestros hijos van creciendo y se hacen mayores, es menos frecuente que se aventuren a aprender otro idioma.
El factor más común es la falta de tiempo, pero muchas veces el otro elemento que les impide estudiar otra lengua -y nos imposibilita a nosotros animarles a que lo hagan? es que ya no les resultará tan intuitivo y sencillo como cuando eran pequeños y aprendían como esponjas. Sin embargo, y aunque esto sea cierto, aprender un idioma en la juventud puede llegar a ser rápido, sencillo e incluso divertido.
José Ramón Torres Águila, Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona, explica que «no es imposible que un adulto aprenda una lengua extranjera. El proceso de aprendizaje es sencillamente diferente, ya que el adulto cuenta con ventajas derivadas del hecho de que ha aprendido a aprender: puede seguir instrucciones detalladas, inferir, deducir, generalizar, etc. Su aparato conceptual, sus técnicas de procesamiento de la información, capacidad de concentración y recursos nemotécnicos son superiores a los del niño. Se trata de aprovechar todo esto en la enseñanza y el aprendizaje».
Idiomas, la dificultad no está solo en la edad
Respecto a esto, muchas veces creemos que para un niño que ha escuchado otro idioma durante varios años, de mayor le resultará más más sencillo hablarlo que escribirlo. Sin embargo, Torres explica que «el desarrollo de cada habilidad lingüística siempre se verá diferenciado entre los individuos, pero será según su motivación, capacidad de abstracción y análisis, timidez, filtros socioafectivos y un largo etcétera».
Por ello, Torres no cree que el problemade aprender otro idioma esté en la edad, ni tampoco en el entorno lingüístico: «nacer, crecer y educarse en un medio donde no se hable inglés o francés o ruso no quiere decir que no se pueda aprender este idioma. Yo me preocuparía más por la mercantilización de la cultura, que ha minado la elaboración de los materiales para la enseñanza de lenguas. Como ha sucedido con los coches, los televisores o los ordenadores, los manuales de idiomas han dejado de ser un producto local, y la errónea suposición de que sus objetivos y contenidos no tienen por qué adecuarse a unas necesidades específicas afecta seriamente a la calidad de la docencia. No se trata de una conjetura contestataria mía, es la opinión de muchos especialistas».
Además, considera que la dificultad de los españoles e iberoamericanos para pronunciar el inglés «es un problema real provocado por los métodos que aún se utilizan para enseñar idiomas a los hispanohablantes, y que no tienen en cuenta el contexto de aprendizaje, el perfil psicolingüístico de los alumnos ni sus necesidades concretas en lo que respecta a la lengua que intentan aprender.» Respecto a esto, y bajo su opinión, «el reto para los educadores está en identificar y subsanar las deficiencias en los enfoques y materiales didácticos que «se les ofrecen». Una selección consciente y cuidadosa -y no basada en primeras impresiones- es de absoluta importancia para optimizar el proceso de aprendizaje. Por lo general el profesorado goza de bastante libertad para adoptar, adaptar o diseñar los materiales que utiliza en sus clases.»
A pesar de esto, Torres tiene un punto de vista positivo: «los problemas de enfoques y materiales didácticos son reales y serios, pero tienen solución. Está en el tipo de entrenamiento lingüístico y pedagógico que deben recibir los estudiantes cuyo perfil profesional será la enseñanza de lenguas extranjeras. Por ejemplo, los estudios lingüísticos en las carreras de filología en una lengua extranjera deberían tratar temas de corte práctico, como el análisis contrastivo y de errores. Una gramática, lexicología o fonética teórica es por naturaleza descriptiva y detallada, por lo que ofrece a su «contrapartida pedagógica» demasiado por una parte y demasiado poco por la otra. Con profesores de idiomas sin unas herramientas eficientes y pertinentes para su labor, el fracaso está garantizado.»
Soluciones para aprender otro idioma de adulto
Las soluciones que propone José Ramón Torres Águila para que los jóvenes se animen a aprender otro idioma y les resulte más sencillo giran en torno a que «deben aprovecharse al máximo las posibilidades que ofrece la Unión Europea. Existen miles de centros de idiomas en el Reino Unido a los que se llega más rápido que a ciertos puntos dentro la península ibérica.
Pero también, afortunadamente, en cualquier barrio de Burgos, Valencia o Almería se pueden encontrar estupendos profesores que se esmeran por relacionar los objetivos de sus clases con las necesidades específicas de sus estudiantes, que provocan una práctica lingüística real, que prestan mayor atención al proceso que al producto, y que se han alejado de los componentes puramente cognitivos del aprendizaje, de las actividades memorísticas o repetitivas, y de todo lo que dificulta e impide el aprendizaje de idiomas. Estos son los profesores que cada día desalojan el escepticismo de las aulas de idiomas para adolescentes. Tienen nombres y apellidos familiares, y sus alumnos los admiran y respetan».
Sara Pérez
Asesoramiento: José Ramón Torres Águila. Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona
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