En educación todo suma. Una tarde de diversión en familia puede ser un momento de aprendizaje de virtudes inigualable. Una mañana de competición en el colegio genera más habilidades sociales que deportivas. Un juego de mesa esconde valores que no se perciben a simple vista. Tenemos que aprovechar estas oportunidades porque serán mucho más útiles que el mejor de los sermones que nos preparemos como padres.
Con la mochila al hombro: qué aprenden los niños un día de excursión
Salimos de excursión, da igual que sea una visita al campo o a alguna ciudad con patrimonio cultural. Vamos a pasar un largo día juntos con un coste total que no supera el precio de unos bocadillos. Regresaremos con las mochilas llenas de buenos valores.
1. Sacrificio. Lo aprenden desde el primer momento en que, pasados quizá solo unos minutos, afirman por primera vez que están cansados.
2. Evaluación de límites. «No puedo más». «Sí puedes». Y pudo. Aprenderán que el límite de sus fuerzas suele estar más allá de donde ellos lo sitúan.
3. Autocontrol. Es, posiblemente, la parte más difícil de enseñar y de aprender. Sabemos que van a pasar algunos ratos malos, de cansancio, frío, calor, hambre… pero tienen que ir entrenando esa virtud que consiste en no quejarse y hacer frente al reto que tienen delante.
4. El valor de lo sencillo. El día será redondo y no habremos consumido nada. Con eso todos recordaremos que la sencillez es un valor imprescindible.
Te recomendamos: una buena excursión al campo, una visita cultural bien preparada con documentación que los niños puedan comprender.
Más allá de la pantalla: qué aprenden en un espectáculo
Es delicioso ir con ellos al cine o disfrutar de una película, juntos, algo apretados, en el sofá de casa. Y si sabemos sacarle partido, es una oportunidad para generar conversaciones importantes.
1. El rol play. Aprovechamos las vicisitudes de los personajes para moldear su inteligencia emocional.
2. Situaciones poco habituales. Les hacemos ponerse en situaciones extremas que les preparen para la vida cotidiana. Es una forma de enseñar con el ejemplo pero con el ejemplo ajeno.
3. Autoconocimiento. Identificarse con los personajes de la película les ayudará a descubrir cómo son, sus propias emociones, sus virtudes y defectos.
Te recomendamos: Canta, sobre el esfuerzo, el sacrificio, la familia, la amistad y cómo volver a levantarse cuando nos hemos equivocado.
Con el tablero en la mesa: qué aprenden una tarde de juegos
Cualquier juego de mesa vale. Desde uno sencillo con unas cartas hasta el más sofisticado de ficción. Lo importante es estar en familia. Y aprovechar la ocasión para desarrollar algunas virtudes fundamentales para la socialización.
1. Normas. Lo importante de los juegos, que están adaptados a diversas edades, es que tienen unas normas que a los hijos no les cuesta asumir porque, si no, no funcionan. Esto pueden extrapolarlo a su vida cotidiana.
2. Ganar, perder, jugar. La sociedad actual ha fomentado tanto en los niños la importancia de participar que ha olvidado prepararlos para algo tan habitual como perder. En un juego de mesa solo uno gana y todos los demás pierden. Es un buen entrenamiento.
3. Respetar los turnos. La ansiedad, la dificultad para esperar, se corrigen con los sistemas de turnos que les vendrán muy bien en su día a día.
4. Ambición y diversión. Tendrán que conjugar sus sanos deseos de ganar con la necesidad de que el reto no anule la diversión.
Te recomendamos: los juegos tradicionales en los que se mezclan destreza y azar.
Leer entre todos: qué aprenden cuando les gusta leer
Una parte de la responsabilidad de que los niños adquieran hábito lector es del sistema educativo, pero otra nada desdeñable, es de las familias, donde hay que fomentar este hábito desde la infancia. ¿Cómo se logra? Dando ejemplo. Leyendo en familia, también en voz alta.
1. Imaginación. La lectura siempre fomenta la imaginación pero algunos libros infantiles son tan sencillos y están tan plagados de dibujos que acaban por anular su desarrollo. Si leemos a nuestros hijos libros aptos para todos los públicos pero no necesariamente de niños, desarrollarán su imaginación al visualizar lo que escuchan.
2. Amor por la literatura. Para amar la literatura hay que leer buena literatura, pero no se puede leer buena literatura a cualquier edad. Leer en familia solventa este problema y permite a los niños acercarse a los grandes autores desde la infancia.
3. Los valores tradicionales. Las grandes obras están repletas de grandes valores. Una buena novela compartida nos permite analizar comportamientos y actitudes que ayudan a nuestros hijos en su proceso de socialización.
Victoria Molina
Te puede interesar:
– La magia de leer: cómo impulsar el amor por la lectura
– Ideas para potenciar la creatividad en casa
– 10 claves para fomentar la lectura en tus hijos
– 10 rutas de senderismo para disfrutar de la naturaleza en familia