Quienes no saben expresarse dicen solo algo parecido a lo que piensan, y al hacerlo confusamente, logran ser malinterpretados, lo que provoca incomprensión y trascendentes malentendidos. Como el filósofo griego Aristóteles dijo: «uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras», por eso es necesario acertar con las palabras que se emiten.
El lenguaje humano es tan rico como necesario para el hombre. En los medios de comunicación causó impacto la afirmación del experto en educación, Fernando Alberca: «Si la Primaria se dedicara a enseñar a Leer mejor, Hablar, Escribir y Observar, y a estimular mejor los sentidos, sin duda la escuela estaría mejor aprovechada que actualmente».
Por otra parte, hablar mejor le asegura al niño el éxito en sus futuras entrevistas de trabajo, locuciones públicas, argumentaciones orales, exposiciones… capacitándolo en el uso de destrezas y habilidades sociales que ya no son un plus, sino una necesidad para su felicidad.
Hablar es espontáneo
El lenguaje oral es la manera que usamos habitualmente para comunicarnos con los que nos rodean. Pero encontrar las palabras para expresar algo que realmente tenemos en mente, porque nos interesa o nos afecta, es más dificil. ¿Qué nos puede ayudar en estos casos?
Vocabulario y frescura. Poseer un amplio vocabulario para encontrar las palabras precisas en cada momento es fundamental, pero además debemos sonar naturales para conectar con quien estamos hablando.
Personaliza tus palabras. Con ejemplos y anécdotas conseguirás que tus historias se graben en la memoria de las personas con quienes estás hablando.
Habla sobre lo que sabes. Transmitir credibilidad es fundamental para que las personas que te escuchan se tomen en serio lo que estás diciendo.
Tono y entonación. Muchas veces ya no es lo que dices, sino cómo lo dices, lo que inspira a tus interlocutories. Un tono de voz cálido o amargo cambia totalmente una frase y lo mismo ocurre con la entonación, los gestos, la intensidad y el timbre. Hablar no es solo decir palabras, al hablar hay que tener en cuenta tanto lo que decimos como el cómo lo decimos.
Ejercicios para expresarte con precisión
1. Explicar oralmente un gráfico estadístico que aparece originariamente en columnas.
2. Describir una escalera de caracol sin mover las manos.
3. Pensar en el mayor número de adjetivos que se le ocurren a uno, para describir cómo se siente triste, cansado, alegre, emocionado…
4. Jugar a decir alternativamente entre los jugadores, diferentes razas de perros, apuntar 1 punto a quien no se le ocurra ninguno. Entonces jugar con igual sistema a decir diferentes tipos de maderas. Después con tipos de tela. Al terminar, hacer lo mismo con tipos de materiales, etc. Pierde quien más puntos acumule.
Las expresiones hechas: encuentra nuevas palabras
Demasiadas veces los hijos emplean expresiones hechas, con las que no dicen lo que piensan, sufren, esperan, sueñan, les mueve o les inmoviliza. Incluso dicen lo contario de lo que piensan, ante el obstáculo de expresar la verdad. Aquí la riqueza del vocabulario juega un importante papel para aprender a hablar.
Así, emplean la palabra bien, cuando quieren decir me encuentro desanimado, o desilusionado, o desorientado. Y no es lo mismo sentirse decepcionado, traicionado o simplemente cansado, que fatal. No es lo mismo sentirse reilusionado, satisfecho, reconocido, que bien, ni siquiera bastante bien.
En un estudio que realizó el profesor Fernando Alberca para su libro Todo lo que sucede importa. Cómo orientarse en el laberinto de los sentimientos, descubrió que los adolescentes entre 10 y 27 años no acertaban siquiera a agrupar los sentimientos en buenos o malos, beneficiosos o perjudiciales. La mayoría de los adolescentes españoles no saben distinguir entre la satisfacción y la euforia, el nerviosismo y el estrés, el cansancio y la depresión, el orgullo y la susceptibilidad, la sensibilidad y la irracionalidad, e incluso la verdad y la mentira o lo bueno y lo malo.
Y quien no reconoce con exactitud lo que le pasa, no puede descubrir sus causas ni cómo remediarlas.
Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Fernando Alberca, profesor y escritor. Autor del libro Todos los niños pueden ser Einstein.
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