El desarrollo de todo niño es un camino largo, difícil y en donde influyen distintos factores que pueden hacerlo más liviano o más duro. Es el caso de los hijos con Trastornos por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), quienes tanto en casa como en otros lugares, como el colegio, deben recibir más atención para poder responder a sus necesidades.
Unas necesidades que aumentan en situaciones especiales como los superdotados. En estos casos, el tratamiento para su correcto desarrollo debe ser diferente del resto para adaptarse a esta situación excepcional. Por este motivo Raquel Pardo de Santayana Sanz, doctora de la Universidad Complutense de Madrid, apuesta por una mejora en el desarrollo curricular de los educadores para responder las atenciones que estos alumnos requieren.
Doble excepcionalidad
Santayana Sanz explica que el niño superdotado y TDAH puede ser considerado dentro del grupo de alumnado de Altas Capacidades conocido como «doblemente excepcional». Este sector se caracteriza por presentar una Superdotación Intelectual combinada con otro fenómeno que, de alguna manera, es contrario, incongruente o negativo para el desarrollo de ese potencial de aprendizaje.
La combinación de estas dos excepcionalidades da lugar a una nueva condición que diferirá en su manifestación, tanto interna como externa, de las que caracterizan a cada fenómeno si es analizado por separado. Entre las características de este alumnado se presenta, en primer lugar, un rendimiento académico muy por debajo de su potencial de aprendizaje, particularidad que aunque también puede encontrarse en la población de alumnos TDAH, de forma más notoria.
El segundo síntoma que presentan estos alumnos «doblemente excepcionales» es el efecto en su desarrollo social. Tanto los alumnos con TDAH como los estudiantes con altas capacidades presentan problemas para integrarse con el resto de compañeros en el aula. Por último, Santayana Sanz, explica que a diferencia de los niños con trastorno de déficit de atención, éstos no presentan tantos problemas para concentrarse, siempre que encuentren una motivación para hacerlo.
Por último, Santayana Sanz establece el siguiente perfil del alumno «doblemente excepcional»:
– Hace bromas en momentos inapropiados.
– Se aburre con las tareas rutinarias y rechaza hacerlas.
– Es autocrítico e impaciente con los fracasos.
– Tiende a dominar a los otros e imponer su criterio.
– Prefiere estar solo que trabajar o jugar en grupo.
– Tiene dificultad para cambiar de área de interés cuando se siente «absorbido» por una
– A menudo está en desacuerdo con los demás y lo expone en voz muy alta de malos modos.
– Es muy sensible a nivel emocional, puede presentar reacciones exageradas.
– No le interesan los detalles.
– Rechaza la autoridad.
Ayuda al alumno
Ante las necesidades del alumno «doblemente excepcional» se hace evidente una ayuda en las figuras que influyen en el desarrollo del niño. Tanto escuela como familia puede colaborar para facilitar este proceso en los más pequeños:
En el ámbito escolar:
– Presencia de un estimulante ambiente escolar que promueva un mayor nivel de atención en el alumno doblemente excepcional y la inhibición de las conductas hiperactivas, contando a la vez con una ratio pequeña que permita una supervisión más constante y directa sobre el niño.
– Ofrecer clases especiales para alumnos de altas capacidades
– Mantenimiento por parte del profesorado de unas expectativas elevadas que favorezcan un «Efecto Pygmalion» en el alumno, acrecentando su confianza en sí mismo y en sus posibilidades.
– Abordar contenidos relevantes, que motiven al alumno doblemente excepcional y resulten significativos para él.
– Utilizar las nuevas tecnologías ya que suelen ser área de interés para estos alumnos por su alta capacidad y por la facilidad que tienen de centrar su atención ante estos estímulos.
– Instrucción intensiva en habilidades organizativas y de estudio.
– Terapia cognitiva: sobre las expectativas que los alumnos perciben de los demás y de sí mismos, así como sobre sus pensamientos y sentimientos frente a la condición doblemente excepcional.
En el ámbito familiar:
– Estructurar la vida familiar de forma clara y sistemática de manera que se le inculque al alumno una disciplina en su actividad diaria.
– Comunicación con la escuela. Los padres deben conocer la respuesta educativa que ésta está ofertando al alumno y cooperando en todos aquellos aspectos de la educación integral del alumno que sean susceptibles de colaboración.
Damián Montero
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