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Y ahora, ¿para qué quiere un móvil nuevo?

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«Mamá, ¿me compras un móvil nuevo?» Ojo a decir que no. Ya sabes lo que viene: una pataleta, quejas, discusión antes de la cena y al final un «pero si todos lo tienen», como para asentar que el raro de clase siempre es nuestro hijo/a, porque en definitiva sus padres son unos intransigentes.

Nos toca estar más preparados que nunca, estudiar y aprender, saber qué hay en ese mundo tecnológico que tanto atrae a nuestros hijos, para evitar que, en lugar de navegar, naufraguen.

¿Cuántas veces habremos tenido este tipo de conversación familiar en casa? Con la llegada de la tecnología, el quebradero de cabeza se ha vuelto mayor para los padres. Regalar un móvil nuevo por Navidad le ha solucionado a la abuela el problema de pensar qué le da ese año a Laura, su nieta de 9 años. Por el contrario, a los padres de Laura solo les ha creado una fuente de discusiones sin fin. ¿Cuánto tiempo va a poder usar el smartphone? ¿Qué reglas ponemos dentro de casa? ¿Qué pasa si empeoran las notas? ¿Cómo sabemos que no corre ningún riesgo de esos que salen en las noticias? ¿Qué hacemos si…? Y un largo etcétera de preguntas sin respuestas.

Educar en el buen uso de Internet

Tomando cierta distancia, es normal que como padres nos preocupen estas cuestiones relacionadas con el móvil. ¿Quién no se ha encontrado con los grandes riesgos que contiene Internet, desde la pornografía a montones hasta las noticias falsas, pasando por vídeos extremamente violentos que no queremos que acaben siendo vistos ni por nuestros hijos ni por nadie? Si esta es la experiencia adulta, es lógico que nos preocupe exponer a los menores de edad a estos riesgos.

La solución no es un simple «ni hablar del tema» cada vez que se discute sobre si comprarle o no una tableta. Resulta poco realista esperar que los más jóvenes se relacionarán y crecerán igual que sus padres o abuelos sin aprovechar al máximo los recursos que ofrecen estas nuevas herramientas. Hay que estar dispuestos, en cambio, a prepararlos para ese encuentro con la tecnología. A fin de cuentas, la tarea de educar de los padres es la que no ha cambiado.

Antes de ver qué hacen los niños según su edad y examinar qué pueden hacer los padres al respecto, vale la pena recordar que la tecnología no lo es todo en la vida. Está claro que su uso será solo una parte de las actividades del día y casi nunca la más importante, en especial, en el caso de los más pequeños. Hay que evitar las pérdidas de tiempo y el abuso del móvil, más que esconderse detrás de términos confusos, como el de la tecnoadicción.

El verano, un taller para el encuentro

Con el verano y las vacaciones escolares se nos plantea un reto: cómo convivir en familia con la tecnología y no quedar defraudados. Es el tiempo de la gratuidad, que puede vivirse en el juego, en el deporte, en las relaciones entre amigos, en el arte o en el servicio voluntario de las pequeñas acciones cotidianas, porque de eso trata el verano, de una convivencia estrechísima, donde emerge quiénes somos. Si la familia es una «fábrica de esperanza», el verano debe ser un taller para el encuentro, un tiempo para vivir.

Hoy a los adultos nos cuesta mucho dedicar tiempo a nuestros hijos para narrarles historias, para transmitirles vivencias de las que poder extraer esencias que configurarán su personalidad. Es el tiempo también para aparcar los teléfonos móviles y descubrir que hay vida más allá de las pantallas.

Sonsoles Melero. Fundación Desarrollo y Persona. Universidad Francisco de Vitoria.

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