Con la aparición de las nuevas tecnologías, estamos asistiendo a un curioso fenómeno: los niños escriben cada vez menos en papel. Investigaciones recientes afirman que la escritura a mano reporta beneficios terapéuticos a los más pequeños frente al estrés y adicción que pueden crear las pantallas.
Escribir a mano tiene muchos beneficios para los niños. Los profesores coinciden en afirmar que tomando apuntes y escribiendo a mano los ejercicios y deberes se consiguen fijar mejor los conocimientos en la memoria, al tiempo que se favorece la concentración.
La escritura en papel también favorece el desarrollo de la psicomotricidad fina en los niños más pequeños, gracias a la caligrafia. Y es que sin duda no es lo mismo aprender a escribir con la técnica de la caligrafía que con letra de palo. Hace poco se abrió en el Instituto Nacional de Educación de Finlandia un intenso debate. Como conclusión consideraron que en las escuelas se invierte demasiado tiempo en enseñar a los alumnos caligrafía y que, en cambio, los caracteres separados son más fáciles y rápidos para el aprendizaje. De este modo, el tiempo que ahorran en la enseñanza de la caligrafía o letra ligada se pueden invertir en otros temas como la expresión oral o la comprensión lectora, que son igual de importantes.
Abandonar la califgrafía para enseñar a escribir con letras de palo no significa que en Finlandia estén restando importancia a escribir a mano. Solo permite que los niños sean capaces de teclear en el ordenador y en las tablets desde que empiezan a escribir.
La caligrafía, a caballo entre dos mundos
En la era digital, la excesiva escritura a través de las pantallas del ordenador y del móvil genera estrés visual y algunas enfermedades traumatológicas relacionadas con la movilidad manual. Así, la doctora Susana García Greciano, licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en Medicina del Deporte, desarrolla su labor en la clínica IMTRA de traumatología, sostiene que «cada vez son más los pacientes que acuden con tendinitis del primer dedo de la mano por el uso excesivo del móvil, así como con patologías cervicales por la flexión excesiva y mantenida del cuello».
Lejos de olvidar la caligrafía en aras de la nueva era tecnológica, debemos tener en cuanta que los beneficios de escribir a mano más allá de fijar los conocimientos tomando apuntes porque manuscribir aviva la creatividad y refuerza la memoria. Escribir a mano permite aprender nuevos idiomas más rápidamente y mantener la mente más activa. De hecho, a través de una resonancia magnética, realizada por científicos de la Universidad de Indiana (Estados Unidos), se determinó que, al escribir a mano, se activan más regiones del cerebro y se favorece el aprendizaje de las formas, símbolos y lenguas. Por otra parte, escribir con lápiz y papel ayuda a expresar mejor los pensamientos y las ideas, y consigue mejorar el aprendizaje de las reglas ortográficas.
10 consejos para mejorar la caligrafía
1. Enséñale cómo sostener un bolígrafo o lápiz de manera adecuada. Si tu hijo no sabe cómo coger un lápiz sin hacerse daño, no le será de agrado escribir a mano. Esto llevará consigo la negativa a querer hacer los deberes y en mayor medida puede que le genere una dificultad a la hora de realizar exámenes. Por lo tanto, siéntate con él y practicad juntos cómo se sostiene un bolígrafo: cogiéndolo con suavidad sin forzar demasiado la mano. No se debe doblar la muñeca ni apretar demasiado los dedos.
2. Practicad de manera conjunta. Mientras haces la lista de la compra, puedes decirle que se siente contigo a hacer una lista de juguetes que ya no utiliza y quiera donar, o que se organice los deberes de esa semana.
3. Utiliza cuadernillos. Este tipo de ejercicios son muy útiles para mejorar la caligrafía ya que tiene distintos niveles y están adecuados a la edad de tu hijo. Si son más pequeños incluirán dibujos y actividades lúdicas en cada página. En cambio, si son más mayores se centrarán más en mejorar de manera efectiva la caligrafía.
4. Usa el método Spencer. Platt Rogers Spencer desarrolló la caligrafía Spencerian para lograr una letra elegante y legible.
5. Busca un entorno adecuado. Sucede lo mismo que cuándo tu hijo no quiere hacer los deberes. Es muy importante que su lugar de trabajo le transmita calma y que no haya desorden, de esta manera le será más fácil concentrarse. Un consejo es que no se ponga en su habitación ya que si se desespera dejará sus actividades y se pondrá a jugar o a entretenerse con algo totalmente ajeno a su tarea.
6. El truco del colchón. Colócale a tu hijo unas cuantas hojas debajo del papel en el que va a escribir para que haga de «colchón». De esta manera la caligrafía será más bonita y se sentirá más orgulloso de su trabajo.
7. La postura. Debe ser la adecuada, al igual que cuando estudia. Incúlcale la importancia de estar sentado en una silla con la espalda recta y las dos manos encima de la mesa. Una sosteniendo el lápiz y la otra el papel. De esta manera evitarás posibles dolores de espalda incluso lumbalgias.
8. Escribe a mano, y procura no abusar de las pantallas delante de tu hijo. Los hijos imitan a sus padres. Si estos ven que te organizas con una agenda física, y que utilizas un papel y un bolígrafo para hacer los menús o las tareas de la casa, querrán imitarte. Esto no significa que no puedas utilizar el móvil ni el ordenador delante de tu hijo, ya que es algo inevitable y no es negativo. Se debe encontrar un equilibrio, ya que las nuevas tecnologías, en su justa medida y con su buena utilización, son beneficiosas.
9. El tip de la creatividad. Si a tu hijo le aburre la escritura, busca alternativas. Por ejemplo, cómprale a tu hija unas cartulinas de su color preferido y dile que escriba frases de su película o libro preferido, y que luego te haga un dibujo.
10. No te desesperes. Todo lleva su tiempo. Para que tu hijo adquiera pasión por la caligrafía en la sociedad de las pantallas, se necesitará tiempo, horas de práctica y muchas muchas ganas.
Natalia Pérez García
Asesoramiento: doctora Susana García Greciano, licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en Medicina del Deporte y Medicina Subacuática e Hiperbárica.
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