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Prevenir accidentes: ¿podemos hacer niños prudentes?

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En los niños menores de 5 años predomina la curiosidad, el atrevimiento y la falta de miedo, por lo que los accidentes más comunes suelen estar ocasionados por el interés que tienen los niños de descubrir el mundo y por la falta de conocimiento de las consecuencias que pueden conllevar. Otros tipos de accidentes también suelen estar producidos por la falta de control del propio cuerpo y del dominio de ciertas destrezas motrices.

Algunos ejemplos pueden ser caídas de distintas alturas, cortes al utilizar utensilios que no dominan del todo (tijeras, cuchillos), quemaduras, choques entre ellos a la hora de jugar, arañazos o golpes producidos durante el juego por una falta de control de la propia fuerza, caídas en bicicleta o en motos pequeñas. Los niños son inquietos, les gusta explorar y descubrir mundo a su manera, pero en ocasiones este mundo no parece hecho a su medida, y presenta numerosos peligros que pueden poner en riesgo su integridad física. Por suerte, sus padres estamos para enseñarles a desenvolverse evitando accidentes.

Los accidentes infantiles se pueden evitar

Los accidentes provocados por el desconocimiento de los niños de las posibles consecuencias de sus actos, los podremos evitar informándoles de las mismas y haciéndoles conscientes de ellas. Sin embargo, en muchas ocasiones, por mucho que les digamos lo que les puede suceder, por ejemplo, si se suben en el columpio sin atarse, no acaban de entenderlo hasta que no lo experimentan directamente. Este es un claro ejemplo en el que se puede ver cómo por mucho que sepan las consecuencias, la curiosidad y el interés les puede. Sin embargo, no por ello debemos dejar de intentarlo y saber que, conforme vayan descubriendo cosas y madurando, ese interés será más controlado y los riesgos serán menores.

Muchas veces nos preocupamos excesivamente por protegerles cuando en realidad si las consecuencias no son muy graves, el que sufran de manera suave estos accidentes tampoco es tan negativo para ellos puesto que, como indicábamos, suele ser el mejor modo de aprender lo que no deben hacer y una manera de hacerse fuertes.

De modo paralelo, otra forma de evitar los accidentes puede ser tratando de adaptar su entorno a la edad de los niños, por ejemplo, no dejándoles utilizar tijeras o cuchillos sin nuestra presencia, enseñándoles que nos pidan permiso siempre antes para hacer aquellas actividades que puedan conllevar algún peligro para el niño y ayudándoles a realizarlas.

En definitiva, esta es una edad en la que tienen más autonomía, pero todavía necesitan mucho de nuestra presencia y supervisión.

Cómo enseñar a los niños a ser prudentes



Podemos y debemos enseñarles a ser prudentes, pero teniendo cuidado de no transmitirles excesivos miedos y no haciéndoles inseguros e indecisos. Muchas veces los padres, al saber las consecuencias que tiene la acción que los niños quieren realizar, las tememos y les transmitimos ese miedo haciendo que el niño no dé el paso de intentarlo. Si analizamos nuestro día a día, podremos ver que estamos evitando constantemente estas consecuencias con frases hechas como: «ten cuidado», «no te subas ahí», «te vas a hacer daño», «no toques eso»

Avisar de las consecuencias y recordárselas no es malo. Les puede ayudar a pensar lo que van a hacer, a tener cuidado al hacerlo y, en consecuencia, a ser más prudentes en sus acciones. Pero estos avisos tienen que ir acompañados de la oportunidad para que lo intenten y de los ánimos para que lo hagan, ya que si no lo experimentan, puede surgir realmente el miedo.

Claves para educar: la imprudencia infantil

Es muy difícil que nos controlemos ante una situación en la que el niño se ha puesto en peligro. Sobre todo, si las consecuencias pueden ser graves. El miedo que tenemos en ese momento hace que olvidemos cómo nos deberíamos haber comportado.

Tampoco es malo que ellos nos vean asustados, preocupados y enfadados, porque, en cierta forma, esto también es una consecuencia de su acción. Si les pasa algo, no solamente serán ellos quienes sufran las consecuencias, nosotros, como les queremos, sufriremos también, por lo que deben serlo y ser conscientes de su responsabilidad. El que sea difícil controlarnos no significa que no tengamos que intentar hacerlo. Por todo esto, lo más positivo puede ser intentar que estas situaciones no se produzcan haciendo un trabajo previo de desarrollo de su prudencia.

Isabel Martínez

Asesoramiento: María Campo. Directora de Escuelas Infantiles Kimba

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