En los últimos años, los patrones de consumo han cambiado significativamente, especialmente entre los jóvenes que prefieren ver contenidos en plataformas de streaming como Netflix, Amazon, Prime Video o HBO; dejando en segundo plano la televisión tradicional. Estas plataformas permiten acceder a los contenidos desde cualquier dispositivo con conexión a internet, en cualquier momento y lugar. De hecho, el 70,4% de los jóvenes prefiere ver ese contenido desde un smartphone, siendo Netflix la plataforma de pago preferida en cuatro de cada diez hogares, seguida de Amazon Prime Vídeo.
El auge de las plataformas de streaming y su influencia en la Generación Z
Según un estudio de la Fundación Family Watch y Methos media sobre la generación Z (de seis a 24 años), los jóvenes entre 16 y 29 son los principales consumidores de contenidos audiovisuales. Son la primera generación completamente nativa digitalmente, por eso analizar los hábitos de consumo puede ser esencial para entender futuras tendencias del sector.
La Generación Z no solo consume contenido de manera diferente, sino que, al considerar las plataformas -junto con las redes sociales- espacios clave donde definen sus valores, normas y expectativas. Se muestran más exigentes. Encuentran en estos medios un lugar de autenticidad, donde las historias reales reflejan sus inquietudes y preocupaciones.
La fundación The Family Watch junto con Methos Media han seleccionado los 10 productos audiovisuales -de 357 películas estrenadas- y las cinco series – de 27 series estrenadas- más vistos del volumen total de estrenos de 2023. Así como 50 de los personajes más relevantes de estas series y películas con mayor audiencia.
Preocupaciones sobre la exposición a contenidos no adecuados
El estudio analiza una dualidad en el consumo de series y películas de la Generación Z, aunque estas plataformas dan un espacio de libertad y acceso ilimitado a contenidos, también presentan algunos riesgos puesto que exponen a mensajes que no son siempre adecuados. Desde las familias hay una preocupación especial porque estos mensajes y contenidos no siempre son adecuados a su edad, a pesar de tener acceso a ellos, lo cual les hace vulnerables y susceptibles de imitar conductas, que pueden incluso llegar a normalizar. Están expuestos a temas, situaciones y comportamientos que pueden afectar a su madurez emocional y cognitiva.
De hecho, según el estudio, aunque las plataformas clasifican los contenidos por edades los adolescentes no solo acceden a contenido diseñado para su grupo de edad, sino que también consumen de manera significativa contenidos dirigidos a un público adulto, incluso con mayor frecuencia que este grupo que es a quién está dirigido ese contenido.
Este consumo excesivo de contenido para adultos no solo es preocupante por el tipo de mensajes que transmite, sino también porque el contenido audiovisual se ha convertido en un modelo aspiracional para los jóvenes. Como se observa en el estudio, las representaciones de personajes, especialmente los jóvenes de entre 18 y 25 años, suelen ser interpretadas por adultos, lo que puede distorsionar la imagen que los jóvenes tienen de sí mismos y de lo que se espera de ellos. Este fenómeno puede fomentar la aparición de complejos, ya que los jóvenes pueden compararse con modelos idealizados de cuerpo, éxito y estilo de vida que no son representaciones realistas de su propia etapa de desarrollo.
El papel de la educación digital y la familia en la formación de los jóvenes
En cuanto a los valores que transmiten estas plataformas, se observa que muchas de las series y películas más vistas están asociadas a estereotipos de género, roles sociales y relaciones de poder que no siempre fomentan una visión saludable y equilibrada de la vida. La exposición a conductas violentas, la trivialización de la salud mental, la sexualización prematura y el consumo de sustancias como el alcohol se presentan a menudo sin consecuencias negativas claras, lo que puede enviar un mensaje erróneo a los jóvenes sobre lo que es aceptable o normal en su vida cotidiana.
En este sentido, el reciente anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de los menores en entornos digitales es un paso importante hacía la creación de un entorno más seguro. Sin embargo, también es crucial que familias, instituciones educativas y empresas digitales trabajen en conjunto para tomar un papel activo en la educación digital y emocional de los jóvenes, ayudándoles a desarrollar un pensamiento crítico frente al contenido que consumen y fomentando una cultura audiovisual que valore la diversidad, el respeto y el bienestar.