Cuando un libro se clava en el corazón, cuando da miedo seguir leyendo porque duele, entonces es un buen libro. A veces, necesitamos que la ficción nos hable un rato de la cruda realidad para ser agradecidos con lo que tenemos, empáticos con los que nos acompaña, pacientes con nosotros mismos, y para perdonar y perdonarnos. Benevolencia, de Meredith Hall (Palabra, 2023) es un imprescindible para amar más a los nuestros.
Cuántas veces nos ocurre que no podemos entender cómo el otro, el que tenemos tan cerca, un marido, un hijo, puede estar viviendo de un modo tan distinto al que nosotros lo hacemos, una situación dramática. Cuántas veces nos ocurre que nos enfrentamos de manera muy diferente al dolor. Cuántas veces nos ocurre que la brusca caída en ese obstáculo con el que no contábamos trastoca de tal manera nuestras vidas que ya no sabemos quiénes somos y nos sentimos incapaces de volver a ser quienes éramos. Cuántas veces nos ocurre que no somos capaces de ver la viga en nuestro ojo y nos lleva a la desesperación la paja en el ajeno. Todas esas veces están reflejadas en la prosa con la que Meredith Hall, autora de Benevolencia, va dibujando a sus personajes a través de un largo proceso de monólogos interiores superpuestos. Todas esas veces nos encogen el corazón al mismo tiempo que nos ayudan a echar un vistazo en el fondo de nuestras vidas, menos dramáticas pero igual de limitadas y limitantes.
Porque aunque Benevolencia es una novela dura, es, al mismo tiempo, una novela que nos reconcilia con nosotros mismos y con las personas que hay a nuestro alrededor. Está muy lejos de esas historias demasiado cursis que presentan familias irreales, familias prototípicas que parecen sacadas de una película de serie B, familias que hoy harían las delicias de la Inteligencia Artificial. Las familias de carne y hueso distan mucho de ser perfectas, se equivocan, sufren, generan sufrimiento voluntario e involuntario, se buscan y se rehuyen, padecen el padecimiento del otro al tiempo que no lo pueden aliviar, y son, sobre todo, benevolentes, capaces de aceptar y perdonar, amar sin que medie merecimiento alguno, perseverar en el dolor.
La familia protagonista de esta historia contada a cuatro voces, como un coro perfecto en el que la melodía solo se entiende compartida pero es, al mismo tiempo, la suma de las muy diversas líneas que le tocan a cada uno, es una familia de carne y hueso. Eso es muy de agradecer. Nos pasa lo mismo con las redes sociales y su scroll infinito, donde nos presentan a unos padres que no existen con unos hijos imposibles en unas casas perfectas, sin problemas reales, y nos hacen sentir miserables, incapaces de alcanzar esos cánones creados a base de filtros. Con Benevolencia, acompañaremos a los Senter en la tragedia pero también en la redención. Una redención que será también la nuestra.
Maria Solano Altaba
Para más información y compra: Benevolencia, de Meredith Hall (Palabra, 2023)
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