En ocasiones, los padres también nos equivocamos y como dice el refrán «rectificar es de sabios», por eso es importante que sepamos reconocer nuestros errores para aprender de ellos.
Te voy a proponer hacer un test muy corto y sencillo:
1) ¿A veces, gritas a tus hijos, se te escapan tacos o insultas?,
2) ¿En ocasiones, dices cosas que luego no cumples?,
3) ¿Con frecuencia, echas la culpa a tu pareja sobre ciertos asuntos familiares que no terminan de salir?,
4) ¿Reconoces que a veces, tus hijos te ganan la partida y te obedecen a medias?
5) ¿dejas a tus hijos ver programas que preferirías que no viesen, les concientes más caprichos de los que desearías?
6) ¿Te sientes culpable de ciertas deficiencias que se manifiestan en tus hijos o en tu ambiente familiar?
7) ¿Desearías ser más constante en tus propósitos o coherente con tus ideales?
8) ¿Cedes fácilmente a las presiones afectivas de tus hijos?
9) ¿Estás un poco perdido con respecto lo que tienen que estudiar tus hijos, sus preocupaciones, sus gustos más recientes, etc.?
RESULTADOS:
Entre 10 y 8 «noes». Eres un padre de museo; «un campeón mundial». Pero espera, te haré una pregunta adicional, ¿Eres capaz de comprender y soportar con alegría las limitaciones e imperfecciones de los demás? Si es así, ¡enhorabuena!. Por favor, te ruego que me escribas cuanto antes para saber como lo consigues.
Entre 7 y 5. Eres un padre aventajado que se esfuerza por dar lo mejor de sí mismo, adelante.
Entre 4 y 2. Eres el típico padre del siglo XXI. Digamos que te encuentras en la media, o lo que es lo mismo; eres un padre normal, pero no por eso te debes conformar. Procura esforzarte por ser mejor padre y conseguirás más alegría y serenidad para todos.
Entre 1 y 0. Ánimo, mientras hay vida queda esperanza. Todavía no está todo perdido, aún puedes rectificar. Ojalá esta columna sirva para darte cuenta de que debes cambiar a fondo y tomarte tu vida familiar más en serio.
Un padre puede no sentirse entusiasmado por estar ya «un poco de vuelta», por agotamiento, preocupaciones o ante la oscuridad del panorama, pero eso no quita para que esté profundamente motivado.
Estar motivado no significa que estés emocionado. La motivación es algo más profundo que un mero sentimiento; es un don, el don del amor y la esperanza, que a los padres les viene dado más allá de sus posibilidades operativas. No depende tanto de las sensaciones o las expectativas de éxito como sí, del amor incondicional que tienen a sus hijos.
Rectifica ahora, y si es necesario, pide perdón; porque rectificar es «de padres». Ser padre supone amar, y pedir perdón es una sublime y entrañable experiencia de amor que limpia y cierra las heridas. Intenta vivir el presente sin la carga del pasado; «borrón y cuenta nueva».
De tus aparentes fracasos has adquirido la experiencia necesaria para acertar. Mira el futuro con esperanza. No ganamos nada con lamentarnos de nuestros fracasos, ni tampoco, preocuparnos por sus consecuencias, ¿para qué…? No te excuses ni te rindas. Todavía estás a tiempo. Insiste hasta alcanzar el éxito.
Da un paso más y si no es suficiente da otro y otro. En realidad, un paso por vez no es muy difícil. Considera el esfuerzo de hoy como un paso que da un caminante. El primer paso apenas le hace avanzar del punto de partida, ni el segundo, ni el tercero.
Cada paso en sí mismo quizá sea insignificante y al parecer sin consecuencia. Y sin embargo como resultado de «los pasos más cansados» el caminante finalmente llega a su destino. Y así será con tu esfuerzo de hoy.
Luis Manuel Martínez Domínguez. Doctor en Pedagogía
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