¿Es lo lógico pensar en la separación para solucionar los problemas de una mujer, madre y esposa, cuando se está pasando una mala racha personal, de desequilibrio afectivo o de depresión más o menos grave? ¿Ocurre lo mismo con los hombres?
Da igual hombres que mujeres, aunque las situaciones y la forma en que surgen los desencadenantes sean ligeramente diferentes. Me preocupa la enorme frecuencia con la que estoy oyendo este tipo de consejos. «Si tienes problemas personales rompe con las rutinas, con todo lo que ha sido tu vida, con las personas con las que te has venido relacionando y el problema se resolverá casi sólo», eso sí, visitando a la psicoterapeuta una vez en semana y pudiéndola llamar a la hora que sea necesario si se tiene un momento de crisis.
No, por favor, que nadie sea tan ingenuo. Los problemas personales o de pareja no se resuelven casi nunca con la separación. La separación no tiene como misión solucionar problemas personales, sino problemas que hacen imposible, peligrosa o lesiva la convivencia, es decir, cuando hay presente alguna forma grave de patología familiar o personal. De hecho la separación cuando se plantea para solucionar problemas personales, resulta una peligrosa forma de agravar estos mismos problemas en la persona que los sufre y además, tiene el efecto inmediato de generar problemas en todos los otros que la rodean.
Analizar los problemas
Cuando una persona tiene problemas en su relación conyugal, lo primero que habrá que analizar es qué tipo de problemas son. Los conflictos de pareja la mayoría de las veces, bien resueltos, en lo que acaban es en una mayor y mejor comunicación interpersonal, en un crecimiento de ambos y de la propia relación.
En la convivencia es inevitable el que aparezcan conflictos. Dos o más personas conviviendo bajo un mismo techo no pueden pretender estar en todo de acuerdo. Es decir, el conflicto en sí mismo, no es ni bueno ni malo, es muestra de cómo es y piensa cada uno de los que conviven. Lo bueno o malo se refiere a la forma en que resolvemos los conflictos.
Reajustes en la convivencia
Las crisis de pareja, sin otras patologías añadidas, deben servir siempre para crecer juntos; para aprender a conocerse mejor el uno al otro y cada uno a sí mismo.
No podemos pretender resolver cada conflicto recordando y/o «buscando» al otro como era cuando… No, ni él es ya ese, ni tú eres, gracias a Dios, la misma. Habéis crecido juntos, el tiempo está pasando para los dos; y eso requiere periodos de re-ajustes en la comunicación y en la convivencia. Y lo que es más apasionante: periodos de re-enamoramiento.
Esto requiere de un cierto tiempo y ganas de hacerlo. Por eso, los divorcios-express que ahora se ofertarán, no van sino a agravar muchas situaciones de ruptura que, con un poco de tiempo y asesoramiento, hubieran sido ocasión de mejora de toda la familia, de felicidad, empezando siempre por los cónyuges.
Para terminar, me gustaría que quedase constancia que sobre el tema de la autoestima al que Elena hacía referencia, merece dedicarle algo más de tiempo. Si para mejorar su autoestima lo que debe es pensar más en ella misma y «ser un poquito más egoísta», Elena, cada día se sentirá peor.
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