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Lo importante y lo urgente en tiempos del coronavirus

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Dice la psiquiatra Rafi Santos, experta en resiliencia, que las experiencias difíciles pueden hacernos más fuertes. La resiliencia, que tan de moda se ha puesto en estos ya casi tres meses de confinamiento, es esa capacidad para adaptarse a las sacudidas de la vida y recuperar el pulso de nuestra existencia. Como los juncos del río, que soportan el temporal vencidos hasta la tierra pero que, cuando llega la calma, se recuperan y vuelven a elevarse hacia el cielo.

No me cabe duda de que la resiliencia jugará un papel fundamental en la forma en que afrontemos el escenario «postcovid», sea cual sea. En el camino hemos experimentado un sinfín de contratiempos que nos han enfrentado a nuestro propio «yo», que han puesto de manifiesto las limitaciones de la sociedad que habíamos construido, anclada sobre modelos que en nada favorecen a la persona.

Un cambio radical de vida

El cambio radical de vida que nos vimos obligados a tomar, lanzó a nuestro terreno de juego todos los balones urgentes para que los fuéramos despejando -el teletrabajo, el homeschooling, la conciliación laboral y familiar, el encierro- y, a medida que conseguíamos colocar cada actividad en su lugar, empezó a tomar carta de naturaleza lo importante: nosotros, la familia, los amigos, las personas.

No ha sido un proceso sencillo porque entre medias han surgido las tensiones día sí día también: el debate entre si atender al jefe o al hijo, la necesidad de reorganizar las tareas domésticas, el reto de encontrar ratos para la pareja cuando el tiempo es un flujo continuo, la atención a cada persona de la familia cuando todos estamos siempre juntos… 

Seremos resilientes en la medida en la que logremos colocar lo importante por encima de lo urgente.

Y no es sencillo, porque las urgencias aparecen sobre la marcha -enfermedad, crisis económica, caos de conciliación- pero lo importante permanece siempre: basta con elevar un poco la vista de las contrariedades para darse cuenta. Solo entonces habremos ganado la batalla y, como el junco, volveremos a mirar al cielo.

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