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¿Que hacer para evitar cometer errores de comunicación con los adolescentes?

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Sabemos que la adolescencia busca ser ella misma, desea romper el cordón umbilical con los padres, ser libre, autónoma. Y así ha de ser. Existen ritos iniciáticos de independencia para mostrarse ante sí mismos y al grupo de referencia que ya son; algunos lo hacen con la ingesta de alcohol, de anfetaminas, con rotura de objetos o transgresión de normas.

Los tutores hemos de propiciar los pasos iniciales, adecuándolos a su edad y características (ir a un campamento..), canalizaremos sus impulsos y necesidades, no los cercenaremos. Pero para ello, hay que haber ganado su confianza.

Todo padre debe dedicar tiempo a los hijos, un tiempo que será diario y de calidad. Se puede conocer a los hijos, se puede caminar y disfrutar juntos, sin confundir el ser amigos con ser colega, pues los padres han de marcar límites; ellos los precisan. Los niños pasan a ser jóvenes y un día se emancipan, pero hay algunos padres que no saben aprender a distanciarse.

Algunos posicionamientos erróneos con los adolescentes son el intentar seducirlos, buscar siempre su complicidad, es lo que menos precisan y en el fondo desean. Esta tonta actitud les impele a huir, a liberarse de tan equívoca relación.

Otros padres desean identificarse y aún parecerse al adolescente. Obviamente, se dificulta su proceso de autonomía. Los adolescentes tienen un profundo sentido del ridículo y a veces, los adultos les dan razones para agrandarlo (¡quien no ha visto a un padre o madre joven recién separado, que se comporta con el otro género como lo hacen sus hijos, cuando no compiten con ellos!)

Compadecerlos por sus dificultades es otra forma de equivocarse, como lo es con comparaciones «históricas». A veces, no conocemos en profundidad el pensamiento y la realidad de sus conductas. Bien es cierto que los hijos en muchas ocasiones no conocen el sentir íntimo de sus padres.

Y es que los adolescentes, son en sí mismos una identidad, no son adultos pequeñitos o un proyecto, tampoco se les debe concebir como angelitos inermes sin imaginación o sin capacidad de obrar mal.

Los adolescentes son reservados en lo referido a su vida sexual, el consumo de alcohol y otras drogas, el uso del tiempo libre y los conflictos con sus amigos o el ámbito escolar.

Todo adolescente, tiene derecho y precisa de un espacio personal, donde su intimidad sea respetada, donde pueda encontrarse consigo mismo. Quizás en la adolescencia, este recluirse en sí mismo conlleve momentos de angustia -que han de ser acompañados desde el respeto y la distancia por los padres- pero ayudan a crecer.

Para lograr un desarrollo equilibrado en los adolescentes, es preciso incrementar la comunicación (no trivializarla), compartir el tiempo de ocio, potenciar en él la voluntad y el autodominio, la motivación, impedir que se quemen etapas demasiado rápido.

Tenemos que conseguir que nuestros jóvenes no vivan deprisa, deprisa. Para ello, tenemos que autoeducarnos y mirar sin miedo al horizonte. Dice una canción vasca, «si yo le cortara las alas, sería mío, no se escaparía, pero… de esa forma ya no sería nunca más un pájaro, y yo quería al pájaro».

Javier Urra. Psicólogo con la especialidad de Clínica. Pedagogo Terapeuta. Trabaja en la Fiscalía de Menores. Es Asesor fue el Primer Defensor del Menor

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