En este época de libros y deberes vuelve a salir a la palestra el tan controvertido fracaso escolar.Entre las causas más frecuentes podemos distinguir los derivados del sistema educativo, factores socio-familiares y factores personales. Sobre el primero de ellos no vamos a mencionar nada porque nos llevaría folios y folios por rellenar sin soluciones fáciles. El segundo puede ser de vital importancia ya que el entorno social y sobre todo familiar en el que se desenvuelve el niño favorece o dificulta el rendimiento escolar; en ocasiones el fracaso suele ser síntoma de que el niño pide ayuda ante problemas graves.
Es, sin embargo, el tercer capítulo el que con más frecuencia conduce al bajo rendimiento. Dentro de las condiciones personales es obvio que la actividad psicológica e intelectual de cada uno puede determinar el rendimiento escolar, esto supone que siga existiendo el vago que toma una actitud de poca actividad o trabajo. Por otra parte, en muchas ocasiones pueden ser enfermedades o defectos orgánicos lo que determinan dificultad en el estudio.En este sentido, los defectos visuales son una de las causas más frecuentes y fácilmente detectables ante un niño que de forma continuada comienza a bajar en rendimiento escolar. Debemos tener en cuenta que el 90 por ciento de la información se recibe a través de la vista y el poseer una perfecta visión mejora el rendimiento de este aprendizaje; ante un niño que no obtiene rendimiento adecuado habrá que comprobar, no sólo que la agudeza visual es buena en cada ojo sino también de forma conjunta: lo que se conoce por visión en relieve.Asimismo, en estos chavales es frecuente la aparición de otros síntomas: fatiga ocular, dolores de cabeza a última hora de la tarde, parpadeo constante, enrojecimiento de los ojos, y en general, signos de cansancio.En otras ocasiones la sintomatología visual es manifiesta: dificultad a cierta distancia, enfermedad de los ojos como estrabismo, catarata congénita, entre otras.A lo largo de la vida escolar del niño pueden aparecer numerosas enfermedades, pero la más frecuente de todas ellas son los defectos de refracción, lo que se conoce como miopía, hipermetropía y astigmatismo. Estos defectos se detectan en la edad escolar y pueden incrementarse en la vida adulta. Todo ello hace que sea fundamental localizar el problema y controlarlo.
Otra afección es el ojo vago, en el que el desarrollo de visión no es igual en ambos ojos, esto es, el cerebro utiliza un ojo y el otro no se fomenta adecuadamente. Por lo tanto, es importante que pueda ser diagnosticada antes de los cuatro años, ya que así es fácilmente recuperable. A partir de los seis años es de más difícil solución.
Por este motivo y de forma rutinaria, debería visitarse al facultativo con regularidad a partir de los cuatro años a seis años en el caso de no existir sintomatología de ningún tipo. Cuando se produce fracaso escolar, lo más adecuado es acudir cuanto antes al oftalmólogo para que ponga un tratamiento y haga las revisiones adecuadas. Así conseguiremos mejorar el rendimiento escolar, incluso ante la no existencia de fracaso escolar.Miguel Angel Zato Gómez de Liaño. Profesor y catedrático en Oftalmología y director del Instituto de Ciencias Visuales (INCIVI)