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Conciliación: saber para resolver

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Estábamos en animada charla varias madres de distintos puntos de España. Como no puede ser de otra manera, surgió el problema de la conciliación laboral y personal, ese casi milagroso equilibrio entre lo que tenemos que hacer y lo que también tenemos que hacer, que suele acabar con «mujeres al borde de un ataque de nervios» porque llegamos más mal que bien a todo lo que nos hemos propuesto. Al escuchar sus versiones me di cuenta de que no tenemos ni idea de cuál es la solución.

Lo único que realmente sabemos es que hace falta una solución y la cosa es relativamente urgente. De eso sí nos hemos dado cuenta. La sensación de no llegar está demasiado extendida, las jornadas laborales y de colegio no parecen compatibles, la necesidad de que esto no se vea como un problema ‘de mujeres’ es también imprescindible. Pero antes de lanzarnos al ruedo con ‘bálsamos de Fierabrás’, conviene que entendamos bien el problema para abordarlo con conocimiento de causa.

Esta argumentación se la he escuchado explicar con excelencia a Rafael Fuertes, director general de la Fundación MásFamilia, que gestiona la certificación ‘efr’ (empresa familiarmente responsable) a aquellas compañías que ayudan a la conciliación. Por cierto, conciliación que no solo beneficia a los que tienen familia, porque todos, con familia o sin ella, tenemos derecho a que el trabajo no ocupe toda nuestra vida.

Fuertes explica que en materia de conciliación ni hay ni puede haber soluciones únicas. Pensemos, por ejemplo, en las jornadas continuadas -ese sueño español de tener el horario de un inglés y estar liberados para el té de las cinco-. No todos los empleos se prestan a estas condiciones: hay trabajos en fábricas, en centros de salud, el de los periodistas que retransmiten los partidos de fútbol, el de los vendedores de refrescos en esos partidos, la restauración, una gasolinera, los hospitales… que no se pueden adaptar a este ritmo. Pueden implementar otras soluciones como los turnos o fomentar puestos a tiempo parcial, pero allí a las cinco no pueden marcharse.

Ocurre algo parecido con las críticas a los dilatados horarios de comida en la empresa española. En las grandes ciudades, este formato es poco apreciado. Implica demasiado tiempo perdido, pero no hay minutos suficientes para volver a comer en casa. Sin embargo, en otros lugares con distancias más cortas y menos tráfico, es muy apreciado el poder comer en familia todos los días del año e incluso, por qué no, echar una cabezadita.

En los horarios intervienen elementos tan determinantes como el clima. No es lo mismo estar en la calle a las cinco un día de verano en Santander que en Sevilla.

Por eso es una noticia por la que hay que felicitarse el que desde ‘efr’ hayan lanzado la segunda macroencuesta para conocer qué necesitaríamos los españoles para poder conciliar. Os dejo el enlace por si queréis poner vuestro granito de arena. Encuesta II EFR BARÓMETRO DE LA CONCILIACIÓN

Han sido precisamente investigaciones de este tipo las que nos han permitido avanzar en cuestiones clave que ya están sobre la mesa: desde flexibilizar los horarios de entrada y salida y potenciar el teletrabajo cuando sea posible, hasta ayudar a los padres en los complicados ‘días sin cole’ o facilitarles la contratación de apoyo externo en determinadas circunstancias.

Cuanto más sabemos, mejor lo hacemos. Y prueba de ello es el éxito que las empresas que ya son familiarmente responsables están cosechando. Un empleado que está contento, que se siente valorado no solo en su trabajo sino también fuera de él, será siempre un mejor empleado.

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