Por Sara Pérez Tomé. Orientadora familiar
El sol empieza a alejarse de la Tierra y notamos el fresquito otoñal, es hora de volver a cerrar filas en nuestra familia. Durante el verano disfrutamos de tiempo libre y buenas temperaturas en paisajes y comidas diferentes; pero sobre todo, pudimos disfrutar de nuestro matrimonio e hijos sin prisas ni tensiones, que todos los años surgen al final de curso.
El otoño y el invierno sirven no sólo para abrigarnos y prepararnos para invernar confortablemente en nuestras casas, también para poner en práctica todo lo que hemos recuperado con cariño y comunicación en nuestra familia durante las vacaciones.
Comienza un nuevo curso muy especial, las economías familiares harán verdaderos esfuerzos para salir adelante con la subida de productos básicos y la compra de lo necesario para empezar el mes de septiembre. La armonía doméstica puede depender de la economía, del número de hijos, del colegio o la casa en la que vivas pero la clave está en los padres. Dependerá de su actitud ante lo circunstancial y el saber distinguir entre lo urgente y lo importante.
Importante para tu familia es conciliar cariño, apoyo mutuo y tiempo necesario para ponerlo en práctica.
La familia se mantiene con retales de tiempo diarios más o menos gratificantes, pero la constancia ayuda a mantener el cariño preciso para superar las dificultades.
El frío nos invitará a calentar nuestro corazón a través de nuestra familia. El tiempo dedicado a la familia puede suponer renunciar a ganar más dinero o a tener menos para nosotros; pero el tiempo no es un gasto sino una inversión a largo plazo. Cada nuevo curso podemos ser mejores padres que el anterior, no hay que pactar con nuestros fracasos o debilidades; no vale ser un eslabón perdido dentro de la familia, todos somos necesarios e imprescindibles cuando damos lo mejor de nosotros.
Sara Pérez-Tomé Román. Orientadora familiar
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