Salir de casa, pasear con nuestro pequeño por las calles es una rutina que debemos fijar desde el primer día, incluso en estos momentos difíciles por la pandemia de coronavirus. Estos pequeños ratos le permitirán no sólo conocer todo lo que le rodea sino ampliar sus horizontes y desarrollarse física, psíquica y afectivamente.
Salvo que llueva o que la temperatura sea extremadamente baja o alta, el paseo diario con nuestro hijo es una costumbre a la que no debemos renunciar. Salir de casa es una actividad que, aunque parezca mentira, reporta grandes beneficios a la mayoría de los niños.
Y es que, al tomar contacto con otras realidades diferentes a las de su propio hogar, no sólo se benefician psicológicamente sino que también les enriquece en el terreno afectivo: durante esos instantes, y para su propia satisfacción, él será el exclusivo centro de atención de su papá o mamá.
El mundo de los sentidos
Además, el aire libre, aunque nuestro paseo se desarrolle en plena ciudad, le ayudará a desarrollarse y fortalecerse físicamente. Desde que nacen, los sentidos de los niños son como una auténtica antena que todo lo capta. Su misión es crear asociaciones y elaborar sus propios conceptos. Su mente es una fábrica de ideas que no para de trabajar. De ahí que sea tan importante ofrecer a nuestros hijos continuas novedades que les estimulen visual y acústicamente.
Por otro lado, el mismo traqueteo y movimiento de su silla de paseo no solo despertará su interés por los objetos que le rodean sino que le obligará a ejercitar sus pequeños músculos.
Elige la hora del paseo en función de la temperatura
Para que las temperaturas invernales o estivales, no conviertan el paseo diario en un peligro para salud de nuestro pequeño, procuraremos elegir la hora más apropiada para salir con el niño. En invierno nos decantaremos por el mediodía (la temperatura es más elevada), mientras que en verano procuraremos adelantar la salida a las primeras hora de la mañana.
En cualquier caso, tendremos que procurar que el paseo se prolongue, al menos entre 20 y 30 minutos.
Para evitar los enfriamientos, trataremos de calibrar bien el abrigo del niño. Igualmente tendremos que evitar permanecer quietos en los días de más frío o bajo el sol en los más calurosos. Como norma, procuraremos mantener la cabeza de nuestro pequeño siempre a la sombra. No le cubriremos con gorrito o guantes salvo cuando haga mucho viento o tenga algún problema médico concreto (infección de oídos, por ejemplo). Además, intentaremos tener siempre a mano una toquilla con la que arroparle en caso necesario.
El cochecito ideal para el paseo
Siempre que nos sea posible, procuraremos despojar su silla de paseo de la capota. De este modo, nuestro pequeño dispondrá de un mayor campo de visión. En este sentido, es aconsejable que el carro posea cierta altura para que vea mejor todo lo que va ocurriendo a su alrededor.
En el bolso de la silla, procuraremos llevar todo el equipo que podamos necesitar durante este corto espacio de tiempo. El agua, unas galletitas, pañales de emergencia… podrían sernos realmente útiles en un momento dado.
Pero lo más importante del paseo diario, es la oportunidad que este momento nos brinda para explicar al pequeño todo aquello que le interesa. Cada vez que salgamos con él podremos hablarle y explicarle cada novedad, ruido u objeto que le llame la atención.
Así, el movimiento de las hojas, el viento y su fuerza, los colores de los objetos, las distancias (aquí-allí)… se constituirán en los mejores amigos de esta rutina que permitirá adquirir en poco tiempo a nuestro pequeño miles de nuevos conceptos.
Consejos para salir a pasear con el bebé
1. Prepara la bolsa del niño con mucho cuidado. El chupete, las toallitas húmedas, pañuelos de papel, un pañal y su biberón de agua serán elementos indispensables en cada una de nuestras escapadas.
2. Procura no poner al niño ni gorro ni guantes. Solo los utilizaremos en los días más ventosos y fríos o en caso de prescripción médica.
3. Si no podemos salir a la calle por el frío o el calor, no dudemos en abrir la ventana de casa un rato. Eso sí, no expongamos a nuestro pequeño a la corriente pues podría enfriarse peligrosamente.
4. Durante el invierno procuremos no pararnos, ni descansar a lo largo del camino, pues el niño podría coger frío.
5. Alterna cada día el camino o los lugares a los que solamos acudir durante los paseos. De este modo, nuestro pequeño podrá descubrir cosas diferentes y nuevas cada día.
6. Aprovecha estos paseos para estimular a tu pequeño. Ya sea mediante juegos (el veo veo, por ejemplo) o canciones infantiles reales o inventadas por nosotros, debemos intentar que nuestro hijo se acostumbre a realizar asociaciones y a desarrollar cada una de sus capacidades.
Marina Berrio
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