Es posible detectar con cierta precocidad los problemas de audición en bebés. Precisamente por ello, es bueno estar atentos y no dudar en realizar algunas sencillas pruebas a nuestro hijo para asegurarnos de que es capaz de escuchar a la perfección. Por ello, es importante que durante sus primeros días de vida intentes comprobar que esto es así.
Desde que el bebé llega a este mundo, incluso en el seno materno, se encuentra perfectamente capacitado para oír. El bebé es muy sensible a la intensidad de los ruidos y reacciona mejor a las frecuencias más altas. Si nuestro bebé gira la cabeza para encontrar la fuente de sonido es por que no existen problemas auditivos.
Ten en cuenta que, a no ser que nosotros lo solicitemos explícitamente, el personal médico que nos atendió durante el parto sólo realizará pruebas de audición al niño en el caso de que durante el embarazo hubiésemos tenido algún tipo de problema (rubéola, incompatibilidad de Rh, parto prematuro, etc.). De ahí que sea fundamental que los padres sigamos la valoración de la capacidad auditiva del bebé.
Cómo funciona el oído del bebé
Para comprender un poco mejor cómo funcionan los oídos de nuestro hijo debemos saber que, sobre todo al principio, los sonidos le llegarán atenuados. El motivo de este proceso es que la trompa de Eustaquio se encuentra llena líquido amniótico que el propio niño irá eliminando poco a poco.
Así, nuestro pequeño será capaz de percibir los ruidos, pero no los escuchará ni localizará en el estricto sentido de la palabra.
Del mismo modo, será sumamente sensible a la intensidad de los ruidos y reaccionará mejor a las frecuencias más altas (agudos) que a las bajas (graves). Quizá sea por eso, precisamente, por lo que la mayoría de las madres suelen hablar a sus niños en «falsete».
Un test casero para detectar la buena audición del bebé
Comprobar en casa la capacidad auditiva de nuestro pequeño es fácil. Desde el primer día, por ejemplo, podemos intentar observar si el niño se asusta al sentir a su alrededor voces o ruidos fuertes. Si nuestro hijo se sobresalta en estos casos, será señal de que los percibe claramente.
Otra prueba igualmente eficaz es entrar en su habitación (a partir de los dos meses de vida) sin que nos vea para su estimulación auditiva. En ese preciso instante comenzaremos a llamar su atención con palmadas, sonidos más o menos agudos (con un sonajero, por ejemplo) o con palabras. Si nuestro hijo gira la cabeza de repente con el fin de encontrar la fuente de sonido, será síntoma de que no existe ningún problema.
Cuándo consultar con el pediatra sobre la audición del bebé
En cualquier caso, si a pesar de todas estas pequeñas pruebas aún albergamos algunas dudas, espera al tercer o cuarto mes de vida del niño. A esta edad, el bebé tendría que comenzar a balbucear y emitir sus primeros sonidos. De no hacerlo, acude cuanto antes al pediatra. Él realizará una serie de pruebas que ayudarán a descartar una posible sordera.
Consejos para saber si el bebé oye bien
– Sordera temporal. Un constipado, una corriente de aire o un cambio de presión pueden originar una sordera temporal en nuestro pequeño. Precisamente por ello, en cuanto percibamos algún problema en nuestro hijo, no debemos dudar en acudir cuanto antes a su pediatra.
– Relaciona vista y oído. Un buen truco para descubrir si nuestro bebé oye bien, consiste en fijarse si mira a la persona que le está hablando y, en el caso de que no pueda verla, intenta buscar con la mirada el lugar de donde procede la voz.
– Reacciona a los ruidos. A la mayoría de los bebés les asustan o sorprenden sonidos como los del teléfono, el despertador o la puerta de casa. Si nuestro bebé no reacciona ante este tipo de ruidos podría tener algún problema auditivo.
– Cuidado con los golpes. Si nuestro hijo se diese uno muy fuerte en su pequeña cabeza podría lesionarse el oído.
– Evita usar bastoncillos de algodón para limpiar los oídos de nuestro pequeño. Este tipo de productos lo único que provocan es que parte de los residuos que genera el propio niño se introduzcan hacia dentro.
– Atención a la cera. Aunque se trata de una sustancia que segrega el oído a modo de protección, el exceso de ella puede provocar un tapón y, en consecuencia, una pequeña sordera. Para evitar llegar a estos extremos, debemos procurar eliminar aquella cera que observemos en el exterior de los oídos de nuestro pequeño con la punta de una gasa, nunca un bastoncillo de algodón porque podríamos entrar demasiado en el orificio.
Teresa Pereda
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