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Cuidados del recién nacido

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La llegada del primer bebé supone una gran felicidad para la pareja, pero también trae consigo una serie de dudas sobre sus cuidados, que la madre vive especialmente. La tarea de la crianza del bebé llena de preocupación a las madres primerizas, sobre todo a aquellas que no han tenido la suerte de tener cerca a otro bebé para familiarizarse con los cuidados del recién nacido.

No obstante, siempre hay cerca familiares, médicos y pediatras a los que acudir cuando se presentan dudas o no se sabe responder a pequeños o grandes problemas que nos surgen cada día en la vida del bebé. La falta de experiencia se resuelve con el tiempo y en breve, la madre verá que los miedos se disipan y cada día disfruta más y más de su niño. Pero, ¿cuáles son esas dudas que generan preocupación en la madre primeriza? A continuación, abordamos algunas de las más frecuentes.

Alimentación del bebé

¿Estará comiendo bien?

En cuanto a la alimentación del bebé, a una madre primeriza puede agobiarle que su bebé no se agarre bien al pecho o que no parezca que come bien ni se sacie.

Como otras muchas cosas de la vida, a alimentar al bebé se aprende, y es normal si el primer día no se te da muy bien, sólo has de tener paciencia. Con la ayuda de otras mujeres que hayan pasado por esta experiencia, del pediatra o de la matrona, seguramente no tardarás en cogerle el truco.

Una cosa ha de estar clara: el bebé hambriento no deja de comer, y será él mismo el que indique cuándo está saciado: sencillamente, dejará de comer. No es aconsejable obligarle a terminarse el biberón o a seguir mamando si no quiere. Pero si tienes dudas sobre la cantidad y la periodicidad de las tomas, no dudes en acudir al pediatra.

Hay que destacar que todos los bebés pierden peso al nacer, llegando a perder hasta un 10% de su peso de nacimiento.

Esto se conoce como pérdida fisiológica, y se debe a que nacen con un exceso de líquido que van perdiendo posteriormente. No te asustes si ves que esto le sucede a tu bebé, ya que no se debe a que la leche materna no le alimente. El bebé empezará a recuperar el peso a partir del sexto día. Si no es así y pasan una o dos semanas, entonces sí debes acudir al pediatra.

Con el paso de los días, podrás ir comprobando que adaptarse a las necesidades del bebé puede ser en ocasiones un trabajo duro, pero eres perfectamente capaz de llevarlo a cabo. Irás perdiendo los miedos y a estar más segura de tu papel de madre. Además, poco a poco irás entendiendo la manera que tiene de comunicarse el bebé, lo que te facilitará la labor de atenderle.

El llanto del bebé

¿Estará enfermo?

Otro de los asuntos que preocupan a los padres primerizos son los llantos del bebé. Siempre surge la duda sobre si estará enfermo. El llanto es la forma que tiene el bebé de comunicarse y expresar sus necesidades y puede deberse a diversas causas: tiene hambre, tiene frío o calor, está sucio y necesita un cambio de pañales, quiere mimos y muestras de cariño o sufre cólicos del lactante.

En la mayoría de ocasiones, los llantos se pueden aplacar con facilidad tan pronto como el bebé queda satisfecho en sus demandas, pero en el caso de los cólicos la situación puede ser desesperante para muchos padres, que ven cómo en bebé llora a todo volumen sin causa evidente.

Sin embargo, los cólicos del bebé no tienen otro tratamiento más que el de la paciencia. Los cólicos se caracterizan por el fuerte llanto del bebé, que llega a durar horas y no tiene causa aparente. Por lo general, no tiene importancia médica y desaparecen con el tiempo, pero es aconsejable acudir al pediatra en cuanto se presenten los primeros síntomas, para descartar cualquier dolencia.

El chupete, el biberón, los juguetes…

¿Hay que esterilizarlo todo?

Otra preocupación es que el chupete, el biberón o algunos juguetes del bebé puedan convertirse en un foco de bacterias y enfermedades. Es fundamental una buena higiene de los objetos utilizados por el bebé, pero tampoco hay que obsesionarse.

Tras una limpieza correcta de éstos, es normal que queden algunas bacterias, que sin embargo, son de gran ayuda para que el bebé pueda desarrollar sus propias defensas, pero sin que corra el peligro de sufrir una infección. En caso de que el bebé sea prematuro, si que se debe extremar la higiene, especialmente en las primeras semanas de vida.

Bañar al bebé

¿Cómo lo hago?

Puedes bañar al recién nacido, aunque no se haya caído el cordón umbilical, siempre que se seque bien para su correcta cicatrización. Los pediatras aconsejan bañar al bebé dos o tres veces a la semana.

Le puedes limpiar con una esponja húmeda en la zona del culito (allí donde se haya manchado con las deposiciones) y las manos, pero no es necesario utilizar la bañera todos los días ni usar jabón de forma diaria en su delicada piel, a menos que al pequeño le relaje estar en agua calentita antes de dormir.

A la hora de bañarle, procura que el agua esté caliente, pero que no queme (unos 37 ºC están bien), además de que la habitación esté caldeada para que no pase frío al salir del agua. Para que no haya corrientes de aire frías, cierra las ventanas y puertas, y ten preparada la toalla para poder arroparle con rapidez en cuanto salga del agua.

Tras el baño, hay que procurar secar bien su cuerpo e incidir en las orejas, para evitar que coja una infección de oído. Y recuerda, jamás dejes al niño solo en la bañera, ni siquiera para algo tan rápido como abrir la puerta o coger un momento el teléfono.

Muerte súbita del lactante

¿Qué pasa si mi bebé se da la vuelta?

La muerte súbita, o muerte repentina del bebé y de forma inexplicable mientras duerme, es otro de los miedos que aterran a los padres. El origen de este mal es difuso en el caso de los lactantes, pero está comprobado que hay una serie de pautas que ayudan a su prevención:

– Es importante que la madre no fume durante el embarazo, y que tampoco fumen los padres cuando el bebé ya ha nacido. El humo del tabaco y la cantidad de componentes nocivos que contienen puede provocar grandes daños en los pequeños y delicados pulmones del bebé.

– La lactancia materna reduce el riesgo de muerte súbita. La explicación biológica es que, al ser la leche materna más fácil de digerir que las artificiales, los niños amamantados despiertan más fácilmente del sueño activo que los niños alimentados con fórmulas lácteas a los 2 ó 3 meses de edad (siendo el mayor pico de ocurrencia de Síndrome de Muerte Súbita del lactante entre los 2 y 4 meses).

– El bebé debe dormir boca arriba salvo indicación médica expresa.

– Que el bebé duerma lo más cerca posible de su madre, ya que la frecuencia respiratoria y cardíaca del pequeño se estabiliza cuando está junto a ella.

– Evita abrigar demasiado y «agobiar» al bebé con capas y capas de ropa, mantas, sábanas, colchas, etc. La ropa suelta  y los colchones demasiado blandos pueden taparles la cara o dificultar su respiración.

Cristina Murcia

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