La coordinación manual del bebé se va desarrollando a medida que maduran sus reflejos. Uno de ellos es el reflejo prensil, que observamos cuando deja de cerrar el puño cada vez que sienta algo en sus manos. Alrededor de los seis meses, tu bebé podrá soltar a voluntad los objetos, y os lo hará notar enseguida.
Los padres podemos ayudar al bebé a desarrollar su coordinación manual con una serie de ejercicios durante su primer año de vida. Habrá que pasar por la terrible fase de darle objetos para que los tire, una, dos y cien veces. Si le das sonajeros, o cualquier juguete que suene con el movimiento, podrás favorecer que mantenga el objeto en su mano, mientras él aprende cómo conseguir que suene. Una vez que lo aprenda, volverá a lanzarlo por sistema.
La coordinación manual del bebé
Resulta difícil pensar en cualquier trabajo en el que no sea necesaria una determinada coordinación manual. Ya sea el panadero amasando la harina o cualquier persona frente al ordenador, con una mano en el teclado y la otra en el ratón, nuestras manos y nuestros ojos trabajan casi siempre al unísono. Naturalmente, a nosotros nos resulta absolutamente sencillo hacerlo, y no lo pensamos, pero para llegar este nivel de destreza, el niño debe realizar muchos experimentos, practicar, errar y volver a intentar muchas estrategias.
Algunos llegan a convertirse en auténticos «manitas», mientras que otros nos definimos como «manazas», pero en realidad el tamaño de las manos es indiferente. Lo que yace detrás de la destreza es la coordinación que hayamos desarrollado a lo largo de los primeros años.
El puño cerrado: una característica en el bebé
Como todo el mundo sabe, el recién nacido tiende a mantener el puño cerrado, y si se le coloca algo dentro (por ejemplo un dedo, como tanto nos gusta hacer a los mayores) se agarrará a él con una fuerza inaudita en alguien tan pequeñito. Esto se debe a la presencia del llamado «reflejo prensil», un reflejo arcaico, es decir controlado por un nivel muy básico del cerebro, que quedó inscrito en nuestro código genético hace muchos miles de años y que, por el bien de la coordinación manual del niño, deberá ir perdiendo fuerza; no es nada útil que, con que solo se nos roce la palma de la mano, tengamos que cerrarla automáticamente.
Hasta hace muy poco se pensaba que los reflejos arcaicos desaparecían solos, como si hubiera algo en la naturaleza que ocurriera «por qué sí». Hoy, se sabe que la frecuencia con que se provoca un reflejo arcaico influye en la duración de éste, de tal forma que cuantas más veces estimulemos este reflejo, antes desaparecerá.
El reflejo prensil de los bebés
Este mismo reflejo prensil aparece especialmente marcado cuando el bebé se está alimentando. Hasta aproximadamente el cuarto mes de vida, podrás notar que el bebé aprieta más los puños cada vez que succiona. Este hecho se llama respuesta de Babkin, y constituye también un fenómeno arcaico.
Algunos niños, o incluso adultos, mantienen esta respuesta arcaica, y cuando están escribiendo o realizando otra actividad manual que requiere su atención, sacan la lengua y aprietan los labios. Este hecho nos indica que al realizar estas funciones, sigue habiendo una conexión entre la mano y la boca, poniendo en funcionamiento recursos neurológicos innecesarios.
Ejercicios para coger y soltar con facilidad
1. Mantener objetos en su puño. Es importante que en los primeros días y meses de vida, te asegures de que le das a tu bebé muchos objetos que quepan en su manita para que él los mantenga en su puño, y cuando se le caiga volver a dárselo (¡naturalmente déjale dormir tranquilo!)
2. Colocar tu dedo en su manita. Como hemos dicho antes, el reflejo arcaico Babkin consiste en apretar el puño mientras succiona. Esto le pasa al bebé cuando se está alimentando. Para facilitar su «desaparición», debes colocar tu dedo en su manita cuando le estés dando de comer, y dejar que te apriete. Naturalmente si le estás dando el pecho, cambiarás de un lado a otro al niño y de éste modo, estimularás esta respuesta de Babkin en ambas manos, pero debes asegurarte que haces lo mismo si le das el biberón.
3. Pasar los objetos de una mano a otra. Alrededor de los seis meses, conviene que le estimuléis para que pase los objetos de una mano a otra, imitándoos a vosotros. O si notáis que tiende a utilizar más una mano que otra, incentivarle para que coja los objetos con la que menos usa. A estas edades tan tempranas la lateralidad todavía no ha entrado en juego, por lo que no te debes preocupar.
4. Adaptar el agarre. Pronto tu hijo será capaz de coger y soltar con facilidad, y habrá llegado el momento de empezar a enseñarle a adaptar su agarre a los diferentes objetos que va a coger, grandes, pequeños o blandos y duros. Para ello, tendrás que preparar un par de bolsas una con objetos grandes y otros con objetos pequeños, no muy pequeños para que no se pueda meter en la boca, y aún así, no le dejes solo.
5. Meter y sacar objetos. A partir de los seis meses, les gusta meter y sacar objetos de cajas o cubos. Parece un juego bobo, pero es el mecanismo que tiene su cerebro para practicar tanto el agarre prensil, como la habilidad de soltar, que es la base de la coordinación manual. Anímale a practicarlo.
6. Hacer la pinza con los dedos índice y pulgar. Verás que poco a poco va agarrando más con los dedos y no tanto con toda la mano. Este es un gran hito y requiere mucha práctica. Conviene ir dándole objetos pequeñitos para que pueda cogerlos con sus dedos, facilitándole de este modo el desarrollo de «la pinza», el agarre con el pulgar y el dedo índice, que es una habilidad característica del ser humano y base de la escritura. Como probablemente sigue llevándose muchas cosas a la boca, puedes practicar este tipo de agarre ofreciéndole miguitas de pan, o trocitos muy pequeños de «gusanitos», que se deshacen al meterlos en la boca. Para cuando haya cumplido el año estará comenzando a dominar esta forma de agarre, y la puerta hacia la pintura ya está abierta.
Ignacio Calderón. Instituto de Neuropsicología y Psicología Aplicadas
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