El bebé disfruta tremendamente de todas las caricias, suaves cosquillas y besos que le damos. Pero además, esa necesidad de sentir el roce afectivo es también un canal valiosísimo para conocer el mundo. Las caricias y los masajes en el bebé no son algo novedoso para nadie, pero sí lo es para muchos padres su gran poder para estimular al bebé y colaborar en su desarrollo afectivo, cognitivo y motriz.
Desde que nace, podemos ya empezar a practicar los masajes más sencillos como un modo de dar la bienvenida a nuestro hijo en el más puro lenguaje corporal que, -a fin de cuentas- es el primero que él comenzará a comprender.
Durante los primeros meses de vida del bebé, nuestras caricias y abrazos serán el mejor camino para decirle cuánto le queremos, además de una ayuda valiosísima para comenzar a establecer sus primeras conexiones neuronales.
Masajes para bebés en diferentes zonas del cuerpo
Aunque empleemos todo nuestro cariño en masajear al bebé, existen técnicas para hacerlo correctamente y conseguir que nuestras manos ejerzan el mayor efecto en nuestro hijo.
1. En la planta de los pies. La planta del pie es una zona especialmente sensible, sobre todo para los bebés, que aún no usan los pies y los tienen muy suaves. Para estimular los pies del bebé adecuadamente, podemos emplear las yemas de nuestros pulgares, que irán trazando suaves círculos desde el talón hasta los dedos del niño, por toda la planta, en cada uno de los pies. ¡Cuidado con hacerle demasiadas cosquillas!
2. En los brazos y manos. No podemos dejar las extremidades sin sus propios masajes que, por su particularidad, son de los que más divierten al niño. Consiste en recorrer cada brazo a lo largo, desde la axila hasta las puntas de los dedos, mientras realizamos un movimiento circular con nuestras manos, como si se tratara de un limón que estamos exprimiendo. Partiendo de la axila, llegaremos de este modo hasta la muñeca. Cuando alcancemos las manos, podemos hacer lo mismo con sus dedos, pero empleando nuestras yemas.
3. En el torso. En este caso también emplearemos la palma de la mano: apoyamos la derecha sobre el hombro derecho del bebé y la izquierda a la altura de su cadera derecha. La mano derecha bajará entonces, en diagonal, hasta el flanco izquierdo del niño, mientras la izquierda ascenderá en vertical hasta la altura del pecho y luego cruzará y alcanzará su hombro izquierdo. Luego, cada mano ha de repetir el movimiento al contrario: la izquierda bajará en diagonal, hasta el costado derecho y la derecha subirá derecha por el costado, y cruzará el pecho hasta el hombro derecho. Es importante que sigamos un ritmo sosegado al realizar este masaje, para que el bebé pueda disfrutar más de él.
4. En el abdomen. Con este ejercicio se pretende estimular los músculos del abdomen. Con suavidad, iremos pasando alternativamente la palma de nuestras manos sobre él. La dirección que deben seguir es ascendente, empezando en la tripita y terminando en el hombro del bebé. El movimiento de nuestras manos ha de ser como el de aplanar las hojas de un libro, y siempre en línea recta hacia arriba, nunca hacia abajo ni en círculos.
5. En las piernas. Con las extremidades inferiores del bebé podemos desarrollar el mismo ejercicio que con los brazos. La dirección debe ser también descendente, como en el caso anterior. Es decir, desde el comienzo de la pierna hasta el tobillo. Debemos tener cuidado de no forzar ninguna articulación del bebé al desarrollar el movimiento giratorio con nuestras manos, pues podríamos lesionarlo.
6. Del torso al abdomen. En este ejercicio alteremos la mano izquierda y la derecha, recorriendo el cuerpo del niño desde el pecho hasta la zona del abdomen, siempre en sentido descendente. Procuraremos que sea la mano entera la que tome contacto con su piel, y la arrastraremos en esa dirección, como si fuera una ola del mar. Este masaje gustará mucho al niño, porque notará los cambios de manos.