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Logros en el desarrollo de los bebés de 0 a 2 años

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Uno de los retos a los que se enfrentan los padres con los bebés y niños pequeños es saber cuándo la evolución de sus hijos está siguiendo los ritmos habituales y cuándo puede haber un problema concreto en el que haya que intervenir.

Los niños van pasando por diferentes ciclos madurativos a medida que crecen. En el sector educativo, y cada vez más en las familias, somos conscientes de la necesidad de conocer los diferentes ritmos de cada niño para prevenir dificultades y trastornos posteriores.

Cambios en los niños en el ciclo de Infantil

En el primer y segundo ciclo de Infantil es cuando más cambios madurativos se producen y, por tanto, más se aprecia ese desarrollo. Aunque no es habitual que se produzcan retrasos, puede ocurrir que haya niños que no logren el nivel deseable en algún área específica. A las familias les puede costar descubrirlo, por lo que la escuela juega un papel fundamental en su detección y prevención.

Sin embargo, las familias con niños en la etapa de Infantil no deben alarmarse con pequeñas señales, ya que entre los cero y tres años, e incluso hasta los seis, no suelen existir retrasos madurativos específicos. Lo importante no es el ritmo en el que niño evolucione, sino comprobar que esa evolución sí se está produciendo.

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Los padres tienden a tener demasiada prisa en que sus hijos logren determinadas acciones porque, por ejemplo, a su edad un hermano lo había conseguido. Sin embargo, como padres no debemos marcarles un plazo para alcanzar un objetivo concreto aunque sí ayudarles a que consigan pequeñas metas poco a poco y a su ritmo. Si temporizamos los objetivos y les exigimos demasiado, nuestros hijos se sentirán frustrados y bloqueados.

Logros de la evolución infantil de 0 a 3 años

Analizamos algunas de las áreas específicas concretas en la evolución de Infantil.

– Psicomotricidad fina y gruesa
Potenciar la psicomotricidad fina y gruesa en esta etapa es considerado el trabajo por excelencia. Hay una serie de etapas que no se deben saltar. Un bebé debe ser capaz de hacer movimientos giratorios sobre sí mismo, tener capacidad de arrastrarse y posteriormente, gatear. El gateo es fundamental para el desarrollo cognitivo del niño, puesto que facilita la coordinación óculomanual y el movimiento necesario para el posterior proceso de lectoescritura.

Tras el gateo, llegará el momento en el que pueda comenzar a ponerse de pie y empezar a andar, y nos aseguraremos de que coordine adecuadamente manos y piernas, pueda saltar, caminar a la ‘pata coja’, etc.

No saltarse estas etapas resulta fundamental para que adquiera aprendizajes futuros. Los padres deben tener en cuenta que ante cualquier signo que les alerte, lo primero que deben hacer es acudir al médico. Cuando el especialista descarte problemas físicos será el momento de trabajar con él desde el punto de vista conductual o educativo.

– El lenguaje
Desde el punto de vista pedagógico, el margen para adquirir el lenguaje es mucho más amplio de lo que la sociedad está acostumbrada. Tenemos la idea equivocada de que tiene que completarse entre los dos y tres años. Pero es un proceso complejo que requiere de fases preparatorias y cuyas dificultades se empiezan a detectar a partir del segundo ciclo de Infantil.

En este caso no debemos nunca alarmarnos de antemano. Lo importante es ir viendo si el niño es capaz de empezar a emitir sonidos o enlazar palabras. Iremos por el buen camino siempre que se produzcan signos de evolución, aunque sean escasos. Como padres, para ayudarles no debemos forzarles, sino utilizar un lenguaje fluido y variado, hablarles con corrección y muy frecuentemente.

– Capacidad para mantener la atención
Es un aspecto que preocupa con frecuencia a las familias, pero la etapa de Infantil es prematura para detectar un problema de estas características porque todavía están inmersos en el proceso de aprendizaje. Lo ideal es mantener la atención del niño enseñándole a estar sentado con actividades que le motiven.

Los objetivos en cuanto a tiempo de permanencia sentado y atento deben ser pequeños e ir aumentando a medida que el niño vaya creciendo. Los niños, conforme van teniendo más edad, van madurando y logran permanecer en este estado durante más tiempo. Una señal de alerta podría ser que nuestro hijo permanezca sentado cada vez menos tiempo o que se ponga nervioso en esta posición.

– Comprensión
La comprensión es difícil de medir cuando son muy pequeños, sin embargo, desde las primeras edades nos entienden y comprenden.

Las dificultades de comprensión se manifestarían si le pedimos al niño que cumpla una serie de órdenes, estamos seguros de que ha escuchado, y sin embargo, no las ejecuta. Si la comprensión va desarrollándose de forma natural, cada vez será más capaz de comprender y ejecutar múltiples peticiones a la vez. Si el niño tiene problemas en esta área podría llegar a tener conductas desadaptadas de bloqueo, frustración o rechazo. Una señal de alerta es un niño que no escucha o desobedece constantemente, porque no se ve capaz de cumplir con lo que se le pide.

Como conclusión, recomendamos a las familias que, si su hijo muestra algún signo de alerta de los ciclos madurativos, hablen con el centro educativo lo antes posible ya que una detección precoz en la etapa de Infantil nos ayudará a realizar una prevención de situaciones de riesgo que puedan derivar en problemas serios en su desarrollo social y cognitivo.

María Campo. Directora de NClic-Kimba

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