Nadie nace sabiendo, y mucho menos hablar. Por este motivo, los bebés tienen otra forma de comunicarse para expresar su malestar: el llanto. Algo que en algunas ocasiones puede sacar de quicio a los padres después de tantas horas escuchando a sus hijos llorar. Pero, aunque sea difícil, la clave está en mantener la calma y tratar de adivinar qué le ocurre al pequeño.
Estresarse sólo conlleva a que los padres se cuestionen a ellos mismos: «¿Qué estoy haciendo mal, por qué mi hijo no se calla? ¿No soy capaz de ser un buen padre?» Controlar la mente permitirá ver las cosas desde otro prisma, y entender que esta situación va a ser superada. Desde Kidspot se aportan una serie de consejos para saber desenvolverse en estas situaciones.
Mantener el optimismo
El primer consejo que se da es el de mantener el optimismo y alejar las ideas negativas. En ocasiones muchos padres se encuentran en un callejón sin salida que les hace pensar mal en la mala calidad de sus cuidados que en tratar de buscar una solución. Pensar en positivo siempre ayudará a ver las cosas desde otro modo. Si el agobio empieza a apoderarse de uno, lo mejor es pedir a la pareja que se ocupe del bebé mientras se pone la mente en orden.
Un acto tan simple como una respiración diafragmática lenta ayuda a calmar el sistema nervioso simpático. Una vez rebajada la tensión, habrá que enfocarse en las opciones básicas por las que todo niño puede llorar. Ir descartando opciones permitirá encontrar la que está causando la situación: comprobar si tiene hambre, si ha manchado el pañal y lo molesta, si algo le impide dormir o lo asusta, etc.
Si cualquiera de estas opciones, no funciona, habrá que valorar otros caminos como tomar la temperatura del bebé por si estuviera incubando algún malestar. Para todo ello hace falta mantener la cabeza en orden ya que hay que recordar que el hijo necesita de la atención de su padre ya que no puede transmitir aquello que le incomoda al resto del mundo.
Los cólicos del lactante y el llanto del bebé
Desde antes del parto, los padres deben asimilar algo tan básico como que los bebés lloran. A estas edades no hay otra forma de comunicar el malestar ya que no dominan el lenguaje, por lo que es una opción prepararse de cara a estos momentos. Ir asimilando que habrá noches en las que toque desvelarse con el niño en brazos hasta averiguar qué le ocurre.
Asimilar este hecho también permitirá que los padres puedan dejar de sentirse culpables en estas situaciones. Todos los bebés lloran y si vuestro hijo lo hace, no hay motivo para sentirse mal por ello. Es algo habitual en el desarrollo de todos los niños. Si aun así la situación supera, no es nada malo pedir ayuda al pediatra o a cualquier otro experto para poder manejar estos momentos.
Es posible que, en algún momento, haya que pedir ayuda a un pariente como los abuelos para sobrellevar estos momentos. De hecho, el peor es cuando aparecen los cólicos del lactante: una sesión continuada de llanto que puede durar varias horas y que suele aparecer en el mismo momento del día durante varias semanas. La ayuda de algún familiar puede servir para descansar, relajarse un poco, encontrar consejos y alcanzar el relax necesario para sobrellevar de la mejor manera el llanto del bebé.
Damián Montero
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