Si bien el parto es uno de los momentos más felices en la vida, también es cierto que muchas mujeres desarrollan un sentimiento de tristeza o depresión tras el alumbramiento. Estas sensaciones nada tienen que ver con el hecho de que la madre se sienta más o menos arrepentida de traer una vida al mundo, o que no se vea preparada para afrontar esta nueva etapa.
Simplemente, es una repuesta del organismo que sigue dando lugar a numerosas investigaciones. Tanto para descubrir su origen como para tratar de aliviar los síntomas que aparecen en las mujeres. Un ejemplo es el estudio realizado por la Facultad de Ciencias Charles E. Schmidt, de la Universidad Atlántica de Florida. Un trabajo en el que se asegura que la lactancia ayuda en la recuperación de estas situaciones.
Vínculo entre madre e hijo
Para analizar la hipótesis de la que partían, los investigadores evaluaron a 113 madres y a sus bebés, teniendo en cuenta la presencia de síntomas depresivos en las mujeres y el tipo de alimentación de los más pequeños. Al mismo tiempo, los responsables de este trabajo grabaron en vídeo a los hijos y los cuidados que estos recibían, en especial si recibían o no el pecho.
Los investigadores analizaron las alteraciones de ciertos patrones en los bebés para determinar si el tipo de alimentación estaba relacionado en este sentido. Hay que tener en cuenta que la depresión materna está relacionada de manera interactiva con los cambios en asimetría y potencia en estos comportamientos de los bebés. Los resultados indicaron que el contacto entre madre e hijo variaba en función del estado de ánimo y la alimentación escogida.
Según estos datos, en el caso de las madres con comportamientos más depresivos presentaban una reducción de contacto con sus hijos, a quienes alimentaban de manera habitual con biberón. El vínculo entre mujeres y bebés cambiaba según el tipo de nutrición que recibían los pequeños. De esta manera, la lactancia materna tuvo un efec positivo en el estado anímico.
«Nos centramos en los patrones de contacto afectivo entre la madre y el bebé durante la alimentación en nuestra investigación porque el tacto es una forma de interacción mutua establecida en la primera infancia, que se utiliza para comunicar las necesidades, calmar y reducir las respuestas al estrés, y porque las madres y los bebés pasan una cantidad significativa de tiempo alimentándose a lo largo de los tres primeros meses después del parto», explicaba la autora principal, Nancy Aaron Jones.
Influencia en el comportamiento del bebé
Los datos también desvelaron que la duración de la lactancia materna y las características positivas a nivel de temperamento predijeron comportamientos cariñosos en los bebés. De esta forma se puede intuir que las experiencias tempranas de los niños guardan cierta relación con el tipo de alimentación que reciben en sus primeros meses de vida. De esta manera, nutrición y desarrollo guardarían una gran relación.
«Dado que la experiencia con el estado de ánimo y la alimentación de la madre impregnan el entorno temprano del bebé, decidimos examinar cómo estos factores interactúan para afectar al contacto afectivo entre la madre y el bebé, centrándonos minuciosamente en los papeles clave de la variación individual en el carácter», concluye Aaron Jones.
Damián Montero
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