Una persona adulta es el resultado de la influencia de distintos factores. Desde la misma genética, hasta la incidencia de personas como los propios padres o los amigos del colegio, así como el entorno en el que crece el niño. Por si quedasen dudas sobre las relaciones que van conformando en aquello en lo que nos convertimos, un nuevo estudio publicado en Science Direct da nuevas pistas al respecto.
Un trabajo a largo plazo que comenzó en el año 2003 y que se enmarca dentro del Proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente) en el que se ha realizado un seguimiento de 4.000 mujeres embarazadas y sus hijos. El objetivo era comprobar el efecto de posibles contaminantes en el desarrollo infantil, presencia que podía depender, en parte, por el nivel social.
Influencia de la educación materna
De las primeras conclusiones obtenidas en este trabajo es que la educación de las madres tiene una gran influencia en el desarrollo neuronal de los niños, mientras que en el caso de los padres es la clase social la que ejerce mayor peso. La inteligencia de la madre juega un papel fundamental en la evolución cognitiva de los más pequeños. Una correlación que puede explicarse si tenemos en cuenta que las mujeres son las que salen del mercado laboral durante los primeros años de vida de los hijos.
Esto se traduce en una mayor estimulación cognitiva por parte de la madre, al pasar más tiempo junto a sus hijos. Llúcia González Safont, principal autora de este trabajo señala que el desarrollo neuronal de los más pequeños se relaciona estrechamente con la «estimulación que se proporciona al niño». Y, en el caso de las madres, son quienes permanecen más junto a los pequeños, participando en estas actividades.
Si tenemos en cuenta los factores de edad e inteligencia de la madre en el desarrollo cognitivo de los hijos, la correlación con la edad fue más clara para las madres que para los padres. «Tuvieron un mayor desarrollo cognitivo los niños y niñas cuyas madres tenían entre 25 y 34 años durante el embarazo, en contraposición con las mujeres más jóvenes o mayores», señala Safont.
La autora de este trabajo también indica que «algo similar sucede con la inteligencia. En el caso de las madres hay una tendencia clara: aquellas que obtuvieron mayores puntuaciones en los test tuvieron hijos con unas puntuaciones más altas. Esto se observó también en los padres, pero no con la misma intensidad«.
Vínculo madre e hijo
Como se ha dicho, la madre tiene una gran importancia en el desarrollo de los primeros años de vida del niño. Tal y como indican desde el Centro de Psicología de Madrid, esta figura es fundamental y el vínculo que se forma entre ellas y los hijos afectará de manera directa a la personalidad y a la conducta de los más pequeños durante su vida adulta.
Desde el mismo embarazo se va formando el vínculo, que se refuerza en momentos como la lactancia o el cuidado que reciben los niños durante sus primeros años de vida. La forma de interactuar con los bebés guarda una gran relación con el comportamiento futuro. Conductas caprichosas o problemáticas pueden derivar de situaciones en las que no se hayan atendido sus demandas o que hayan sido sometidos a diversos castigos.
Los especialistas de este centro indican que es de vital importancia asentar el cuidado de los pequeños sobre unas bases de cariño y amor. Comprensión, aceptación y un ambiente de confianza es el mejor camino en el que los hijos pueden comenzar a desarrollar su personalidad.
Damián Montero
Te puede interesar:
– El desarrollo emocional de los niños
– 6 maneras de conectar a tope con tus hijos
– La baja autoestima infantil y el refuerzo positivo