La Navidad suele ser un verdadero festín de comida en prácticamente todos los hogares, en la mayoría de los casos bastante calórica y no especialmente saludable. Adaptar el menú navideño a los bebés y niños de la casa suele ser un verdadero quebradero de cabeza para las familias.
Por este motivo, te proponemos algunas las claves para que la alimentación de los bebés durante las navidades no se convierta en un problema y todo el mundo pueda disfrutar de las comidas con tranquilidad.
Claves para adaptar los menús navideños a los bebés
1. Planificación y rutinas. Encarar de manera óptima esta época de celebraciones con un bebé en casa pasa indiscutiblemente por planificar (espacios, horarios y comidas). Tener pensado previamente qué comerá el bebé, cómo ajustaremos sus horarios a los del resto de personas y contar con un espacio para que pueda descansar si estamos fuera de casa es fundamental.
Además, hay que intentar en la medida de lo posible respetar sus rutinas (principalmente horarios de comidas y descansos) para evitar generarle irritabilidad y desasosiego, lo que contribuye enormemente a la placidez de los eventos familiares. Una buena opción es alimentar a los bebés de manera previa a la comida principal, de modo que puedan descansar mientras los adultos comen y reincorporarse a la fiesta en la sobremesa de Navidad.
2. Preparar el menú ideal. Debemos tener en cuenta las necesidades nutricionales de los más pequeños y la densidad calórica de los platos que les ofrecemos. Además, les daremos cantidades adecuadas al tamaño de sus pequeños estómagos, intentando concentrar la máxima cantidad de nutrientes en el mínimo volumen de ración.
Por ejemplo, a los bebés de 6 a 12 meses les podemos preparar un plato con base de pavo, que es un alimento muy interesante por su contenido bajo en grasas y su aportación de minerales como el potasio, el fósforo y el selenio. Se puede acompañar de calabacín y brócoli.
Para bebés de entre 1 y 3 años, podemos elaborar unas lentejas con verduras, ricas en hidratos de carbono complejos, vitaminas y minerales, muy importantes para esta etapa de pleno crecimiento y desarrollo.
3. No abusar de los «potitos». Si en algún momento queremos olvidarnos de pensar en los menús de los bebés y en su preparación durante esta época de tanto ajetreo y malabarismos logísticos, cosa absolutamente comprensible, no pasa nada por recurrir puntualmente a los clásicos «potitos«.
4. Ojo con los dulces. En las mesas navideñas, los más pequeños se encuentran con turrones, polvorones, bombones, chucherías y otros dulces altamente calóricos y poco nutritivos al alcance de sus experimentadoras manos. Este tipo de alimentos son los principales enemigos de la alimentación sana en Navidad, por lo que deberemos evitarlos en la medida de lo posible o bien sustituirlos por otras opciones caseras con bajo contenido en azúcar o elaboradas con endulzantes naturales como la miel o la fruta (dátil, plátano…). En los productos comprados, es importante revisar el etiquetado y evitar en lo posible aquellos que tengan un alto contenido en azúcares añadidos y grasas hidrogenadas.
5. Evitemos indigestiones y empachos. Además de los dulces, hay que tener cuidado con otros alimentos en Navidad como embutidos, refrescos, zumos industriales, quesos curados, salsas ricas en grasa, etc. Lo ideal es evitarlos, además, si los más pequeños consumen este tipo de comida de forma desmesurada pueden acabar sufriendo una indigestión o un empacho, algo bastante frecuente en bebés y niños pequeños en época navideña. Si de todos modos en algún momento comen embutido, es mejor ofrecerles pavo, lomo ibérico o jamón, que tienen menor contenido graso y evitar definitivamente chorizo y salchichón.
Una buena estrategia es dejar los caprichos para los días de celebraciones más importantes de las fiestas navideñas e intentar mantener los ritmos nutricionales y los hábitos saludables el resto de días del periodo vacacional. Así limitamos los excesos a momentos muy concretos.
6. Hidratación. No debemos olvidar hidratar a los más pequeños de manera correcta. Los bebés amamantados adquieren el nivel de agua necesario a través de la leche materna, pero el resto necesitan incorporar el agua a su dieta. Los de más edad pueden expresar la sensación de sed (si bien es importante hidratarlos aunque no la tengan), pero los más pequeños necesitan que estemos más pendientes de este aspecto.
7. Seamos referentes. Por último, los adultos somos el espejo en el que se miran los niños y, aunque no es imposible, costará más exigirles algo que nosotros mismos no cumplimos.
Marina Berrio
Asesoramiento: Equipo Roots* Mindfoodness, start up de alimentación infantil.
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