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Experimentar por iniciativa propia: tu bebé, a partir del primer año

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A partir del año, tu bebé entra en una fase deliciosa en la que su motor será la curiosidad. Ya no estará tan pendiente del estímulo que le ofrece el entorno, sino que será él quien busque y experimente por iniciativa propia. Es muy importante revisar el entorno para cerciorarnos de que es seguro y puede explorar libremente por un lado, y por otro, que exista una gran riqueza y variedad de estímulos a «ser investigados» por nuestro pequeño científico.

El reto para los padres radica en la dosis de paciencia y tolerancia necesarias para respetar -bajo el sentido común, evidentemente- las iniciativas de su hijo. Especialmente porque en esta edad descubre el espacio en toda su dimensión. Se desplaza y desplaza objetos constantemente… para nuestra desesperación.

Si todo ha ido bien, habrá superado la fase de gateo en la que se desplazaba arrastrándose por el suelo como una salamandra para iniciar el desplazamiento sobre sus cuatro extremidades gateando y conquistar finalmente la verticalidad al desplazarse erguido sobre sus piernas, utilizando los brazos para mantener el equilibrio. Con todo esto habrá madurado de forma correcta y ordenada todas las vías sensoriales y motoras.

Coordinación positiva: objetivos a nivel espacial

A través del desarrollo motriz habrá conquistado la coordinación entre sus ojos y oídos y sus manos y piernas. Coordinación que le permite, ahora, interpretar los estímulos y producir los movimientos eficientes para actuar con y en relación a los objetos.

Podemos hablar de éxito en esta fase si el niño es capaz de recibir un estimulo, interpretarlo y producir una respuesta motora correcta. Por ejemplo, al encontrarse en la trayectoria de su carrera un obstáculo, saber elegir el cambio de velocidad, inclinación y dirección de su cuerpo para esquivarlo con éxito.

Los objetivos, a nivel espacial, a perseguir en esta edad tienen que ver con el conocimiento preciso de las partes de su cuerpo y el cálculo de distancias, alturas, direcciones y longitudes. Debemos fomentar el control corporal para adquirir seguridad en trepar, subir y saltar y en general todos los juegos en donde sea necesario salvar obstáculos. Toma especial importancia el equilibrio y el perfeccionamiento de la marcha.

Juegos estimulantes para tu bebé

Son sumamente recomendables los juegos y juguetes que fomenten el trabajo conjunto de manos y ojos, por ejemplo apilar objetos, encajes, espejos, pelotas -pequeñas y grandes- contenedores para meter y sacar objetos grandes y pequeños (cubiletes, botellas, cajas, etc.), tablas de coser o enhebrar, puzzles tridimensionales de figuras geométricas, pizarras, etc.

Asimismo, juegos que fomenten la coordinación visual y auditiva con brazos y piernas, por ejemplo: pelotas para lanzar, aros (para entrar, salir, saltar, para hablar de dentro-fuera, arriba y abajo y girar) cajas de cartón, (para empujar, apilar, para usarlas de escondite) barras de equilibrio, mantitas de diferentes texturas para caminar sobre ellas y las insuperables excursiones a la montaña con sus caminos llenos de desniveles, piedras, arena resbaladiza y demás obstáculos que ofrecen la mejor de las oportunidades para adquirir la excelencia en la habilidad espacial.

El libro dentro del cajón

Además del movimiento, la habilidad espacial se desarrolla gracias a la información, que debe ser clara, exacta y correcta. En lugar de decir «ponlo por ahí» debemos indicar: «Pon el libro dentro del cajón». A los niños les da igual aprender «gira hacia allá» que «gira hacia la derecha». El problema no es el niño, sino la información inadecuada sobre las direcciones o los espacios.

Debemos llamar por su nombre los campos espaciales: «arriba, abajo, derecha, izquierda, delante, detrás, aquí, ahí, allá, cerca, lejos, dentro, fuera, a este lado, al otro, encima, debajo», etc. No debemos olvidar que en esta fase el niño imitará todo cuanto se le presente con intensidad y frecuencia y aún más si se hace de forma rápida.

Ejercicios para tu pequeño explorador

VOLTERETAS. Cuando ya pueda caminar solo, llevando cosas en las manos. Al principio necesitara tu ayuda, para familiarizarse con el movimiento. Asegúrate de que pega la barbilla al pecho con la cabeza bien metida antes de cada voltereta, hasta que aprenda.

LA BARRA DE EQUILIBRIO. Con los pies descalzos. Ofrécele la posibilidad de caminar sobre una «barra de equilibrio», que puede ser un tablón de madera de 5 cm. de alto por 10 de ancho. Debe dar los pasos sin ayuda. Vale más un pasito hecho por el sistema vestibular del niño, que un metro hecho llevándole tú.   

EL DICCIONARIO ESPACIAL. Ofrécele a tu hijo un entorno óptimo en cuanto a la información verbal. Esto significa mencionar con exactitud las relaciones que hay entre los objetos, por ejemplo, «ponemos el pijama debajo de la almohada» o bien «los cuentos más altos van detrás de los más bajos», «la ropa la guardamos dentro de los cajones». Una variante del diccionario sería el «Itinerario de viaje» definir un recorrido por la casa y hacer cada día el recorrido verbalizando nuestros movimientos por ejemplo «salimos de la habitación de mamá y giramos a la derecha hasta llegar al lavabo; seguimos caminando en línea recta hasta llegar a la pelota, etc.» Se puede cambiar el itinerario pasadas dos semanas.

«SIMÓN DICE…». Para reforzar el autoconocimiento espacial. Colocarse delante del espejo al lado del niño. Dar órdenes del tipo: manos arriba, pies cruzados, tocamos la cabeza, tocamos el pie, manos al frente, manos atrás, pie derecho arriba, etc. Se puede empezar cada orden diciendo «Simón dice…» y seguir las reglas de este juego.

CARRERA DE OBSTÁCULOS. Elaborar un trazado por el que el niño debe andar o correr. Se puede marcar con una cinta adhesiva o bien con papel higiénico, ¡ todo vale!. El objetivo es esquivar diferentes obstáculos por ejemplo, cajas o juguetes, también puede haber diferentes alturas, pasar por arriba o pasar por abajo, diversas amplitudes, un camino estrecho -por ejemplo una cinta colocada en el suelo- un camino ancho… se puede hacer más difícil contrarreloj, o bien con los ojos cerrados. Es muy importante ofrecer la información verbal.

EL ACUEDUCTO. Con sillas y mesas que queden a la altura de la cara del niño, de tal forma que para poder pasar por debajo tenga que bajar la cabeza para no golpearse, también sirven dos sillas y el palo de una escoba. Lo importante es ofrecer diferentes situaciones a solucionar, en algunos será necesario pasar a cuatro patas y en otros bastara bajar la cabeza.

EL EQUILIBRIO. Llenar calcetines con legumbres y hacer carreras llevándolos en la cabeza sin que se caigan. Las variantes de este juego, pueden ser, la carrera llevando los calcetines rellenos (o confeccionar unos saquitos) en el empeine, llevar en la espalda el saquito haciendo una carrera de gatitos; dar pataditas a los saquitos para llegar a la meta sin pasarnos, lanzar el saquito cerca o lejos, encestar el saquito… teniendo el objetivo claro, todo es valido y solo depende de nuestra imaginación hacerlo divertido y motivante.

Teisa Dalmau Xiqués

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