Convivir con un bebé es sorprendente. Ver cómo evoluciona esta pequeña persona en su día a día y apreciar cambios en cada jornada junto a él es algo indescriptible. Pero según la investigación realizada por la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la mente de los niños a estas edades es todavía más sorprendente.
El estudio que han ejecutado ambos estudios ha revelado que la mente de estos pequeños se desarrolla a una velocidad mayor de lo que se pensaba. Los datos hallados muestran que los bebés son conscientes de su entorno y que todo aquello que los rodea dista mucho de ser algo borroso y sin sentido para ellos, por lo que la estimulación a esas edades podría aprovecharse todavía más.
Aprender a esforzarse
El estudio publicado en la revista Science congregó a un grupo de varios bebés de 10 meses de edad a quienes mostraron distintos vídeos protagonizados por dibujos animados donde un personaje debía alcanzar a otro salvando un obstáculo: una pared, una altura superior, una rampa, etc. Tras comprobar cómo había influido el visionado, los investigadores encontraron que los bebés habían captado el mensaje: para conseguir algo, hay que superar alguna prueba.
Es decir, los niños entienden que en su camino pueden aparecer obstáculos, que entienden que algunos elementos de su entorno pueden ser una traba en sus objetivos. Estos resultados son interesantes por un doble motivo, el primero el hecho de que los bebés no ven su entorno como algo borroso en lo que no pueden identificar formas.
Otro aspecto descubierto, y mucho más interesante, es que los bebés sean capaces de entender que en ocasiones hay que superar obstáculos. Un dato que sugiere que los más pequeños aprenden el valor del esfuerzo a edades más tempranas. «Esta investigación enseña que la relación entre esfuerzo invertido y su resultado aparece más temprano de lo que ningún investigador haya encontrado antes», explican los responsables de esta investigación en un comunicado.
Desarrollo del habla
Esta no es la primera investigación que se centra en el desarrollo de la mente de los bebés. Otro estudio de la Universidad de Duke y ha demostrado que el lenguaje se en los menores aparece a mayor velocidad de la que se pensaba hasta ahora. Sin embargo, este aprendizaje que se produce a nivel mental no se traduce en la superficie, es decir, los bebés entienden las palabras y son capaces de conectarlas, pero no las pueden reproducir. Una novedad que puede cambiar la forma en la que muchos padres se comunican con sus hijos recién nacidos.
Un estudio basado en el rastreo de ojos para comprobar la respuesta de los bebés a los estímulos auditivos que les llegaban en forma de palabras. Para ello se escogió a un grupo de 40 niños de edades tempranas a quienes se les dijo varias palabras y se anotó la reacción a las mismas a través de las miradas con las que respondían.
El objetivo era ver si la mirada de los niños relacionaban la palabra que se les acababa de decir con una imagen que tenían en una pantalla frente a ellos. Por ejemplo, si escuchaban «bolígrafo«, su vista tenía que enfocarse en la fotografía de uno de estos artículos en el monitor. Las pruebas también evidenciaron que los niños tenían mayor probabilidad de hacer una acertada relación cuando el término le era cotidiano.
De esta forma, se anima a los padres a hablar con sus hijos para que varias palabras sean más comunes a ellos. Este hallazgo abre una vía en el desarrollo del lenguaje ya que podría suponer que el niño comience a hablar teniendo en su mente un gran vocabulario de términos que domina y relaciona con la realidad.
Damián Montero
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