Comprar un colchón para tus hijos debe ser una elección meditada, ya que pasamos muchas horas durmiendo y proteger su espalda es fundamental para cuidar su salud. Lo mejor es que los colchones que uses para tus hijos sean firmes, de tal forma que mantengan su espalda recta y que garantice que duerman cómodamente.
Los expertos recomiendan optar por colchones de muelles que en su acolchado incorporen viscoelástica, o directamente por colchones viscoelásticos. Ahora bien, sobre estos últimos ten cuidado: no son recomendables para los niños, porque tienen poco peso, los que tienen más de ocho centímetros de espesor de viscoelástico en la capa superficial (lo ideal es entre cinco y ocho centímetros).
La viscoelástica hace que los colchones sean muy adaptables y ofrecen un descanso muy reparador tanto para grandes como para pequeños gracias a que no ejercen presión sobre el cuerpo. En este sentido, debes evitar los colchones que sean muy mullidos y de firmeza baja para los niños (como los de látex), pues tienen demasiada envolvencia y, según los expertos, entorpecen el crecimiento del niño.
La firmeza del colchón
Hemos hablado mucho sobre la firmeza del colchón, su importancia y que para niños no es aconsejable comprar colchones demasiado mullidos pero, ¿por qué? La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) tiene la respuesta: «un buen colchón debe respetar la curvatura natural de la columna vertebral, boca arriba y alineada mientras duermes de lado», indican estos expertos.
Un buen colchón debe repartir el peso del cuerpo de una manera adecuada. De este modo, un colchón muy rígido no permitirá que la espalda se adapte a la superficie del colchón, mientras que en los blandos la curvatura de la columna se verá afectada ya que el cuerpo tiende a hundirse. La consecuencia de esto es que la sensación de calor aumenta y que ni la espalda ni la columna están bien sujetas al dormir (boca arriba o de lado).
Consejos antes de comprar el colchón
Siempre debes probar el colchón antes de comprarlo. Aunque es cierto que en el caso de los bebés es más complicado y hay que arriesgarse más, conforme el niño crezca lo mejor es que te lo lleves a la tienda y sea él mismo el que índice cuán cómodo está. No basta con sentarse y palparlo: deja que se tumbe en la cama de la tienda y que pruebe diversas posturas para comprobar a cuál se adaptar mejor.
Una vez tumbado el pequeño, pasa tu mano entre la zona lumbar y el colchón: si hay demasiado espacio entre uno y otro es posible que el colchón sea demasiado rígido para su cuerpo, mientras que si la mano no pasa significa que el colchón es demasiado blando: el cuerpo se hunde en exceso.
Trucos para mantener el colchón en buen estado
– No olvides que los niños están en una importante etapa de crecimiento: al igual que a los mayores nos recomiendan cambiar los colchones tras 10 años de uso, en los niños pequeños este laxo de tiempo debe de ser de unos cinco años.
– Ventila el dormitorio, esto también ayuda a mejorar la ‘salud’ del colchón.
– Haz la cama: tras levantarse por la mañana, no hagas la cama enseguida: espera un poco para dar tiempo a que se evapore la humedad generada por la noche.
– Da la vuelta al colchón: de forma periódica para evitar deformaciones. Ponlo boca arriba y boca abajo y cambia también los pies y la cabeza de lugar, así se irá desgastando en el mismo orden.
– Lava las fundas: es muy aconsejable poner fundas a tu colchón y lavarlas de vez en cuando para mantenerlo en buen estado.
– Lava la ropa de cama: el dormitorio y, en concreto, la cama, son lugares en los que los alérgicos a los ácaros lo pasan peor, pero esto tampoco es sano para los que no tienen alergia. Acuérdate de lavar la ropa de la cama con bastante frecuencia para evitar su aparición.
Ángela R. Bonachera
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