La duración del sueño nocturno varía en función de multitud de factores: edad, estado de salud, situación emocional, etc. Se ha calculado que en el primer año de vida del niño los padres suelen perder entre 400 y 750 horas de sueño por atender al bebé recién llegado. ¿Cuánto nos puede afectar? Sin dormir, ¿hasta cuándo podemos aguantar?
El sueño tiene un papel fundamental en el desarrollo y bienestar infantil, favoreciendo procesos de aprendizaje y memoria, ayudando en la consolidación del aprendizaje y promoviendo un mejor comportamiento. Pero también tiene un papel fundamental en la salud de los padres.
El sueño es una conducta en la cual el ser humano invierte, por término medio, un tercio de su vida. Es imprescindible porque con ella se restablece el equilibrio físico y psicológico básico de las personas. No hay muchos estudios que evalúen la repercusión de la llegada del bebé sobre el sueño de los padres; lo que sí se sabe es que el tiempo de sueño de los padres primerizos es menor en los primeros meses tras el parto que durante el embarazo, así como los niveles de fatiga.
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La falta de sueño de los padres primerizos
Aunque algunos niños desarrollan trastornos del sueño, aquí nos referiremos a la generalidad, que son los padres de niños con un ritmo de sueño normal. Aunque durante los primeros meses de vida es normal que los bebés se despierten cada tres horas para alimentarse y no sigan un patrón de sueño regular, el 70 por ciento de los padres afirma sentirse preocupado por el sueño del bebé, ya que cuando el bebé no duerme, puede alterar completamente el ritmo de vida de toda la familia.
El cuidado de un bebé, cuyo sueño se distribuye a lo largo de 24 horas con frecuentes despertares nocturnos, tiene como consecuencia que, en particular la mujer, sobre todo si da el pecho, experimente deprivación de sueño, fragmentación del sueño y fatiga significativa. Estas alteraciones del sueño en el adulto normal son especialmente pronunciadas en las madres primerizas, debido a la adaptación al papel de madre y al aprendizaje del cuidado infantil.
La fragmentación del dormir, especialmente presente durante el posparto, provoca una interrupción del sueño a lo largo de la noche y, al igual que la deprivación del sueño, conduce a una somnolencia diurna excesiva y a una disminución en el rendimiento cognitivo, la función ejecutiva y la calidad de vida.
Cómo duerme el bebé
El ciclo del sueño de un bebé recién nacido sigue un patrón que denominamos polifásico, distribuido de manera regular a lo largo del día y la noche, con una media de duración de 50-60 minutos (frente a los ciclos de sueño de 90 minutos de un adulto).
Los niños hasta los doce meses de edad presentan una media de tres despertares nocturnos y duermen un período de entre una y seis horas de siesta diurna, organizadas en un solo período o en breves períodos de 15 minutos. Por lo tanto, los adultos deben replicar este patrón de sueño infantil, lo que da como resultado un sueño fragmentado.
Los trastornos del sueño en el posparto no solamente se relacionan con esa desincronización de los patrones de sueño bebé/madre, sino con las frecuentes tomas y los cambios fisiológicos en la mujer, debidos a regulaciones hormonales que tienen efectos sobre el sueño: cortisol, estrógenos, progesterona…
Mitos sobre el sueño y el biberón
Evidentemente, en aquellas familias en las que se opta por el biberón con leche de fórmula o por la alimentación mixta y no por la lactancia materna en exclusiva, el padre puede participar en la alimentación del bebé para liberar a la madre de algunas tomas y que ella duerma en ese rato.
Sin embargo, es interesante mencionar que, en contra de lo que se suele creer, la lactancia materna podría mejorar el sueño de la madre. La mujer se encuentra bajo el conocido efecto beneficioso de la prolactina sobre el sueño. De hecho, se estima que las madres que están con lactancia materna exclusiva duermen 40 minutos más que los que utilizan lactancia mixta o artificial.
Pero hay algo que debemos tener muy en cuenta: los cambios del sueño tras el parto y en los primeros meses de vida de un bebé sano no son una enfermedad. Los padres estamos fisiológicamente preparados para serlo. Pero no se puede negar que la transición a la paternidad es una época emocionante, pero también muy estresante. Aparecen muchas necesidades de aprendizaje durante los primeros meses tras el parto.
Para que los padres se sientan competentes y confiados en su nuevo papel, deben adquirir nuevos conocimientos y habilidades. Muchos padres primerizos pueden no tener el apoyo social o modelos disponibles para enseñarles conductas positivas. En este punto es donde el personal sanitario, tanto desde la Enfermería y las comadronas como los médicos, juegan un papel clave para ayudar a estos nuevos padres en su labor.
Recomendaciones para padres primerizos
– Siempre se debe responder con tranquilidad y apoyo.
– Es conveniente construir y adaptar las rutinas y horarios en función de las necesidades y ritmos propios del bebé. Progresivamente, al familiarizarnos con estos patrones del niño, se podrá empezar a establecer ritmos y rutinas de acuerdo con las necesidades familiares.
– No hay sistemas buenos o malos, sino diferentes. El mejor sistema es el que se acopla más armónicamente a cada unidad familiar y sigue los criterios culturales dominantes.
– Es muy recomendable que la madre siga los mismos horarios de sueño que el niño. Así se evitará, en parte, la depresión posparto.
Dra. Carmen Terrón. Neuróloga. Instituto de Neurociencias Avanzadas Madrid – Hospital Nuestra Señora del Rosario
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