El contacto con el agua aporta muchos beneficios al bebé puesto que mejora sus capacidades cardiorrespiratorias, beneficia su coordinación muscular y desarrolla sus capacidades sensoriales y psicomotrices. A partir del quinto o sexto mes, puedes darle su primer chapuzón en la piscina.
¿A qué mes puedo llevar a mi bebé a una escuela de natación para que aprenda a nadar, o al menos a flotar, para evitar desgraciados accidentes? Esta es una de las preguntas más frecuentes que los padres se plantean cuando llega el verano. También se preguntan a partir de qué mes pueden meterle en la piscina sin que le perjudique el cloro, por ejemplo. Lo primero que tenéis que saber es que a partir del quinto mes, el bebé encuentra en el agua la posibilidad de moverse trimidensionalmente, siendo mucho mayor la libertad y continuidad de movimientos.
Sí que es aconsejable que desde que nazca, empieces a trabajar con él una serie de ejercicios en la bañera. Normalmente al bebé le encanta el agua, ya que durante la gestación ha permanecido en el líquido amniótico y por así decirlo, el agua ha constituido su hábita natural.
Es importante resaltar que la práctica de la actividad acuática fortalece el corazón y los pulmones de tu hijo, debido al trabajo respiratorio que realiza en el agua que aumenta la eficiencia en la oxigenación y traslado de la sangre. De igual forma, esta práctica mejora y fortalece la relación afectiva y cognitiva entre el niño y sus padres.
Los inicios en la natación de tu bebé
Es recomendable que esperes hasta los cinco o seis meses de vida para llevar a tu pequeño a la piscina, ya que a esta edad habrá desarrollado más su sistema inmunológico y recuerda siempre que hasta el año y medio no adquirirá autonomía en el agua. El miedo al agua se adquiere conforme el niño va creciendo, pero si tu bebé no ha tenido ninguna experiencia negativa con el agua mientras le has bañado, en principio no tiene porque existir ningún problema para que empiece su actividad acuática de una forma satisfactoria.Si has decidido que aprenda a flotar en una escuela reglamentaria, es muy recomendable que al principio te metas con él en la piscina.
Ante todo, tendrás que darle a tu bebé, mediante un intenso contacto corporal, una sensación de seguridad. Tus manos deben transmitirles confianza ya que, al principio, es posible que muestre algo de malestar por la nueva situación pero enseguida se sentirá a gusto y empezará a patalear.
Requisitos de la piscina: especiales para bebés
Es muy recomendable que la piscina sea cubierta y climatizada porque la temperatura del agua es más acorde a la suya y por supuesto, cumpla con todos los requisitos higiénicos y sanitarios establecidos.Procura coger siempre al pequeño entre tus brazos y llévatelo al pecho y háblale en tono tranquilizador.El técnico o monitor -cualificado de forma específica para trabajar con niños- os explicará todos los pasos que debéis dar detalladamente, pero recuerda que el verdadero profesor serás tú, ya que el monitor te irá dando pautas y recomendaciones de actuación.
Importa más que la experiencia de tu hijo en el agua sea grata, se divierta a que consiga la flotación, que vendrá un tiempo más tarde por si solo. No debes obsesionarte porque tu hijo aprenda técnicas de supervivencia para no ahogarse. Tú siempre deberás permanecer a su lado y controlarlo, puesto que lo principal es que empiece a coger gusto por el agua, y así aprenderá a nadar.
Si por miedo o cualquier otro motivo intentas presionar a tu hijo para que consiga objetivos a corto plazo, los efectos que consigas serán probablemente los contrarios a los que buscas. Además, a estas edades los niños perciben todo lo que les rodea de una forma muy intensa.Ten siempre en cuenta que si su experiencia ha sido muy traumática en el agua, esto deja secuelas durante el resto de su vida.
Técnicas de aprendizaje para que los bebés floten en el agua
Los ejercicios suaves combinados con el agua a una temperatura agradable relajan al bebé, al mismo tiempo que estimulan su apetito y le hacen comer y dormir mejor. De esta manera mejorará su carácter y comportamiento. Las clases de natación suelen tener una duración de media hora porque más tiempo pueden cansar al bebé. Lo que principalmente se trabaja es el terreno de la psicomotricidad para que el niño poco apoco se vaya adaptando al agua y comience a verla como algo más natural.
Para lograr este objetivo, el niño irá realizando una serie de ejercicios siempre contigo, tales como apoyar las piernas contra la pared de la piscina y hacer flexiones; con tu mano debajo de su espalda y tu hijo boca arriba irás reforzando su sentido del equilibrio y realizará otros ejercicios que en el suelo nunca podría ejercitar. Mediante la utilización de una serie de materiales auxiliares, como un cinturón de goma que le hace flotar y le permite realizar movimientos con brazos y piernas, ayudarás a su fortalecimiento y tono muscular.
Desarrollo psicológico y social
Tu bebé se sentirá más seguro y disfrutará mucho aprendiendo a nadar, al percibir que estás cerca y que toda tu atención está concentrada en él. Esto, a su vez, incrementará su sentimiento de independencia y de auto confianza porque aunque todavía no camine, se puede desplazar en el agua por sí mismo.
Por otra parte, la convivencia en la piscina con otros niños le ayudará a relacionarse mejor, además de que aprenderá a compartir y realizar actividades junto a otras personas, ya que el niño adquiere más confianza para comunicarse y desarrollarse en grupo, porque estará en permanente contacto con instructores y otros bebés.
En el agua con tu bebé: consejos prácticos
– No dejes nunca a tu bebé solo cerca del agua. Aunque los programas de natación le enseñan a moverse en ella, debes permanecer siempre y en todo momento a su lado para evitar cualquier susto.
– No establezcas un determinado periodo de tiempo para lograr los objetivos, ya que cada niño tiene su ritmo, por lo que intenta respetar el ritmo de tu hijo y nunca le fuerces a hacer algo que no quiera. No le compares con otros bebés ya que esto puede perjudicar su desarrollo.
– Evita siempre piscinas de dudoso control higiénico y sanitario porque pueden ser foco de serias infecciones.
– Si tu niño está malo, no debe bañase bajo ningún concepto y no vuelvas a llevarlo a la piscina hasta que esté totalmente recuperado.
– En las piscinas exteriores, acuérdate que debes protegerle con una crema solar de alto factor y no le expongas más de hora y media al sol y al agua en periodos no más largos de media hora.
Recuerda siempre que es muy importante que le transmitas seguridad y confianza a tu bebé a través del contacto corporal. Intenta siempre hacerle amena la hora de la piscina con juegos divertidos para que sea una experiencia gratificante y no le fuerces nunca a hacer cosas que no quiera.
Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: D. Jesús Abiol. Director de BabyGim Chamartín (Madrid). Centro especialista en actividad acuática de bebés
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