«Rojo, verde, amarillo y… ¡azul!». En torno a los dos años o dos años y medio, la mayoría de los niños ya entienden, nombran y conocen algunos colores. Por ello, ya sea con pinturas especiales, con plastilinas, cartulinas o cualquier otro material, a partir del año de edad es un buen momento para enseñar los colores a tu bebé con ejercicios para distinguirlos. Así puedes estimular a tu bebé a través del creativo mundo de los colores.
A estas edades, además, casi todos los niños son unos grandes aficionados a dibujar garabatos. Debemos aprovechar esta habilidad innata para enriquecer su cerebro con nuevos conceptos que le servirán de gran ayuda el día de mañana.
Enseña los colores mediante contrastes y estimula su inteligencia
A través de la forma y del color reconocemos el mundo visible. La vista, como todos los sentidos, es una de las vías de entrada de información de la que dispone el cerebro. A través de ella, llegan distintos estímulos: si realmente son llamativos se crearán nuevas conexiones neuronales y si no, recorrerán tan solo las ya existentes.
La mejor manera de motivar la inteligencia infantil es a través de objetos nuevos y de grandes contrastes. Lo ya experimentado no estimula, porque ya es conocido y no supone ningún esfuerzo adicional.
Al contrario, contemplar un objeto nunca visto antes es estimulante para el niño porque obliga a su cerebro a encontrar relaciones nuevas, rebuscar en los recuerdos… El contraste de sensaciones también motiva: en el caso del gusto, entre lo dulce y lo amargo; en el caso del oído, entre lo agudo y lo grave…
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Estimulación visual a través de los colores
En la estimulación de la vista, los colores pueden sernos muy útiles porque además de la simple sensación, implican ciertas connotaciones simbólicas asociadas y desarrolla el razonamiento lógico de los niños.
Para entender un poco mejor este concepto, podemos realizar una experiencia muy sencilla. Si fijamos nuestra mirada en el techo y contamos los segundos que podremos mantener el interés, siempre serán pocos; algo más si existe alguna mancha o un desconchón que reclame nuestra atención. En cambio si miramos un cuadro que tengamos colgado en la pared el tiempo de observación será mucho mayor. Si miráramos el cuadro muchas veces, ya no aparecerían elementos nuevos en él y tendríamos la impresión de conocerlo «de memoria»: esto quiere decir que nos estimula poco visualmente hablando.
Juega a agrupar objetos del mismo color
Una actividad que suele ofrecer buenos resultados a la hora de ayudar a que los pequeños comprendan los colores es incitarles a agrupar objetos similares. Así, por ejemplo, podemos desperdigar por su cuarto varias cosas rojas (un pañuelo, un bloque de construcción, un bolígrafo…). A medida que el niño encuentre algo colorado «tendrá que agruparlo» con todos los demás. De este modo no solo aprenderá a reconocer los colores sino que además comenzará a darse cuenta de que a su alrededor hay muchos elementos distintos (por su forma y textura) pero con la misma tonalidad.
Ejercicios para enseñar a tu bebé adistinguir los colores
1. Cuelga figuras de colores en la pared y pide a tu hijo/a que nos vaya señalando los colores que nosotros mismos le indiquemos. Gracias a este sencillo ejercicio el pequeño irá asimilando cada uno de los colores que le propongamos. Una vez que conozca los más básicos (rojo, amarillo, verde, azul…) intentemos enseñarle otros nuevos más difíciles (malva, gris, cobre…).
2. Identificar los colores de la ropa que llevamos cada uno en casa. Así, podemos preguntarle, por ejemplo, de qué color es nuestro pantalón o nuestra blusa, o cuál es el color de su pijama favorito. A continuación podemos pedirles que nos digan cuál le gusta más.
3. Juega con los disfraces. Con una sábana verde, por ejemplo, podemos convertirnos en una simpático árbol verde. Y si nos vestimos todo de rojo, seremos un tomate rojo.
4. Colores en la cocina. Coge unas cuantas piezas de fruta. Dile a tus hijos que te vayan diciendo qué es cada cosa y el color que le caracteriza: una manzana, roja; una pera, verde…
5. Pintura de dedos. Juguemos a pintarnos las manos de un color. De este modo, entrará de un modo más directo con los colores e, incluso, podremos proponerle que con sus botes de pinturas trate de conseguir gamas nuevas y pintarse así cada mano de un color diferente.
Marisol Nuevo Espín
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