Ser padre es todo un sacrificio. Si bien los resultados de ver a un hijo crecer y convertirse en una persona de provecho hacen que los progenitoes hagan todo esto de buen grado, hay que saber a lo que uno se enfrenta cuando un hijo llega a este mundo. Desde un gran dispendio económico, hasta noches en vela asegurando el bienestar de los más pequeños de la casa.
Este ha sido uno de los temas tratados en el XXXII Congreso de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, SEPEAP. Un evento en donde se ha hablado de la pérdida de sueño que lleva aparejada la crianza de un hijo. No son pocas las horas de descanso que se pierden por el camino, pero, como ya se ha dicho, el resultado hace que merezca la pena.
El primer año del bebé
Según los datos aportados por los participantes en este congreso, los padres pierden entre 400 y 700 horas de sueño por los desvelos de su hijo, tan solo en el primer año de vida del bebé. Hay que tener en cuenta niños nacen sin saber dormir y van aprendiendo durante su desarrollo psicomotor.
Por tanto, no es de extrañar que en los primeros años de vida tengan varios despertares a lo largo de la noche. Pero al mismo tiempo, los pediatras recuerdan que esto no quiere decir que haya que acostumbrarse a la situación. Los padres tienen que ir organizando un calendario de sueño para conseguir que los niños vayan adaptándose a un horario de descanso.
Si aun así el niño no presenta mejoras en su sueño, hay que valorar la posibilidad de que el pequeño tenga algún trastorno que le impida conciliar el descanso. En este caso hay que ir, en primer lugar, al pediatra y explicarle los síntomas presenciados. Este especialista debe ser quien valore la pertinencia de derivarlo a otro profesional en la materia.
Enseñar a los niños a dormir
Como se ha dicho, los más pequeños deben aprender a seguir unas rutinas de sueño para poder conseguir el preciado descanso en el hogar. Estos son algunos consejos que se brindan desde la Asociación Española de Pediatría, AEP:
– Para conseguir el desarrollo de un buen patrón de suen?o-vigilia, la hora diaria de acostarse y levantarse debería ser aproximadamente la misma todos los días.
– No es recomendable que los niños se acuesten con hambre o que beban muchos líquidos.
– Para el niño, irse a dormir puede implicar una sensación de separación de los padres. El empleo de asociaciones adecuadas y familiares puede ayudar. Una rutina relajante, tranquila, para realizar todos los días antes de dormir
– Es conveniente que se establezcan límites claros (número de cuentos, canciones*) si el niño se queja a la hora de quedarse solo. También hay que tener cuidado de no favorecer el miedo aludiendo a «cocos», al hombre del saco, etc.
– Es recomendable llevar a los niños a la cama cuando estén cansados, pero no si están demasiado activos. Para evitarlo, las actividades que se realicen antes de acostarse deben ser relajantes; la actividad intensa es para otros ratos del día.
– Para enseñar a los niños a dormir, todos los que intervengan deben actuar siempre de la misma forma. El niño debe saber que la respuesta del padre, la madre o los abuelos va a ser igual.
Damián Montero
Te puede interesar:
– Madre primeriza: 6 consejos para adaptarte a tu nueva vida
– El papel del padre en la educación de los hijos