No quiere estudiar, no quiere colaborar en casa, parece que lo único que fascina a algunos adolescentes es permanecer sentados en el sofá viendo la televisión, jugando videojuegos o, simplemente, mirando las musarañas. ¿Será que tu hijo es un vago? La buena noticia es que es una respuesta típica en algunos jóvenes, la segunda es que con las medidas adecuadas, esta situación puede alterarse.
Tal y como indica el equipo de Adolescencia Positiva, no se puede etiquetar simplemente como «vago» a un adolescente. Hay que averiguar qué les sucede y qué está haciendo que su voluntad se haya tornado así. De esta forma, se podrá resolver la ecuación, encontrar la causa y averiguar cómo despertar la motivación en tus hijos y solventar esta situación.
¿Tu hijo es un vago?
Lo primero que todo padre piensa cuando ve una actitud apática en su hijo adolescentes es que este es un vago, sin más. Sin embargo, se trata de un juicio rápidamente y hay que tener en cuenta todos los factores que puedan entrar en juego dentro de este contexto. Si bien es verdad que estos comportamientos pueden resultar molestos, entender el origen ayudará a corregirlos.
Como indican estos profesionales, el origen de la vagancia en los adolescentes es variopinto y puede abarcar desde la pereza típica en la adolescencia, hasta la rebeldía que puede suponer para los jóvenes enfrentarse a un circuito cerrado de normas como puede ser el cumplir con las labores domésticas, o enfrentarse al circuito académico del instituto.
¿Por qué crees que tu hijo/a es un vago?
Estas son algunas de las causas que pueden ayudar a entender el origen de la vagancia en los adolescentes:
– La pereza física. Los adolescentes se enfrentan a grandes cambios en su metabolismo y sus necesidades son diferentes. Los jóvenes precisan de más descanso, entre las 9 y las 10 horas. Por eso puede parecer que tu hijo es vago y siempre quiere dormir. Esto no quiere decir que haya que dejarlos en la cama hasta que ellos quieran, pero sí tener en cuenta este factor.
– La pereza «académica». La adolescencia es sinónimo de rebeldía. Por lo que acatar normas puede hacerse difícil y la respuesta más habitual es enfrentarse a la autoridad que impone estas reglas. Tan solo hay que descubrir qué les motiva para que se animen a participar en todas estas rutinas.
Damián Montero
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