Podría pensarse que una vez que los hijos llegan a edades más maduras, el proceso de crianza ya ha acabado. Pero la labor de padre poco descanso y aun cuando el niño crece y se convierte en adolescente, más deberes deben asumir los padres. En esta etapa, los jóvenes atraviesan una etapa de cambios que no entienden y lo peor de todo, no quieren admitir la ayuda de los mayores.
El sentimiento de rebeldía es muy habitual entre los adolescentes y es una etapa que todo hijo debe atravesar. Sin embargo, en ocasiones esta situación puede transformarse en un grave problema psicológico. El Trastorno Oposicionista Desafiante es una de las situaciones en las que puede desencadenar este comportamiento en los hijos jóvenes.
Qué es el Trastorno Oposicionista Desafiante
Desde la Fundación Cantabria Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad o Fundación, CADAH, se define al Trastorno Oposicionista Desafiante como un patrón inadecuado en el desarrollo de los hijos. Este problema psicológico suele manifestarse a través de conductas negativistas, desafiantes, desobedientes y actitudes hostil hacia las figuras de autoridad. Estos son algunos de los comportamientos más habituales en los jóvenes con este problema:
– Se encoleriza e interrumpe en pataletas.
– Discute con adultos.
– Desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus órdenes o demandas.
– Molesta deliberadamente a otras personas.
– Acusa a otros de sus errores o mal comportamiento.
– Es susceptible o fácilmente molestado por otros.
– Rencoroso o vengativo.
Desde CADAH se advierte que estos síntomas pueden apreciarse desde edades tempranas y que suelen acentuarse durante la adolescencia, etapa donde el carácter rebelde de la edad hace que se agudicen estos comportamientos. Entre los jóvenes también es habitual encontrar otros síntomas como el deterioro clínicamente significativo en la actividad social y académica.
Causas y diagnóstico
Los psicólogos del equipo de CADAH explican que no hay una explicación clara para el origen del Trastorno Oposicionista Desafiante, pero se cree que en estos casos los pacientes pueden no carecer de las habilidades cognitivas y emocionales suficientemente desarrolladas. Estos jóvenes son incapaces de cumplir con las normas de convivencia en su entorno y los requerimientos de las figuras de autoridad como sus padres.
Para su diagnóstico, primer lugar se debe establecer por la presencia del patrón conductual de rebeldía y falta de adaptación a las normas de convivencia en casa. Si esto se ha apreciado, hay que concertar una entrevista con un psicólogo para que trate con el niño compruebe si efectivamente lo que le ocurre al adolescente es un Trastorno Oposicionista Desafiante.
Entre su tratamiento, por un lado está la terapia con medicamentos como los psicoestimulantes. Pero los especialistas se centran más en aquellos que se centran más en cambiar la conducta del adolescente:
– Entrenamiento parental a fin de ayudarles a ser más positivos, adquirir estilo de disciplina apropiada y evitar los patrones punitivos de corrección (que pueden reforzar las conductas negativas, especialmente las respuestas agresivas), ayudar a establecer normas y límites que sean lógicos y consistentes, resolución de problemas o situaciones conflictivas, manejo del enojo para evitar la agresión o las conductas hostiles, aprender a premiar y castigar, etc.
– Acuerdo en el manejo de la conducta entre los adultos, de manera especial entre el padre y la madre.
– Intervenciones múltiples en situaciones de la vida diaria.
– Entrenamiento para la expresión apropiada del enojo y la frustración.
– Entrenamiento a los profesores para manejo del aula y control conductual.
Damián Montero
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