Adiós a los colegios, a los exámenes y a las actividades extraescolares. De pronto, sobra tiempo. Si no queremos tener a nuestros adolescentes aburridos tirados en un sofá y enganchados a videojuegos, tabletas y televisión, necesitamos ofrecerles alternativas divertidas. La lectura es una de ellas, pero posiblemente no lo saben. Sin embargo, nunca es tarde para abrirles la puerta al mundo maravilloso de la lectura.
¿Cómo pueden los padres, por tanto, fomentar la lectura durante el periodo vacacional? Responde la profesora de Literatura infantil de la Universidad CEU San Pablo y Directora de CEU Ediciones, Ana Rodríguez de Agüero, «si los padres leen, los niños leen». Es decir, se fomenta una lectura por imitación de lo que hacen los padres. Si un padre está habituado a leer en casa, los hijos van a hacer lo mismo. Por el contrario, si un padre no toca nunca un libro, no puede pretender que lo hagan.
Fuera móviles
Hasta los diez o doce años, el interés por la lectura se fomenta leyendo. El problema aparece cuando llega la adolescencia, pues los hijos dejan de querer hacer aquello que hacen sus padres y en muchas ocasiones se oponen a lo que se les plantea y presenta como bueno. Por ello, es fundamental, tal y como señala Rodríguez de Agüero, «quitar estímulos y pantallas» a los adolescentes. Es decir, si los hijos están continuamente rodeados de móviles y tabletas será muy difícil que adquieran un hábito lector, ya que para una persona que no está habituada a leer, el mayor esfuerzo consiste en vencer esa tentación por la tecnología.
Disfrutar de la intrigaUna de las características de Internet es su instantaneidad. Estamos habituados a obtener información de manera inmediata, de saber las respuestas al momento, y cuando esto no es así, nos entra una especie de ansiedad por querer conocer «ya» y tener soluciones inmediatas. En la lectura, la respuesta no siempre es inminente. Nos topamos con páginas en las que aparentemente no ocurre nada, en las que todo es descripción y reflexiones o monólogo de los personajes, sin embargo, resultan una parte crucial de la obra, ya que ayuda al niño o adolescente a impulsar su imaginación y su capacidad creativa.
Despejar tiempos
La experta en Literatura infantil, Rodríguez de Agüero, considera fundamental para inculcar la lectura en adolescentes el «despejar tiempos». Si los niños y adolescentes están apuntados a un exceso de actividades extraescolares, cursos, campamentos de verano y talleres, cuando finalicen estas tareas estarán cansados y no van a tener ganas de leer. Por ello, es bueno que los padres sepan distribuir bien el tiempo, reflexionen acerca de qué actividades quieren que desarrollen sus hijos en verano y no los bombardeen y sobrecarguen con tareas.
Vivimos en un mundo desenfrenado, donde lo frecuente es ir corriendo de un sitio a otro y esto también afecta a los hijos, que ven el leer como algo extraño, ya que únicamente requiere un esfuerzo intelectual. Ante esto, la lectura se plantea como una alternativa tranquila y sosegada, pero a la vez divertida y edificante.
Un rato de aburrimiento
Al llegar las vacaciones, los padres parecen tener verdadero pánico a escuchar de boca de sus hijos el clásico «me aburro», por lo que continuamente se tiende a apuntarlos a todo tipo de actividades, para que nunca estén sin hacer nada, hecho que ha contribuido, en parte, a que se pierda el gusto por la lectura y por la capacidad de reflexionar. Hace unos años, no eran tantas las actividades a disposición del niño, se aburría y muchas veces la lectura se convertía en su mejor aliado para apaciguar esas horas de ocio. Hoy, eso se ha perdido. Encontramos todo un abanico de actividades que, en muchos casos, vienen a sustituir a la lectura.
Desarrollo de destrezas
El psicopedagogo y orientador escolar, Julio Gallego Codes, en su reciente libro En busca de la excelencia (Palabra, 2016), propone la lectura como uno de los pilares fundamentales en la educación que aspira a la perfección y recalca que «el aficionado a la lectura ha puesto una base muy sólida para convertirse en un excelente estudiante». Gallego Codes señala que la lectura es uno de los mejores medios para aprender a estudiar y para desarrollar todas las destrezas verbales, que son fundamentales para la comprensión de los textos escolares. Con lo cual, si un niño lee, tendrá muchas más posibilidades de ser un buen estudiante.
Los héroes de papel
Siguiendo esta línea, Julio Gallego presenta también las biografías como una de las mejores opciones de lectura para los adolescentes durante este periodo vacacional. En estos libros aparecen en muchas ocasiones personajes que se presentan como un perfecto ejemplo a seguir por parte del lector. Son personajes con carácter y que ayudan a educar la voluntad de los lectores, fomentando así un deseo de ser como ellos: personas leales, honestas y dispuestas a luchar por grandes ideales.
¿Por dónde empezamos?
Rodríguez de Agüero propone la lectura de El Señor de los anillos como un excelente inicio con el que poder enganchar a los adolescentes a los libros. «Por mi experiencia he podido ver que muchas personas que no estaban habituadas a la lectura, al leer esta obra han quedado atrapadas en sus páginas y han querido seguir leyendo más libros». Este libro no es fácil, tiene un arranque muy lento. Nos encontramos con ochenta páginas en las que parece no ocurrir nada, no hay ningún suceso, y esto es algo que cuesta por la inmediatez a la que Internet nos tiene acostumbrados.
Sin embargo, una vez que se han superado estas ochenta páginas, el lector no puede abandonar la lectura y desea saber qué es lo que vendrá a continuación. «Para leer el Quijote necesitas saber que cada página no va a ser gratificante, pues no sucede algo en cada una de ellas, pero sí en la totalidad de la obra», explica Rodríguez de Agüero. Leer fomenta la imaginación y la capacidad creativa y así lo señala Gallego Codes: «en la lectura la imagen ha de producirse en la mente, es decir, produce el acrecentamiento del pensamiento interno».
Se hace camino al andar
El interés por la lectura es un hábito que se crea practicándolo y como ocurre al comienzo de la práctica de todas las virtudes, es algo que cuesta. Hay que ir creciendo en complejidad. No podemos pretender que los adolescentes comiencen leyendo un clásico como Madame Bovary o La Odisea, pero sí pueden empezar leyendo sobre aquello que más les interesa. Por ello, Rodríguez de Agüero considera fundamental que existan en casa libros que estén al alcance de los niños, sobre temas que les interesen pues, va a ser a través de ellos por los que los niños se aficionen a la lectura.
Los niños tienen que comenzar leyendo aquello que les gusta. Si les gusta mucho el tenis, libros que hablen de tenis; si son los animales, fábulas de animales. «Las leyendas populares, las narraciones de animales y muy especialmente el cuento, ocuparán los primeros años del joven lector. El cuento, con su gran poder de atracción sobre el niño, le llevará a despertar el gusto por la lectura como pocos otros elementos literarios», explica Gallego Codes.
Es cierto que el gusto por la lectura se puede adquirir en la adolescencia. Sin embargo, resulta mucho más fácil que este se alcance durante la infancia, pues es el momento en el que los niños son como esponjas, absorben todo lo que los mayores hacen. Por eso, es importante que padres y educadores cuiden este aspecto en los niños, y que sea el propio ejemplo de los mayores la mejor forma de educar a los más pequeños. De padres lectores saldrán niños lectores.
María Redondo
Asesoramiento: Ana Rodrdíguez de Agüero. Directora de CEU Ediciones
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