Acabar bien el curso, con el mejor rendimiento posible no es un trabajo de equipo. La responsabilidad es personal desde ahora hasta mitad de junio. Es pues el momento idóneo para hacer una seria reflexión sobre los objetivos que nos marcamos al iniciar este campeonato del curso.
Revisar las estrategias, las condiciones físicas y morales del estudiante, el ambiente del equipo y tomar las decisiones oportunas para que lleguemos al final con las máximas oportunidades de hacernos con el Gran Premio de los objetivos cumplidos, las buenas notas.
Un campeonato por etapas: estudiar hasta el final
Durante toda la Educación Secundaria nuestros hijos participan cada curso en una carrera dividida en tres etapas. En cada uno de ellos se enfrentan a 3 evaluaciones, donde se les reporta, con más o menos acierto, el resultado del esfuerzo realizado durante las semanas que dura cada una de las mismas.
A estas alturas, hemos cubierto la mitad del campeonato. Por supuesto que es importante la «posición» que hayamos alcanzado hasta ahora, pero lo que realmente importa es cómo afrontemos lo que queda por delante. Sobre lo que ya ha ocurrido no podemos actuar. Sí reflexionar y extraer conclusiones, para coger impulso que nos lance con brío a cubrir las próximas etapas.
Tengamos muy presente que ningún corredor sale a la pista a arriesgar si no tiene la suficiente seguridad en sus posibilidades de éxito. Así pues lo primero que tenemos que revisar es el estado anímico de nuestro hijo. La motivación o desmotivación con la que se enfrenta a sus clases y estudio diarios.
En busca del interés y la motivación por los estudios
El profesor Víctor García Hoz comenta, en su obra La práctica de la educación pesonalizada, que «una de las quejas más frecuentes que se oye a padres y profesores es la falta de interés de los estudiantes por los trabajos del centro. (*) Es engañoso pensar que la actitud natural del muchacho es la de no hacer nada, el desinterés por adquirir conocimientos. Lo natural en el ser humano es el afán de conocer. Lo que ocurre es que los intereses de los muchachos, en ocasiones, en bastantes ocasiones por desdicha no coinciden con el interés de los educadores».
Es cierto que el mismo profesor un poco más adelante indica que en los tratados de pedagogía, haciéndose un buen diagnóstico del problema, falta motivación en los chavales, raramente se encuentran «recetas» para remediar esta situación. Es entonces éste un problema sin solución. No, de eso nada. Lo que ocurre es lo siguiente. Las motivaciones internas de un ser humano son realmente las únicas que realmente nos mueven a sobreponernos a las dificultades y superar con el esfuerzo necesario los problemas que nos separan de una meta.
Cada persona es única y sus circunstancias diferentes al de su lado. Por tanto, sólo desde el trato personal se puede descubrir las motivaciones de nuestro hijo, qué quiere conseguir, por qué le merece la pena levantarse cada mañana, dónde cree que están sus principales dificultades; y sus aficiones, qué es lo que hace mejor y lo que más le cuesta… Y una vez descubierto todo esto, entre los dos encontrar qué relación tiene esto con los estudios diarios, con aguantar la chapa de los profesores, con presentar un trabajo de un rey que no le interesa nada, o solucionar unos problemas de trigonometría, que en su opinión no se le van a presentar nunca en su futura vida profesional ni familiar.
Acabar el curso, con el mejor rendimiento posible no es un trabajo de equipo. La responsabilidad es personal. Por eso, las técnicas de motivación no pueden ser colectivas, como las que utiliza un entrenador de fútbol o basket con su equipo. Deben ser técnicas personalizadas, como las que un entrenador emplea con un atleta de élite o un corredor de motos o de Fórmula 1.
Puesta a punto para acabar bien el curso
Una vez conocemos el momento en que se encuentra el corredor y contamos con su decisión de salir a pista para asumir personalmente los riesgos que le lleven a superar con esfuerzo los obstáculos que se encuentre en los meses siguientes, es la hora de repasar algunos puntos esenciales para ponerlos a punto y que no se encuentre con el enemigo en casa.
Hay muchas y variadas fórmulas de autoevaluación para tomar conciencia de las dificultades presentes y tomar decisiones de mejora eficaces marcándose metas realistas. Podemos animar a nuestro hijo a realizar un cuestionario similar al que se presenta a continuación. Es muy importante que sea él, todo lo voluntariamente que pueda, el que realice el cuestionario.
No debemos anticipar, ni presuponer nosotros las respuestas, sería un error por parte del entrenador. ¡Él no va subido en el coche! Dejemos que ellos con libertad y autonomía respondan, será la forma más segura de que las respuestas se acerquen más a la realidad. Y después, a la hora del análisis, el entrenador sí que debe hacer valer su experiencia. Él también montó muchos años en circuitos parecidos, aunque no debe perder la perspectiva de que las prestaciones de los coches han variado mucho, y eso es algo que condiciona bastante las estrategias y los posibles resultados.
Autoevaluación: hemos llegado a la mitad del curso
Es el momento de reflexionar un poco sobre qué has hecho, qué aspectos quieres mejorar y qué estrategias vas a utilizar en estos meses que te quedan.Esto es una herramienta, como una llave inglesa o el compresor de hinchado de las ruedas. Por sí mismo no sirve para mucho. Pero puede sernos muy útil para realizar una parte del trabajo que tenemos por delante.
Es fundamental que ayudemos a nuestros hijos adolescentes a ser conscientes de todas sus capacidades. Que generalmente su rendimiento, como el de todos, es inferior a sus posibilidades. Y, sobre todo, que tomen conciencia de lo que tienen por delante. Que su trabajo personal de hoy, fundamentalmente les capacitará para tener más opciones de elección el día de mañana, tanto en su trabajo como en su vida personal.
Y que es posible haber perdido una o varias carreras, pero su meta está puesta en el campeonato y éste no se decide hasta la última vuelta.
Consejos para afrontar el empujón hasta el final del curso
1. Estamos en el momento adecuado para hacer un parón y reflexionar en profundidad sobre los resultados obtenidos hasta ahora y los motivos que han propiciado el éxito o el fracaso en las evaluaciones pasadas.
2. Es imprescindible que esté dispuesto a asumir la responsabilidad y actuar en consecuencia. Fundamentalmente, sus motivaciones internas lo moverán a actuar en la dirección en que éstas le empujen.
3. El optimismo es indispensable. Pues en el tema de los estudios todavía más. Es una carrera de fondo larga y generalmente con etapas especialmente arduas. No nos dejemos llevar del desaliento y no queramos resultados inmediatos. Siempre educamos a nuestros hijos para el futuro.
Actúa como un entrenador personal
Ayuúdale a diagnosticar, que complete su autoevaluación de resultados. Concretemos entre los dos nuevos puntos de mejora y estrategias de actuación realistas. Y, no le dejemos solo durante los siguientes meses, podemos acordar con él momentos de revisión para ir ajustándonos a las necesidades del momento.
Mª Jesús Sancho. Psicóloga. Máster en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra
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